jueves, 23 de julio de 2015

EL ETERNAUTA. EL NAVEGANTE Y LAS ÉPOCAS

            El eternauta es la creación de Héctor Oesterheld y Francisco Solano López que en 1957 cambió la historia de la historieta argentina y, podríamos aventurar, de su cultura. No era la primera vez en la ficción que los escenarios de la invasión extraterrestre estaban lejos de New York o Washington, pero sí la primera que tenían una larga tirada y un considerable impacto entre variados lectores.
            Las entregas de las tiras que componen la historieta duraron dos años, desde 1957 hasta 1959, con lo que la revista Hora cero alcanzó una de sus más altos números de ventas. Con esa revista comenzó la época de oro de la historieta argentina, tanto por la cantidad de ediciones, el volumen de las ventas como por sus creaciones fundancionales.

            Actualmente es uno de los referentes de la nuestra cultura y en nuestra ponencia aventuramos que cubre el espacio de la epopeya que los intelectuales de principios del siglo XX buscaban para dar cohesión a la naciente cultura nacional.
            El nombre de la ya clásica historieta no está dado por el nombre del personaje principal, como pasa normalmente en el género, sino por su sobrenombre. El mote en cuestión es JUAN SALVO, con una clara simbología, que a lo largo de su peripecia se convierte en "El eternauta", "el viajero de la eternidad", como lo bautiza "una especie de filósofo de fines del siglo XXI".


            Un género con sello nacional
            La aparición de la historieta es relacionada, generalmente, con el desarrollo de la industria editorial norteamericana. Todos los investigadores del género ubican como primera historieta a “Yellow Kid”, en el periodismo amarillo norteamericano; sin embargo la Argentina tiene su propia tradición con sus orígenes en las revistas satíricas que surgieron en el siglo XIX. Caras y Caretas, PBT y luego Rico Tipo son títulos que ya forman parte de la larga memoria de la cultura nacional. El humor gráfico -pariente cercano de la historieta- ya tenía vitalidad en el siglo XVII y derivaba de los dibujos satíricos que ilustraban los escritos desde la edad media. Como referencias sólo basta con recordar la escena de El nombre de la rosa en la que los monjes detectives revisan los trabajos de la primera víctima y hablan de él como un iluminador que ilustra los escritos que satirizan a la jerarquía eclesiástica. En la Argentina del siglo XIX hay varias revistas que participan de las disputas políticas y allí es habitual la caricatura y el humor gráfico, con todas las características que conocemos en la actualidad: la caricaturización de un personaje público de turno y un breve diálogo inscripto al pie de la viñeta. “Goyo y Sarrasqueta” surge en Caras y Caretas con la particularidad de que no se trata de la representación caricaturesca de referentes externos sino de dos personajes ficticios que, frente a la discontinuidad del humor gráfico, aparecían regularmente, en más de una viñeta -o sea en tiras y dialogaban- no con notas al pie del cuadro, sino en globos. En resumen, ya tenía todas las características de la historieta que se desarrolló en el siglo XX.


            Un lenguaje propio
            Los historiadores del género coinciden en que la historieta argentina comienza a desarrollar un lenguaje propio después de la Segunda Guerra Mundial porque el conflicto ocasionó la interrupción de las importaciones en muchos ramos, incluso de las tiras para los diarios y las revistas. Ese proceso es claramente visible en la década del cincuenta, en la que los creadores de ficciones comienzan a cambiar los escenarios o lo que Sasturain llama "el domicilio de la aventura". Pero esa transformación no es abrupta, todavía los personajes de creación nacional tiene nombres anglosajones y se ubican en paisajes norteamericanos o europeos. Habrá que esperar a que Rolo y luego Juan Salvo enfrenten desde las calles de Buenos Aires la invasión extraterrestre para afirmar que la acción se traslada definitivamente a un escenario nacional.
            En El eternauta es interesante ver esa transición en los dibujos de Solano López. Este dibujante es muy reconocido como un gran creador de rostros y expresiones, y muy elogiado por la reproducción que hace de Buenos Aires para esta historieta. A ese respecto, en una reciente entrevista declara que no era mucho mérito documental porque los lugares que representaba son los barrios donde creció y vivió mucho tiempo.

Decíamos a propósito de El Eternauta que en sus dibujos aún se notan los estereotipos propuestos desde los modelos norteamericanos. Por ejemplo Elena, la esposa de Juan Salvo, perfectamente se corresponde con la imagen de la esposa rubia de clase media norteamericana. En cuanto a la ropa no hay mucho que objetar porque los dictados de la moda casual están dictados por los yankees.

Viajero de la eternidad
Las referencias temporales explícitas en las dos versiones de Oesterheld se dan en el momento final, cuando Juan Salvo está cerrando su testimonio ante el guionista, ve un diario y pide confirmación de la fecha, entonces revela que lo que ha relatado sucederá en un futuro no muy lejano - 1963- en relación con el momento en que cuenta lo sucedido -1959-. En la segunda versión las fechas son 1969 y 1971, respectivamente.
El profético relato que podría poner en alerta a los desprevenidos terrícolas queda neutralizado porque “El eternauta” comprende que, por haber llegado a un tiempo anterior al de los hechos que lo transformaron en un errante de las dimensiones, puede recuperar lo que ha perdido. En esas tiras finales llegamos a vislumbrar que toda la lucha y la peregrinación del héroe son los mismos objetivos de Ulises: recobrar el hogar y la familia. Metas a las que ni la interposición de fuerzas naturales ni sobrenaturales serán capaces contra la determinación del héroe.
El viajero de la eternidad sale corriendo de la casa del guionista que lo ha escuchado hablar toda la noche, se dirige a su casa para encontrarse con la esposa y la hija que le fueron arrebatadas en laberintos interdimensionales. El escritor sale en busca de su atribulado personaje, cuando le da alcance el héroe ha recuperado el paraíso perdido y -como en el relato de Kipling[1]- semejante dicha le borra la memoria de sus peripecias anteriores. Sólo queda el testimonio en manos de un creador de ficciones. Todo lo que dé a conocer no podrá ser tomado como una advertencia profética, pero el guionista no puede eludir su destino y construye el relato para poner en alerta al mundo sobre los terribles acontecimientos que se avecinan.
Entonces el relato se cierra con el paradójico y profético "¿será posible?" de un perplejo testigo de una historia que lo desborda.

