jueves, 11 de noviembre de 2010

CAZAVAMIROS EN SALTA

El jueves 18 de noviembre a las 19 hs. Felipe Mendoza presentará su novela gráfica CAZAVAMPIROS


PRÓLOGO A CAZAVAMPIROS

Desde que el hombre tomó conciencia de su precariedad en el mundo y peor aún, de la contingencia del universo mismo se aferró a relatos que dan cuenta tanto de su origen como de su final. Esos relatos primigenios fueron los que después se integraron a otros y constituyeron los libros sagrados de las distintas civilizaciones.

Muchos de esos libros sagrados y relatos legendarios de distinta índole anuncian un tiempo final en que las fuerzas del mal se disputarán el dominio de la creación. Esos mitos han nutrido numerosas ficciones en diversos géneros, algunas mejor logradas que otras, sin contar las que son totalmente olvidables.

De modo similar a cómo se construyeron los grandes relatos por conjunción de otros que les preceden, el irlandés Bram Stoker fusionó dos viejas historias reales de terror para crear uno de los horrores más prolíficos del mundo contemporáneo: el vampiro humano. Pero así como creó al representante del mal le dio un contendiente: el cazavampiros.

Quizá la mejor actualización de los terrores ancestrales la crearon Howard Phillips Lovecraft y su círculo de Cthulhu, que advirtieron a los lectores sobre la existencia de temibles universos paralelos que invadieron nuestro mundo en tiempos remotos y que siguen amenazándonos a través de puertas del mal que pueden ser abiertas citando al perverso y aberrante NECRONOMICON.

En nuestro mundo contemporáneo, cada vez más materialista y descreído, era esperable que las fuerzas oscuras encontraran el momento propicio para destruir la creación. Por ello no es extraño que en la literatura dibujada local surgiera una ficción que conjugara aquellos terrores para dar forma a un relato original.

El lector avezado puede preguntarnos: ¿Dónde puede residir la originalidad de relatar la lucha entre vampiros y cazavampiros a esta altura de tratamiento del tema en tan variados géneros? ¿Esa historia no se agotó acaso con la serie televisiva de Buffy, la cazavampiros -protagonizada por Sarah Michelle Gellar- y la historieta de Marv Wolfman y Gene Colan -más conocida por nosotros a través de la saga cinematográfica Blade, tan bien encarnada por Wesley Snipes-?

Pues obviamente Lippe supo encontrar un modo de remozar una historia que nunca dejará de ser contada: la despareja lucha entre el mal -que parece dominar todas las esferas de la vida humana- contra el bien, encarnada en aparentemente pocos y débiles defensores.

Allí una de las claves del relato elaborado por Lippe pues -siguiendo una tradición de la literatura dibujada argentina- su héroe no cuenta con tecnología sofisticada como Blade ni con cualidades sobrehumanas como Buffy y el mismo Blade, no, su héroe es sólo un hombre, un humano demasiado humano.

El hombre es un sacerdote católico, un predicador que desde el púlpito y el confesionario trata de contribuir en esa tarea de acercar a Dios a los hombres, pero es allí donde siente la soledad de su trabajo y cuándo teme perder la fe encuentra una misión que lo pone de cara ante las legiones del mal, en una lucha más difícil y dispar que la que estaba librando desde su iglesia barrial.

Lo mejor de esta historia es que el sacerdote no ha comenzado a perder la fe en Dios sino en el hombre, porque su prédica y la práctica de sus feligreses chocan ante la revelación de la hipocresía, ante la apariencia de quienes practican la religión sólo en la misa dominical pero que se olvidan de la doctrina del amor, la verdad y el perdón el resto de los días.

En esa actitud doblez y acomodaticia es que el héroe encuentra la verdadera llave que abre las puertas de este mundo a las fuerzas de la oscuridad, de un modo mucho más realista y actual a como lo fabularon Lovecraft y su círculo de Cthulhu.

Si la historieta es aventura, el lector de Cazavampiros la encontrará, también encontrará todos los componentes que puede pedirle al género: ambientes sórdidos y misteriosos, vampiros, demonios, monstruos, reliquias con poderes místicos pero con una pequeña variación de detalles que la convierten en un producto original.

