domingo, 23 de noviembre de 2008

Breve historia de mi escritura

Los acólitos de la ciencia ficción leían mis escritos y reclamaban que terminara mi novela, sin embargo yo llevaba años agregando apuntes e intercalando episodios a una historia cada vez más caótica y complicada.
Sabía, en mi fuero íntimo, que esos escritos no soportarían el intento de ingreso por las puertas de la literatura. Aunque las ideas eran buenas y las hipótesis originales, yo sabía que eso no bastaba para hacer literatura -aunque fuera de ciencia ficción-.
Estaba acostumbrado a imaginar historias, a construir personajes y calcular sus peripecias y destinos, sin embargo mi vida no es literatura y no había forma de preparar el final efectista para una relación desgastada o para concluir una amistad envilecida.
Hacía mucho tiempo que había dejado de escribir con la continuidad que me hubiera gustado tener cunado comencé a estudiar letras, alentado por la esperanza de ser un buen escritor. En aquel tiempo, como ahora, no había podido calcular la paradoja del que se dedica a enseñar a leer y a escribir se queda, devorado por la rutina y la burocracia, imposibilitado del ejercicio de esos placeres que los llevaron a elegir una profesión.
Una labor por la que uno profesa la palabra, en su doble faz de lectura y escritura, recitando los verbos ajenos y corrigiendo los grafos de los principiantes, cuya rebeldía juvenil les impide confesar el goce que produce el encuentro con la ficción y las canciones.
He leído a diversos escritores que, acuciados por el interrogatorio de los periodistas, tratan de explicar el proceso creador y apelan a las fórmulas del principio y del final, del principio que busca un final y de la situación que busca su principio y su final.

Tengo ya una historia con un principio y un final, una historia poco conocida por los historiadores y con una trama que desemboca en un final inesperado. Sólo me faltan las palabras para dar cuenta de ella y, tal vez entonces, convertirla en literatura. A fin de cuenta la literatura no se trata de buenas historias sino del mejor modo de contarlas y convertir entonces, la historia más pueril, en una obra digna de no olvidarse y soportar el asedio de los siglos, los lectores y de los escritores que no quieren ser opacados por las páginas de un libro que se entroniza, a veces, sin buscarlo.

Tengo mi historia entre apuntes y fotocopias de libros poco frecuentados y me pregunto si bastará con contar que un hombre, hijo del lleno venezolano, siguió a un caudillo quizá buscando la aventura, quizá la gloria o para conseguir esa promesa de libertad e igualdad.

En verdad todos nacemos en el mismo suelo pero no bajo el mismo cielo y descubrir esa ecuación es la que nos puede adelantar o postergar la felicidad. Así este llanero tomó su caballo y su lanza, emulando a la generación que le precedió con sus mismas ilusiones y aspiraciones, pero por suerte un hombre no sabe eso y por ello su aventura, su angustia y su gloria son por siempre originales y eternas.
Tal vez no se sabía ni se intuía único, sino simplemente lo sentía. Tal vez tampoco comprendía por qué cabalgaba, abandonando los trabajos cotidianos para desafiar al fuego y al metal, pero no podía evitar la excitación de la lucha y el temor de la emboscada.
Quizá creyó en su caballo y en el cuchillo, con la misma fe que le profesó a Simón, a la Virgen y a los demonios que pueblan las sombras y las pesadillas. A fin de cuentas, nosotros, instalados en un mundo sin fe ni esperanza en el ultramundo no podemos tener ninguna comprensión y nos hacemos nuestra propia versión de lo que significa ser un llanero del siglo XIX.
También, en nuestra ignorancia, creemos que él tampoco lo sabía y especulamos sobre intereses, móviles y motivos que lo llevaban más allá de su voluntad, como un títere, víctima de los poderosos de turno.


4/XII/04

domingo, 9 de noviembre de 2008

Homenaje a José León Tapia

El Instituto de Investigación “Luis Emilio Soto” tiene el agrado de invitar al acto homenaje al escritor venezolano JOSÉ LEÓN TAPIA y entrega de libros que se realizará el martes 18 de noviembre a las 19.30 hs. en el Salón Auditorium del Complejo de Bibliotecas y Archivos de la Provincia, Avda. Belgrano esquina Sarmiento.

El acto estará compuesto por una semblanza a cargo del Dr. José León Tapia (hijo), una reseña histórica sobre los llaneros en Salta a cargo de la Prof. Eulalia Figueroa y la historia del vínculo entre el novelista venezolano y Salta a cargo del Lic. Rafael Gutiérrez.

El Dr. José León Tapia es autor de varios libros de ficción con tema histórico, entre ellos MAISANTA. EL ÚLTIMO HOMBRE A CABALLO, TIERRA DE MARQUESES, LOS VENCIDOS, LA MÚSICA DE LAS CHARNELAS, EZEQUIEL ZAMORA A LA ESPERA DEL AMANECER y la novela editada póstumamente MUERTE AL AMANECER en los que fabula la historia de su Venezuela y nuestro pasado latinoamericano.

La literatura quiso que su última novela narrara la historia de un personaje que nació en Guardatinajas, su mismo pueblo, y que murió en Salta en un pasado que aún nos resulta oscuro, por tal motivo su hijo, como parte del deber con la memoria de su padre es que viaja a Salta para realizar la donación de sus libros a la Biblioteca de la Provincia, a la Biblioteca “Monseñor Miguel Ángel Vergara” –dependiente del Museo Histórico del Norte- y a la Biblioteca del Instituto de Investigación “Luis Emilio Soto” de la Universidad Nacional de Salta; puesto que estas tres bibliotecas fueron consultadas para asesorar al Dr. José León Tapia para la redacción de su última novela.