En busca de la epopeya
El Gaucho Martín Fierro fue publicado por José Hernández como parte de su diatriba política o sea más bien como un panfleto que como un texto con pretensiones literarias. Su consagración como texto fundamental para la literatura argentina fue obra de reconocidos intelectuales de principios del siglo XX que buscaban un referente cultural que le diera cohesión a una sociedad que necesitaba parámetros comunes para definirse ante una situación de crisis.

El ciclo de conferencias de Leopoldo Lugones que luego publicó con el título de El Payador fue fundamental en ese proceso consagratorio que no podemos decir que haya sido forzado, pues hubo una identificación de la sociedad en su conjunto con las historias relatadas y las peripecias de un personaje que adquirió carácter emblemático.
La tarea de Lugones se apoyó en su conocimiento de la cultura clásica greco latina y de la historia de las formas poéticas hispánicas y criollas que le permitieron asimilar la forma de los libros de Hernández a la de la epopeya clásica. Esa tarea, aún cuándo fue discutida y refutada, no evitó que los dos libros sobre el ficticio gaucho Martín Fierro fueran asimilados como referentes insoslayables de la cultura nacional.
Algo similar está sucediendo con El eternauta cuyo periplo no fue similar, ya que no surgió en el campo de las disputas políticas, sino como un producto para el entretenimiento de las masas.
En lo que ambos textos coinciden, Martín Fierro y El eternauta, es que ambos tuvieron una gran difusión entre los grupos sociales que trataban de integrarse para constituir la nación argentina.
Entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX el país estaba recibiendo sucesivas oleadas inmigratorias de diversa procedencia ante los cuáles los nativos criollos, de distinta extracción social, se sentían amenazados y, simultáneamente con el cambio en los modos de producción, el tipo de vida de los gauchos representado por Martín Fierro desapareció, pero quedó en el imaginario de criollos e inmigrantes como un referente común.
A mediados del siglo XX la cultura nacional – definitivamente urbana - recibía una nueva invasión, las oleadas de un interior empobrecido que buscaba en las ciudades centrales las posibilidades de promoción social que no encontraban en sus arruinadas provincias. Esas ciudades requerían de una nueva expresión que les diera un referente común y fue El eternauta la aventura en que los nuevos argentinos encontraron el relato que los representaba.

El viaje de Odiseo
De modo similar a Martín Fierro que migró desde las pulperías y las rondas de payadores a las bibliotecas y foros universitarios, en sucesivas e incontables ediciones; El eternauta migró desde los quioscos a las universidades con múltiples ediciones y continuaciones con auspicio estatal.
Así como Leopoldo Lugones asimiló al Martín Fierro al linaje de Hércules y mostró las analogías entre sus acciones y las de los héroes épicos, voy a perpetrar la analogía entre Juan Salvo y el linaje de Odiseo.
Marcelo di Marco en su “Taller de corte y corrección” propone retomar las fábulas clásicas como fórmula para lograr un relato eficiente y esa parece haber sido el modo en que mucha de la narrativa que tiene éxito responde a ese principio.
Podemos sintetizar la historia de Odiseo del modo más burdo y elemental como el periplo de un hombre que trata de volver a su casa, con su mujer y su hijo, aún en contra de toda oposición posible. El héroe no descansa hasta que logra ese objetivo.
Juan Salvo se presenta ante un guionista y le revela su identidad de viajero de la eternidad o “eternauta” que recorre las dimensiones del universo tratando de retornar a su casa, con su esposa y su hija. Los dioses, semidioses, sirenas, hechiceras y monstruos de la literatura clásica fueron reemplazados en la historieta por extraterrestres y tecnología alienígena, pero el objetivo del héroe es el mismo y su descanso no llega hasta que no colma esa necesidad.
Ha pasado más de medio siglo desde que El eternauta comenzó su viaje desde su isla[2] – la casa sitiada por la nevada mortal – y desde entonces su búsqueda y su lucha son cada vez más conocidas en el mundo, perdonando el estilo pobre y lleno de clichés de un guionista fiel a las normas del género a mediados del siglo XX.
Los argentinos que leyeron las tiras desde 1957 se encontraron representados en los distintos personajes, ya sea por el hombre de familia que debe recurrir al ingenio para sobrevivir, al obrero calificado que descifra la tecnología alienígena, en el soldado que se empeña en luchar aunque el enemigo lo supere en armas y número, en el historiador que trata de registrar los acontecimientos aún a riesgo de su vida y así un largo etcétera.
Esa empatía entre la historieta y sus lectores fue la misma que encontraron los pueblos con sus textos fundacionales, ya sea la Ilíada, la Eneida, el Cantar de Mío Çid o el Martín Fierro.
Si desde la lejana antigüedad hasta el siglo XIX la forma poética fue la más adecuada para representar las hazañas de los héroes fue porque facilitaba su memorización y su transmisión. En el siglo XX la imagen dominó la escena de la transmisión de información, por ello si la historia del Juan Salvo hubiera sido relatada un siglo antes hubiera estado en versos y, tal vez, acompañada de guitarra, pero en la era de la imagen la historieta le fue propicia y en el siglo XXI la pantalla del cine la está esperando.