Fiel a la tradición de la historieta argentina, Cazavampiros es un gran entretenimiento pero también un espacio para la reflexión que nos lleva de la fantasía del mundo dibujado de vuelta a la realidad del mundo en que nos movemos.


Querido lector, espero que te encuentres en estas páginas y que respondas algunas preguntas, aún aquellas que no te has atrevido a formular.



Rafael Gutiérrez

jueves, 21 de octubre de 2010

Sin bombacha

Esta es una reflexión sobre las ambigüedades semánticas de un sustantivo en la variedad del español en la Argentina y no el comentario sobre el tema homónimo del grupo “Damas gratis” que tematiza el problema de la infidelidad femenina ocasionada por su comportamiento liberal en la vida nocturna.
Sucede que en la Argentina una prenda íntima femenina es conocida como bombacha, lo que en otras partes del mundo hispanohablante se denomina braga, pantaleta o calzón, pero también denomina una prenda masculina generalizada entre los gauchos desde el último cuarto del siglo XIX y actualmente constituye parte del atuendo obligatoria de algunas agrupaciones tradicionalista. Por ejemplo la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes utiliza la bombacha blanca.

La ambigüedad quedaba salvada en el uso porque en expresiones coloquiales se referían al mundo masculino o femenino respectivamente o en todo caso se aclaraba diciendo “bombacha de gaucho”.

En la segunda mitad del siglo XX las mujeres avanzaron en el uso de pantalones por su comodidad y practicidad para muchas tareas y en las últimas décadas, tanto hombres como mujeres comenzaron a usar bombachas de gaucho porque se trata de una prenda de tela rústica sin ser dura y cómoda que facilita la amplitud de movimientos.

Cierta vez, encontrábame preparando la presentación de un libro sobre el encuentro entre llaneros y gauchos en Salta, por lo que se me ocurrió escenificar un enfrentamiento entre estos soldados irregulares acostumbrados a pelear con cuchillo y se me ocurrió hacerle la propuesta aun diestro esgrimista del cuchillo, pensé que con unas camisas, bombachas y ponchos bastaría para simular los atuendos de época. Recuerdo que encaré al conocido cuchillero y le dije:

- ¿Tenés bombacha? – Me miró y con rostro dubitativo me contestó:

- ¿De gaucho?

Jamás hubiera esperado una contestación así de alguien cuya masculinidad –hasta ese momento- no hubiera puesto en duda. Entonces agregué:

- No, sólo quería saber si preferías el culote o la tanga.

Nunca hicimos la escenificación del duelo criollo pero tampoco volvía a preguntar por su preferencia en ropa íntima.
Soy docente pero tengo un problema, tardo mucho en individualizar a la gente, creo que tiene que ver con un problema de percepción que recién estoy comenzando a comprender, sin que ello sea una patología. Entonces apelo a algún rasgo que se reitera en cada uno para poder individualizarlo, el uso de una mochilla, la carpeta, un accesorio o algún otro detalle evidente.

Este año tuve una alumna que durante la mitad del año era evidente que iba a clases con bombacha pero después me desconcertó porque no la veía con esa prenda. Le comenté el caso a una colega y me dijo:

- Tal vez en la primera mitad del año le hacía frío y ahora le hace calor por eso no la usa.
Mi duda persistía hasta que tuve la oportunidad de hablar directamente con esta estudiante que había asistido a una clase de consulta sobre la monografía que estaba redactando, que trataba sobre literatura gauchesca. Era mi oportunidad, entonces le pregunté:

- ¿Sos de familia de campo?

- No, ¿por qué?

- Como siempre te veía con bombacha y el tema que elegiste es sobre gauchescas, suponía que eras de familia de campo.

- No. Uso bombacha porque es cómoda pero no tengo más que un tío en los campos de Córdoba con quien no tengo mucho contacto.