BIBLIOGRAFIA

Avila, Felipe Ricardo (2007), Oesterhed y nuestras invasiones extraterrestres, Tomos I y II, Buenos Aires, Deux Book
Barreiro, Taborda y Rearte (1999); El eternauta. Odio cósmico, Buenos Aires, Record
Borges, Bioy Casares y Ocampo (1985), Antología de la literatura fantástica, Bs. As., Sudamericana
Di Marco, Marcelo (1998), Taller de corte y corrección, Buenos Aires, Sudamericana
López, Solano y Maiztegui, Pablo (2003), El eternauta. El regreso, Buenos Aires, Sol
Lugones, Leopoldo (1991), El payador, Caracas, Biblioteca Ayacucho
Oesterheld, Héctor y Breccia, Alberto (1982), El eternauta, Los libros de Humor N° 3, Buenos Aires, Ediciones de la Urraca
Oesterheld, Héctor y López, Solano (1976?), El eternauta, Buenos Aires, Record
Oesterheld, Héctor y Trigo, Gustavo (1988), La guerra de los antartes, Buenos Aires, Colihue, Serie del Aventurador
Gociol, J. y Rosemberg, D. (2000), La historieta argentina. Una historia, Buenos Aires, Ediciones de la Flor
Lalín, Daniel (Director) (1998): Revista La Maga, Homenaje a Oesterheld a 20 años de su desaparición Año 6, N° 332, 27 de mayo. Incluye los siguientes artículos:
- De Santis, Pablo: “Existe el mito de leer a Oesterheld por todas partes”
- Sasturain, Juan: “Fue siempre un escritor de aventuras”
- Lucano, M. Y E. Jauretche: “La aventura de vivir para servir”
- LEVENSON, Gregorio: “Germán”
- D Έspósito, Leonardo: “El cine”
Rivera, Jorge (1992), Panorama de la historieta en la Argentina, Buenos Aires, Libros del Quirquincho
Sasturain, Juan (1995), El domicilio de la aventura, Buenos Aires, Colihue
Secretaría de Cultura de la Nación, D.N.I. El eternauta, video distribuido por la Revista La Maga, Año 5, N° 221, 10 de abril de 1996
Scolari, Carlos (1999), Historietas para sobrevivientes, Buenos Aires, Colihue



[1] Kipling, Rudyard, “La historia más hermosa del mundo” en Borges y otros, Antología de la literatura fantástica, Bs. As., Sudamericana, 1985
[2] En muchas entrevistas Héctor Oesterheld confesó que su punto de partida fue la situación de Robinson con la casa como una isla en la que los sobrevivientes deben explotar los recursos que encuentren a su disposición para sobre ponerse al desastre.

Nota: La versión original de este artículo fue elaborado en el marco del Proyecto Nº 1803 del C.I.U.N.Sa. y presentado como ponencia en las V Jornadas de Cultura Grecolatina del NOA realizado en Salta los días 9, 10 y 11 de junio de 2011, organizado por cátedra de Lengua y Cultura Latina de ña Facultad de Humanidades de la UNSa.

Oesterheld y LA RECUPERACIÓN IMAGINARIA DE LA HISTORIA


            La revista El descamisado fue parte del aparato de propaganda elaborado por la facción peronista conocida como Montoneros. Era una publicación semanal con artículos sobre la actividad política del movimiento y su interpretación del accionar del gobierno que habían contribuido a reinstaurar. Entre el material que difundía estaban las historietas escritas por el guionista Héctor Germán Oesterheld.

            La inclusión de historietas se debía a que la dirección editorial de la revista había comprendido que el nuevo lenguaje elaborado en el último siglo era uno de los mejores mecanismos de enunciación para llegar con una versión revisada de la historia a un público lector que esperaba un cambio en el presente, cambio que sólo se comprendería si provenía del pasado.
            En este trabajo analizaremos la enunciación de las historietas publicadas con temas particulares pero que componen una reescritura de la historia que explica el conflictivo presente de los enunciadores.

            EL MEDIO
            La revista El Descamisado fue una de las publicaciones realizadas por la agrupación Montoneros dentro de su plan general de divulgación, propaganda y adoctrinamiento. Era un semanario político que circuló entre 1972 y 1974, cuando fue clausurado por el Decreto 1100/74 del Ministerio del Interior del gobierno peronista, al que -paradójicamente- había ayudado a retornar del exilio.
            Montoneros fue una facción del peronismo formada fundamentalmente por jóvenes que no vivieron el primer gobierno de Perón pero que recibieron la imagen mítica del "Grande Hombre" en el exilio y alimentaron la versión mesiánica por la que era quien podía rescatar a la Patria de la postración en la que había sido sumido por sucesivos gobiernos "entreguistas" y "apátridas" desde su derrocamiento.
            Tomar el nombre de "montoneros" fue una elección que se enraíza en un interés por reescribir una historia rescatando a aquellos protagonistas populares que fueron condenados por la "historia oficial"[1].
            Esta ala del peronismo siguió una orientación nacionalista y con matices violentos para preparar el retorno del caudillo Perón que debía proclamar la "patria socialista" en abierto desafío al imperialismo anglosajón. Resultado de esta lectura del retorno de Perón fue el violento enfrentamiento de las distintas facciones peronistas en Ezeiza.
            La revista, a partir de su décima entrega, además de las notas de actualidad política y de las noticias de la semana, incluye una sección ilustrada titulada AMÉRICA LATINA, 450 AÑOS DE GUERRA. En su página de presentación se muestra la sección como un modo de contar la historia de Latinoamérica entendida como una larga guerra contra el imperialismo.

            Esa nota de presentación, a modo de prólogo, plantea el programa con el que se va a publicar la sección, formulado como una serie de preguntas a las que se propone dar respuestas. Las respuestas que se presentarían en la sección tendrían por finalidad mostrar el pasado para esclarecer el presente:

Desde las páginas de El descamisado saldrá entonces nuestra verdadera historia.
Cuál fue la realidad de nuestro pasado y cuál es la realidad de nuestro presente. (Oesterheld y  Durañona, 2004: 7)

            La dirección de la revista estuvo a cargo de Mario Hernández y Dardo Cobo, quienes encomendaron la sección al más afamado guionista de historietas de la Argentina, a Héctor Germán Oesterheld, y a un reconocido dibujante, Leopoldo Durañona. Ambos creadores se habían conocido y habían compartido tareas en la editorial Hora Cero, donde se publicaba una de las versiones de El Eternauta, de cuya ilustración participó Durañona ocasionalmente.