Ese breve diálogo aclaró mi duda sobre su modo de vestir y, para los que lean esto, sobre el pudor de la niña.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La casa de la Familia Puch

La esposa del General Martín Miguel de Güemes se llamaba Carmen Puch y la finca familiar donde se crió y se refugió con sus hijos -cuando los realistas los perseguían para contar con rehenes valiosos- se encontraba en el actual Departamento de Rosario de la Frontera, al Sur de la Provincia de Salta. En el epistolario rescatado en el libro GÜEMES DOCUMENTADO hay referencias a la sala como "fortaleza".
En la foto está el que escribe este blog junto a una de las puerta de lo que queda de esa casona. La ruina permite reconocer su dimensión orginal y algunos de los cambios que le hicieron a principios del siglo XX, sería bueno que los historiadores trabajaran sobre el testimonio edilicio y que las autoridades de cultura provincial le pusieran atención a una locación histórica sólo recordada por sus vecinos.

lunes, 12 de julio de 2010

Libro digital Lorca memoria de la angustia

Julio Díaz Escamilla es un escritor de una larga trayectoria internacional con más de 50 obras de teatro escritas, nueve poemarios, dos libros de cuento y cuatro novelas. El autor (San Salvador, El Salvador, C.A. 1957) ha ganado dos veces el Premio Hispanoamericano en Dramaturgia con las obras: Un continente para llorar y El Inquilino; un premio centroamericano de Teatro con Geranios en Botón y, también dos veces, el premio mundial de poesía (3er.lugar en 2007 y 2do. Lugar en 2008) que organiza el Ministerio de Relaciones Exteriores para escritores salvadoreños en el exterior con sus obras: Patria en tres suspiros y Somos uno.

En Guatemala recibió la Medalla Presidencial por la creación de TEATRÈN (Teatro del Ferrocarril) y fue elegido en el 2003 Artista del Año por Hemeroteca Nacional y las instituciones Alejandro Von Humboldt y Dante Alighieri de aquel país centroamericano. A su llegada a Argentina (Dic. 2005) recibió de manos del señor Alberto Migré (y Directiva) la medalla conmemorativa de ARGENTORES y su tesis autoral ha sido presentada en la UBA -Facultad de Filosofía y Letras-, en GETEA -Grupo de estudios de teatro argentino- y en diversas instituciones de Buenos Aires, Rosario, Paraná, Diamante, Trelew, San Juan, Córdoba, Victoria, Salta y otras ciudades adonde ha sido invitado para charlas y conferencias.

Su docencia la ha realizado en la Universidad Mariano Gálvez, Universidad Popular de Guatemala, la Escuela Nacional de Arte Dramático del Centro Cultural de Guatemala, Folio 114 e Instituto Normal Central para Varones de aquella república centroamericana; Museo de la ciudad Carlos Anadón, Abadía del Niño Dios, Escuela Normal Alejandro Magnasco, BAPA y Centro Cultural Mburucuyà de Victoria, Entre Ríos; Secretaría de Turismo, Dirección General de Bibliotecas y Archivo, Centro Cultural Arístene Papi, y en el Museo Casa de Hernández de la Ciudad de Salta. En Ramírez, Entre Ríos, ejerció cátedra durante 2008 en la Escuela de Expresiones Culturales con su Laboratorio de Escritura Creativa, el que ha llevado a distintas ciudades argentinas.

En el 2009 la Fundación Salta le contrató para impartir el Taller: Mitos y Leyendas; el CAJ (Centro de Atención Juvenil con sede en Buenos Aires) le solicitó impartir su Laboratorio de escritura a sus operadores docentes en la provincia de Salta; y la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Salta le auspició durante el 2009 el desarrollo de su Laboratorio: La escritura literaria en la marginalidad (orientado a Hogares de la tercera edad y cárceles).

En Salta fue declarado en Julio de 2008 “Personalidad Destacada”; en el mes de Octubre La Municipalidad de El Galpón, Salta, le declaró “Visitante Ilustre” en ocasión de ir a compartir su Laboratorio de Escritura Creativa; y en 2009 la ciudad de Tartagal le declaró “Visitante Ilustre”.

En la Edición del 11 de Octubre de 2009, la Revista Ñ de Diario Clarín dedicó una página a este autor centroamericano.

Su primer poemario argentino Lorca – memoria de la angustia- fue presentado en el 2008 en la 34 Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y se agotó, por lo que este año ha realizado una edición digital musicalizada y recitada por su propia voz.