            LOS PRODUCTORES
            Héctor Oesterheld tenía su lugar bien ganado en la historia del género con la creación de la saga de EL ETERNAUTA a partir de 1957 y, dentro de la agrupación, por las historietas CHE de 1968 y LA GUERRA DE LOS ANTARTES publicada por primera vez en 1970.
            Por lo tanto la intención de la directiva fue producir un texto que presentara la historia desde un lenguaje cuya popularidad había crecido junto con la sociedad desde la década del cuarenta.
            Desde el punto de vista gráfico, la publicación es excelente. El lenguaje icónico desarrollado por la historieta argentina, trabajando solamente con blanco y negro, sin medios tonos, está magníficamente logrado. Es un claro ejemplo del grado de desarrollo alcanzado por la gráfica argentina a esa altura del siglo XX[2], tras la experimentación de Alberto Breccia y Lucho Olivera, en orden de importancia. Sin embargo, el trabajo sobre el código lingüístico parece haber retrocedido medio siglo, no por su nivel gramatical sino por su planteamiento textual.
            A esa altura del siglo XX, la historieta había logrado gran desarrollo como relato, no sólo de aventura, y, justamente con Oesterheld y los Breccia, había mostrado su capacidad para llegar a vuelos líricos, pues la versión que realizan sobre la biografía Ernesto Guevara en CHE es un texto producido con un expreso compromiso político pero, lejos de quedar en el panfleto, se convirtió en uno de los mejores representantes de la historieta como arte, no sólo por su trabajo plástico sino por la interacción de los dos códigos que la componen.
            En las publicaciones del El Descamisado retorna a los antecedentes de la historieta, a las láminas didácticas que representaban -más bien por un procedimiento expositivo que narrativo- las vidas ejemplares de santos o héroes[3].
Las láminas didácticas, aunque puedan estar segmentadas en cuadros e incluir globos, son antecedentes de la historieta porque, desde el punto de vista de la superestructura, responden a modelos expositivos, pueden llegar a constituir el germen de un relato, pero carecen de la peripecia o conflicto fundamental que requiere el prototipo narrativo[4].
            No podemos atribuir el defecto narrativo al guionista, pues su maestría está probada de sobremanera, más bien consideramos que este aparente retroceso genérico se debe a una adecuación del lenguaje al medio.
            El medio no es una revista de historietas exclusivamente, ni mucho menos de entretenimiento; es una publicación de carácter político, explícitamente revolucionario, que proponía dar a difusión las actividades que realizaba en esos momentos la agrupación Montoneros y para justificar sus acciones buscaba legitimarse dentro del panorama político, no como un ala nueva del peronismo sino como el mismo movimiento nacional, que encontraba en Perón su caudillo.

(...) la posición de enunciación de Perón se elabora progresivamente, y (...) su fusión con el pueblo es la culminación, y no el comienzo, del proceso (...) y la transformación de Perón en un enunciador abstracto depositario de la palabra del pueblo es un resultado, que se reitera simbólicamente cada 17 de octubre. Es a partir de un momento dado que la palabra de Perón, expresión de la voluntad del pueblo, se vuelve intransferible. (Verón y Sigal, 2003: 200)

            La operación de justificar una relación particular entre Montoneros, peronismo y Perón requería volver a contar la historia latinoamericana desde un postulado interpretativo que considera una hipótesis de conflicto permanente entre imperialismo y pueblo sometido que en las históricas montoneras se manifestó como fuerza armada.

A través de la recuperación imaginaria de la historia, la juventud peronista busca fundar su propia legitimidad en el hecho de que no llegó nunca, de que estuvo siempre allí: esfuerzo por anular el tiempo histórico, eludiendo así la pregunta por el origen de su legitimidad. (Verón y Sigal, 2003: 200)

De ese modo se comprende que la tarea asumida es totalmente coherente con los postulados de la agrupación Montoneros[5] que, desde la asunción de su nombre, se presentan a sí mismos como la continuación de una historia que nunca pudo ser interrumpida: la de la causa de la liberación nacional del imperialismo internacional y la consiguiente deposición de los aliados y agentes que operan desde los factores de poder en el país.
            En ese contexto es comprensible que Oesterheld, gran creador de peripecias y aventuras, no se haya preocupado tanto por contar historias como por resumir episodios de la historia nacional, agregándoles un cierre interpretativo, una evaluación que unifica el pasado con el presente.

            PERIPECIA DE LA PUBLICACIÓN
            La revista El Descamisado desapareció de la Argentina con un destino similar al de otras publicaciones de la década del setenta: el aparato represivo del peronismo decadente del gobierno de Isabel Perón y luego el del gobierno de facto no se conformó con intervenir las editoriales y prohibir publicaciones, más aún, trató de borrar todos los rastros de lo que etiquetó como subversivo.
            Por lo tanto la revista que citamos quedó reducida a algunos ejemplares en archivos personales o en el extranjero[6], dificultando la tarea de los investigadores.
            Sabíamos de la existencia de la historieta porque Verón y Sigal la consideraban dentro de su corpus de análisis, sin embargo no contábamos con el material de primera mano. La versión con la que trabajamos para nuestra investigación es LATINOAMÉRICA Y EL IMPERIALISMO. 450 AÑOS DE GUERRA, compilación publicada en 2004 por Javier Doeyo y Juan Manuel Viniegra. El libro, de un formato grande[7], se abre con una semblanza sobre Oesterheld a cargo del Canciller Rafael Bielsa, continúa con “Palabras del editor” de Juan Manuel Viniegra y luego una serie de treinta y cinco historietas con las referencias correspondientes a los números originales en que fueron publicados. Conforman capítulos de tres a seis carillas que, ordenados de acuerdo con su disposición original de publicación, presentan episodios de la historia argentino; aunque los episodios no siguen un riguroso orden cronológico, pues algunos hacían referencias a situaciones contemporáneas que estaban más explicitadas en otras notas de la revista.
            En la serie de historietas hay comentarios intercalados que interrumpen la lectura continua de la serie. La primera de esas intercalaciones es la referida a las cartas de los lectores y la respuesta publicada por el editor de la revista, sobre el número 16 del 4 de setiembre de 1973, titulado El “17” de los orilleros y otra hacia el final, “A modo de epílogo”, referida a la inclusión de dos capítulos que precedieron la serie original y que fueron publicados en los números 5 y 6 de El descamisado. Esos capítulos incorporados al final muestran, más que un trabajo de ficcionalización de la historia, una producción testimonial que presenta el estado de sociedad y el conflictivo regreso de Perón a la Argentina.
            De acuerdo con Eliseo Verón y Silvia Sigal la operación realizada por la historieta publicada en El descamisado es parte de un aparato enunciativo tendiente a fundar la posición de verdad de los enunciadores:

esta historia es la verdadera historia y aquel que pueda relatarla, que puede encontrar detrás de tantas versiones engañosas y detrás de tantos acontecimientos diversos lo que realmente estaba sucediendo, constituye por lo mismo el lugar desde donde esto puede hacerse. El lugar de la verdad, el lugar que él ocupa. (Verón y Sigal: 2003: 197)

Por ello Oesterheld abandona la orientación inicial, de relatar testimonialmente los acontecimientos inmediatos, y da lugar a la historia, al pasado que ilumina el presente. Lo que se hace evidente por un mecanismo que se vuelve recurrente en todos los capítulos de la historieta: establecer un paralelismo o la continuidad entre los hechos del pasado y la realidad contemporánea.

Ya hace 200 años, cuando todavía éramos colonia declarada (desde 1810 somos colonia disimulada) (E. D. 14)[8]

Un típico arreglo entre piratas repartiéndose de antemano las ganancias. Tal como lo hacen los actuales financistas internacionales: pirata y financista son sinónimos. (E. D. 18)

Historia que se repite todavía hoy, pero ya no por mucho tiempo. Los hijos de aquellos reclutas cuyanos, de tanto paisano, de tanto pobre de aquí y de afuera sacrificados en la tan larga lucha por hacer una patria, ya están dejando de ser carne de cañón. Ya tienen quien los guíe, quien les abra los ojos, y ya cierran el puño para la gran lucha por le bien común. Ya aprendieron que el “¡viva la patria!” de antes, es hoy “¡liberación o muerte!” (E. D. 64)

            De lo que se desprende que la historia, tal como la difundía esta publicación de Montoneros, era una representación de los males del pasado evocado que seguían siendo los mismos del presente desde el que se enunciaba. Esa representación tenía que generar conciencia en el pueblo para que reasumiera su fuerza para el cambio, la que ya se había manifestado poderosamente en el pasado a través de la milicia armada. Su incipiente manifestación en ese momento era la agrupación “Montoneros” que se proponía explícitamente enfrentar y expulsar a la “oligarquía”


            CONCLUSIÓN
            En otros trabajos de investigación anteriores analizamos la evolución del género y vinculamos algunos temas a la serie histórica, sin embargo la incidencia de la serie política es tan importante que nos ha mostrado que puede interferir en el desarrollo mismo del género, revitalizando una forma aparentemente superada: la etapa de las láminas didácticas recuperada por Oesterheld en un momento culminante de su carrera.
            Además habíamos notado que una tendencia de mercado internacional había dado una nueva orientación a la historieta que pasaba del ámbito de los quioscos al de las librerías. Movimiento que en nuestro país se reforzó con un proceso de rescate de textos dispersos o desaparecidos y de publicaciones que por avatares, ajenos al género o al mercado, no estaban en circulación. Hubo colecciones dirigidas por investigadores de la talla de Piglia y Sasturain y, cuando el movimiento parecía detenerse, vuelve a cobrar vigor con grandes tiradas, por ejemplo la que dirigió Clarín los año 2004 y 2005 y ahora nos encontramos con esta rara avis de la producción nacional.
            De allí surge las preguntas ¿Cómo es que un importante componente del gobierno nacional se toma una parte valiosa de su tiempo para escribir sobre un historietista? y ¿Por qué en este momento?
            Creo que las respuestas no nos la dará simplemente el mercado o la evolución del género sino el momento político. No es desconocida la militancia del  Presidente Néstor Kirchner en Montoneros y la presencia en su entorno de compañeros de aquellos años. Por lo tanto el rescate de publicaciones que circularon en su momento de militancia activa son modos de reforzar su imagen y su identidad en un país de conflictiva memoria y en un partido con distintas facciones, cada una heredera de las disputas surgidas en el seno del partido a partir del exilio de Perón.




BIBLIOGRAFÍA

Albertoni, Carlos, SANTAS HISTORIETAS. ENCICLOPEDIA DE LOS COMICS, Buenos Aires, Catálogos, 2004

Caro Figueroa, Gregorio, “Las derivas del revisionismo histórico”, Salta (mimeo), 2005

Sigal y Verón, PERÓN O MUERTE. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, EUDEBA, 2003

Gené, Marcela, UN MUNDO FELIZ. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo, 1946 – 1955, Buenos Aires, F.C.E., 2005

Gutiérrez, Rafael, “El rosismo y el peronismo en la historieta” en ABORDAJES Y PERSPECTIVAS, Salta, Secretaría de Cultura, 2003




[1] El revisionismo histórico no es una corriente histórica sino muchos movimientos orientados por distintas tendencias ideológicas, según el análisis crítico que realiza Gregorio Caro Figueroa (2005)
[2] En 1968 el trabajo gráfico realizado por Alberto Breccia para Mort Cinder había llevado el dibujo de historieta en blanco y negro a una nueva dimensión de gran expresividad.
[3] Uno de los antecedentes de la historieta como género son las láminas y estampas sobre santos que emplea la Iglesia como uno de los medios de evangelización. de modo similar la escuela también utiliza el mismo recurso para mostrar la imagen ejemplarizadora de los héroes y los hechos históricos.
[4] Es necesaria la presencia de un estado inicial, un proceso de transformación y un estado final.
[5] Montoneros es la despectiva designación que tanto realistas como gobiernos dieron en el siglo XIX a las fuerzas irregulares guiadas por caudillos y que participaron de las guerras por la independencia y de los conflictos internos del país.
[6] Eso explica cómo Verón y Sigal pueden citar la publicación en su estudio, pues lo realizan en Europa, mientras que para investigadores locales los mismos documentos eran inaccesibles.
[7] Dimensiones: 19,5 cm por 27,5 cm.
[8] De aquí en más indicamos las iniciales E. D. para referirnos a la edición que estamos utilizando para esta ponencia.

Nota: La versión original de este artículo fue elaborado en el marco del Proy. C.I.U.N.Sa. Nº 1497, bajo la dirección de la Mag. Amelia Royo, y presentado como ponencia en las IX JORNADAS INTERNAS DE INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA DE LA ESCUELA DE HISTORIA, realizadas en Salta durante el año 2008, organizadas por la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa

POLÍTICA LINGÜÍSTICA ANTE EL SEGUNDO CENTENARIO

            La celebración del segundo centenario del movimiento de mayo en la Argentina ha llevado a una serie de reflexiones en distintos campos como un balance y una evaluación sobre lo que ha pasado con el país en un proceso que lleva ya doscientos años.
            El I Foro de Lenguas del NOA fue un espacio de reflexión propicio para evaluar qué ha hecho la Argentina en los últimos doscientos años y cuáles son las propuestas para la nueva centuria en cuanto a la política lingüística.
            Cuándo se produjo el movimiento de Mayo, allá por 1810, la Primera Junta de Gobierno tuvo la visión de un país diverso, compuesto por criollos y aborígenes, es por ello que redactó proclamas y las hizo traducir a las lenguas nativas mayoritarias, con la intención de que esos pueblos se sintieran reconocidos e involucrados con la gesta emancipatoria que en parte era presentada como una reivindicación de las naciones sometidas por el Imperio Español.
            En el último cuarto del siglo XIX la naciente República Argentina planteó una política inmigratoria tendiente a consolidar el control sobre un territorio demasiado extenso y despoblado para garantizar la soberanía. Sin embargo la implementación de esa política fue dispar, generando hacinamiento en las ciudades y escasa distribución en la zona rural y aún menor o nulas en las fronteras.
            El preámbulo de la Constitución Nacional no ponía límites a la procedencia ni a la condición de los inmigrantes, pero frente a la idealización de la generación romántica, las personas reales representaban los rasgos étnicos europeos, mas no así una cultura superior, pues en su mayoría procedían del ámbito rural o de los sectores proletarizados de Europa.
            A fines del siglo XIX los gobiernos se encontraron frente a una diversidad cultural, étnica y lingüística tan grande que amenazaba con generar una multitud de ghetos y un país plurilingüe. Frente a ese desafío la decisión política fue la de unificar imponiendo una cultura y una lengua nacional, en detrimento de las tradiciones de los inmigrantes y de las comunidades aborígenes aún existentes.
            El principal instrumento de esa política fue la educación primaria obligatoria, laica y gratuita con peso de ley, por tanto con el apoyo de la institución policial y judicial para hacerla cumplir. La enseñanza en lengua castellana y de la gramática castellana se impuso de Ushuaia a La Quiaca sin importar la procedencia cultural de los estudiantes.
            La aplicación de la medida se facilitó ante comunidades analfabetas o con escasa alfabetización en las que los adultos consideraban a la sociedad criolla alfabetizada como superior y a la educación como un modo de promoción social. Otras comunidades organizadas para mantener la escolarización en su lengua materna tuvieron que aceptar las disposiciones gubernamentales y en el mejor de los casos mantener una doble escolarización para sus niños. Situación que se presentó especialmente con las aisladas y autónomas comunidades galesas instaladas en La Patagonia.
            Con la población joven -pero que ya no estaba en edad de ser asimilada por la escolarización primaria­- la política de nivelación lingüística pasó a través del Servicio Militar Obligatorio. Por el cual los jóvenes eran alejados de sus comunidades de origen, mezclados con otros y sometidos a las órdenes y a una enseñanza básica sobre los símbolos patrios impartidos en lengua castellana.
            La educación primaria obligatoria no contemplaba más que la enseñanza en y de lengua castellana pues estaba destinada a cumplir con la política de homogeneización cultural y lingüística. Sólo la educación privada daba cabida a la enseñanza de segundas lenguas en especial las clásicas –latín y griego- y otras que ya desde el siglo XIX estuvieron representadas en la Argentina por el inglés y el francés, debido a que la ingerencia política y cultural de Inglaterra y Francia los presentaban como una necesidad en la formación de cualquiera que se desenvolviera en un ámbito social prestigiado.
            Desde mediados del siglo XX, algunos países que en el pasado se desentendieron de los emigrantes, consideraron la posibilidad de reconstruir los lazos con ellos o sus descendientes e impulsaron políticas de difusión cultural y lingüística fomentando la enseñanza de lenguas ya estandarizadas para su inserción internacional. Tal es el caso de lenguas como el alemán, el italiano, el árabe clásico, el hebreo, el japonés y el chino mandarín.
            En la Argentina, a pesar de los cambios de simpatías en las relaciones internacionales, el inglés y el francés se mantuvieron con el prestigio del siglo XX, aún cuando la nueva cabeza del imperio sea Estados Unidos de Norteamérica, ya que allí aún ahora siguen consideradas como lenguas de prestigio el inglés británico y el francés.
Sin embargo en algunas escuelas públicas y privadas se incorporó la enseñanza de otras lenguas, como el italiano y el portugués, atendiendo a tradiciones que tenían que ver con contactos culturales o ascendencia.
            En las últimas décadas del siglo XX la política educativa fue marcada por un sesgo pragmático que reorientaba la enseñanza de las segundas lenguas, prefiriendo el inglés para usos técnicos y el francés para las instituciones educativas con orientación artística, manteniendo el latín y el griego para las de orientación humanística.
            La incorporación de la República Argentina a organizaciones panamericanas insistieron en la importancia del inglés en la educación obligatoria y la necesidad de incorporar el portugués por los nuevos vínculos políticos con el vecino estado del Brasil.
            Ahora, en la primera década del siglo XXI pareciera que la Argentina quiere seguir fiel a los dictados del Imperio y conservar solamente la enseñanza del inglés, en desmedro de todas las otras lenguas, desconociendo las tradiciones culturales y las posibilidades de vinculaciones internacionales.
            Ante un Bicentenario que nos obliga a cuestionarnos cabe preguntarnos: ¿Será que nos limitaremos a aceptar la imposición de la única lengua del Imperio  que espera que todos sus súbditos sólo sepan comprender sus órdenes y atender bien a sus turistas? ¿O asumiremos una actitud más soberana y sin desentendernos del orden internacional daremos lugar a la enseñanza de otras lenguas en las escuelas públicas?


Nota: La versión original de este artículo fue elaborado en el marco del Proyecto de Investigación  Nº 1744 del  C.I.U.N.Sa. y presentado en el I Foro de Lenguas del NOA, SALTA, el 11 de diciembre de 2010, organizado por el Departamento de Lenguas de la Facultad de Humanidades de la U.N.Sa.

miércoles, 15 de julio de 2015

HISTORIETA Y EDUCACIÓN

Introducción
Este artículo no se centra específicamente en el papel que la historieta puede jugar específicamente en la enseñanza de la lengua o de la literatura, más bien tiene una orientación hacia la vinculación de este género mediático con la educación formal en general.
Nos proponemos ante todo llamar la atención sobre las potencialidades que tiene el género para ser aprovechado como material de lectura en los distintos niveles del sistema educativo.

Relación prejuiciosa
La educación durante mucho tiempo ha estado investida de un halo de solemnidad que, por tal motivo, excluyó o estigmatizó negativamente una serie de prácticas sociales por considerarlas inadecuadas para su carácter. Entre ellas podemos mencionar la canción popular, los entretenimientos mediáticos.
Hubo que esperar a que avanzara el siglo XX para que se cuestionara esa práctica discriminatoria en cuanto a lo que se admitía o no en el ámbito educativo. Recién entonces comenzó a considerarse la importancia de prácticas no escolarizadas en el aprendizaje y la socialización de los individuos de cada comunidad.
Dentro de ese panorama, los entretenimientos populares como la radio, el cine, la historieta, la fotonovela o los folletines quedaron excluidos y hasta condenados por el sistema educativo porque consideraban que distraían el tiempo que el estudiante podía dedicar a prácticas más serias. De modo que había un consenso generalizado en cuanto a actividades más o menos serias que redundaban en la formación de una persona culta. Por tal motivo, casi nadie se atrevía a afirmar su carácter de consumidor de ciertos productos de circulación masiva. Si alguien afirmaba que leía revistas, nombraba MUY INTERESANTE, NEWTON, NATIONAL GEOGRAPHIC, EL CORREO DE LA UNESCO, TODO ES HISTORIA o NOTICIAS, nadie que se reconociera como "persona culta" era capaz de confesar su gusto por las series de televisión, radio o telenovelas y mucho menos por las historietas.
De las lecturas de entretenimiento siempre se dijo que eran "poco serias" y, por lo tanto, no aportaban nada positivo a la formación cultural de un lector. Sin embargo, con el reconocimiento de la importancia del juego en la formación, aprendizaje y maduración del individuo pudo echarse una nueva mirada sobre esos productos "poco serios".
En mi caso particular, me interesa detenerme en la historieta, como una parte representativa de ese fenómeno de reacomodamiento de las producciones culturales.

El papel de la historieta
A poco de su nacimiento, la historieta trató de asumir un carácter educativo, facilitando a los lectores con poca formación escolar el acceso a la literatura clásica, por ello aparecen esos primeros intentos de ilustración de cuentos y novelas en los que lo icónico se superpone de modo redundante con los párrafos descriptivos del texto tomado como modelo. Evidentemente en esta etapa hay una intención didáctica, la de acercar una cultura libresca a los consumidores de lectura ilustrada. Un ejemplo claro de este tipo de historieta es la que publica la revista INTERVALO de Editorial Columba con adaptaciones de cuentos completos o novelas clásicas por entregas.
En las décadas que van del 30 hasta el 80, esas adaptaciones fueron cambiando, no sólo en forma sino en la apreciación que hace un género sobre el otro, pues si en una primera etapa la historieta se consideraba al servicio de un género de más reconocimiento social -la literatura- con el avance de las décadas y la conformación de un nuevo modelo de lector, la historieta se asumió como un lenguaje nuevo a la altura de la literatura, capaz de tratar sus mismos temas con sus propios recursos.

            Una nueva mirada
Algunos de los precursores en la innovación educativa vieron la potencialidad expresiva de la historieta y apelaron a algunas ya existentes -como sucedió con la afamada MAFALDA de Quino- o a la manera de la historieta construyeron viñetas con personajes y globos que alternaban con los textos expositivos –cuyo representante más conocido es Francesco Tonucci.
http://agenciasanluis.com/notas/2014/08/26/
el-psicopedagogo-y-dibujante-francesco-tonucci-en-san-luis-2/

Simultáneamente, muchos historietistas trabajaron para sus producciones con una rigurosa documentación, lo que les permitió adquirir una clara conciencia del poder informativo del lenguaje con el que trataban. Es por ello que de algunos historietistas surgió la propuesta de emplear la historieta como un instrumento didáctico dentro del sistema educativo.
El problema fue que el estigma negativo de "lectura pasatista" o "poco seria" aún pesaba en la mentalidad de muchos educadores y, antes de revisar la propuesta, prefirieron descartarla.
Un caso concreto ocurrió en Salta. Jorge Klix Cornejo fue el primer historietista salteño en publicar regularmente tiras en el diario de mayor importancia, no sólo local sino regional, trasponiendo la frontera nacional. Este creador tenía como tema la historia de la región, centrándose en personajes que la historia oficial trata tangencialmente, pero cuyo protagonismo tiene el ingrediente principal de la historieta: la aventura.
Consciente de su trabajo como divulgador de la historia, Jorge Klix Cornejo compiló las tiras en libros y, ante la transformación democrática de la década del 80, propuso al Ministerio de Educación de la Provincia de Salta que los emplearan en las escuelas para la enseñanza de la historia. La respuesta fue que la historia era demasiado seria para ser abordada por la historieta y mucho menos en la escuela.

Mientras el emprendimiento privado de Klix Cornejo fracasaba en Salta, en Buenos Aires, Félix Luna iniciaba el proyecto "Félix Luna te cuenta la historia", con el apoyo de Editorial Atlántida, muy conocida en los medios educativos por sus numerosas publicaciones destinadas para su circulación en el sistema escolar.
Sucede que este historiador -más escritor que académico- fue un preocupado por la divulgación y en esa especialidad es famosa la revista TODO ES HISTORIA que dirige con una continuidad de más de treinta años.
La colección "Félix Luna te cuenta la historia" se inició con MATÍAS CRUZA LOS ANDES, publicado en 1992 con guión de Ricardo Mariño y dibujos de Rafael Segura. El segundo libro ya estaba anunciado en el primero y se publicó en el mismo año pues el tema no daba tiempo a la postergación: MATÍAS DESCUBRE AMÉRICA.
https://luisalberto941.wordpress.com/2011/08/page/2/

Esta colección dirigida por Luna -de la que sólo conocemos estos dos ejemplares- había sido concebida para su uso y circulación escolar. Era un material producido ad hoc y por ello se proponía un personaje inserto en el sistema escolar: Matías. Este personaje era un estudiante cuyo desinterés por la escuela era superado por la aparición de un libro mágico que lo trasladaba a los escenarios históricos que debía estudiar. De ese modo, Matías se convertía en un viajero del tiempo que no se limitaba a observar la historia sino a protagonizarla junto a los héroes inmortalizados por el bronce y el discurso histórico.
La propuesta resultaba interesante pero no sabemos si hubo continuidad en la colección. Lo que nos parece negativo es que, como la literatura producida para el consumo escolar, es artificial, hecha para cubrir intereses didácticos y no es el resultado de una auténtica producción destinada a atrapar al lector por su propia temática y técnica narrativa.
Desde mi punto de vista se trata de renovar la posición elitista de que la producción tiene valor porque la respalda un historiador.

            Un reservorio de conocimientos
Entre las historietas producidas desde que surgió el género y hasta la actualidad hay una gran cantidad de textos con mayor o menor documentación de base pero centradas en la clave del género: la aventura; sin descuidar la remisión a la historia como fondo.
Consideramos que no se trata de hacer historietas para que el docente utilice en el aula sino de que los docentes aprendan a seleccionar del material existente, lo que puede servirles para abordar determinados temas escolares.
Solamente a título de ejemplo, voy a citar el caso del actor Roberto Carnaghi quien en una entrevista contó que aprobó un examen de historia con una nota alta, en el que el tema central eran los antecedentes de la Revolución Francesa, y cuando el docente le preguntó donde había estudiado todo y cómo sabía tan bien el tema, confesó que no había estudiado sino que era un gran lector de Dumas.
Docentes de distintas asignaturas conocedores de la potencialidad informativa de los medios, ilustran sus clases con cuentos, novelas y películas que permiten a los estudiantes acceder a una imagen enriquecida de los temas que abordan.
En estos casos no se trata de películas o de novelas hechas ad hoc, se trata de buenas producciones, hechas con toda la finalidad de conquistar a un público. Pensemos que EL NOMBRE DE LA ROSA de Jean Jack Anaud o CORAZÓN VALIENTE de Mel Gibson ilustran mejor a los estudiantes sobre aspectos de la edad media que someterlos a tediosas lecturas de textos académicos previstos para lectores universitarios.
Del mismo modo voy a confesar que aprendí de las campañas de Alejandro Magno leyendo ARGÓN EL JUSTICIERO, supe de la invasión de los hunos gracias a KAYAM y comprendí la Batalla de Inglaterra junto a RAF y LUTWAFFE y en mi carrera universitaria Mafalda me ayudó a reflexionar sobre el sistema educativo tanto como Tonucci.
http://armando-fernandez.blogspot.com.ar/2008/03/
la-historieta-histrica-como-atractivo.html

Conclusión
En definitiva, creo que desde nuestro lugar de docentes e investigadores debemos iniciar un fructífero intercambio con los lectores de esos géneros mediáticos a los que no hemos prestado mayor atención, más por un prejuicio que por una valorización de su estética o de la información que portan.
Abrir el diálogo con los creadores del género permitiría desarrollar proyectos conjuntos como el que está llevando la U.N.H.I.L. en Tucumán con el auspicio del Ministerio de Educación para escribir la historia de la independencia en historieta o recuperar historietas que han desaparecido de circulación y cuyos textos serían de gran provecho para acercar a los estudiantes a contenidos de distintas asignaturas.
El intercambio entre profesionales y aficionados al género con docentes de diversas áreas y pedagogos permitiría que el lenguaje de la historieta muestre su potencialidad en distintos áreas y niveles del sistema escolar.

            Bibliografía
ALESSANDRIA, Jorge (1996): Imagen y metaimagen, Buenos Aires, U.B.A. 
ALTAMIRANO, Carlos y Beatriz SARLO (1983): Literatura / Sociedad, Buenos Aires, Hachette.
APARICI, (1992): El comic y la fotonovela en el aula, Madrid, Paidós,
ARÉVALO, Oscar (1976): Breve Diccionario Político, Buenos Aires, Estudio, 2° edición.
ASIMOV, Isaac (1999): Sobre la ciencia ficción, Buenos Aires, Sudamericana.
BRECCIA, SACCOMANNO y TRILLO (1993): “Llegué a la historieta por instinto de conservación” en Revista La Maga, Buenos Aires, 17 de noviembre.
BRECCIA Alberto (1993): “Artista plástico”, en Revista La Maga, Buenos Aires, 17 de noviembre.
CÁCERES, Germán (1998): Charlando con Superman, Buenos Aires, Fraterna.
DORFMAN, A. y A. MATTELART (1973): Para leer al Pato Donald, Buenos Aires, Siglo XXI.
DORFMAN, Ariel (1985): Patos, elefantes y héroes, Buenos Aires, De la Flor.
ECO, Humberto (1995): Apocalípticos e integrados, Barcelona, Lumen-Tusquets.
GOCIOL, J. y D. ROSEMBERG (2000): La historieta argentina. Una historia, Buenos Aires, Ediciones de la Flor.
GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe (1980): Nueva Crónica y Buen Gobierno, Tomos I y II, Caracas, Ayacucho.
GUTIÉRREZ, JOSÉ MARÍA (1999): La historieta argentina. De la caricatura política a las primeras series, Buenos Aires, Biblioteca Nacional y Página 12
GUTIÉRREZ, RAFAEL FABIÁN (2003), “Rosismo y peronismo en la historieta”, en GUTIÉRREZ, LOTUFO Y VERGARA, Abordajes y perspectivas, Salta, Secretaría de Cultura
MASOTTA, Oscar (1982): La historieta en el mundo moderno, Barcelona, Paidós.
RIVERA, Jorge (1982): “Las literaturas ‘marginales’”, en Historia de la literatura argentina, Tomo V, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina.
RIVERA, Jorge (1992): Panorama de la historieta en la argentina, Buenos Aires, Libros del Quirquincho
STEIMBERG, Oscar (1977): Leyendo historietas. Estilos y sentidos en un “arte menor”, Buenos Aires, Nueva Visión.
STEIMBERG y TRAVERSA (1997): Estilo de época y comunicación mediática, Tomo I, Buenos Aires, Atuel.

Nota:
El artículo se basa en una conferencia dictada en uno de los encuentros de historietistas organizado por la U.N.H.I.L. de Tucumán. Esta asociación es una de las tantas que han surgido a lo largo de la Argentina en las últimas dos décadas nucleando a creadores de historieta, lectores, docentes e investigadores, generando foros de discusión e intercambio que difunden y revalorizan la historieta y fue reformulada para ser presentada como ponencia en El VI CONGRESO NACIONAL DE DIDÁCTICA DE LA LENGUA Y LA LITERATURA, realizado en Salta entre el 20 y el 22 DE SETIEMBRE DE 2007.