El siguiente texto fue presentado en el encuentro "De
crónicas y ciudades. La tibia garra testimonial 2" dentro del eje Eje d. Crónicas y testimonios: políticas de la memoria y poéticas del duelo, realizado durante los días 2,
3 y 4 de octubre de 2019
Escritos imprudentes,
de la crónica al ensayo
Rafael Fabián
Gutiérrez
CIUNSa Proyecto
de
Investigación N°
2463
Introducción
José Pablo Feinmann es muy conocido
por su trascendencia mediática, ya que durante el desarrollo de los programas
culturales y educativos de la TV Pública, realizó ciclos de divulgación sobre
filosofía, política e historia. Sin embargo esa tarea había comenzado mucho
antes en medios de prensa escrita, pero en espacios que no eran masivos, pues
las revistas publicadas por Ediciones de La Urraca y el diario Página 12 estaban orientados a lectores
reflexivos que se tomaran su tiempo para detenerse en artículos de opinión de
mucha elaboración, a diferencia de otras publicaciones de prensa que preferían
la síntesis para la lectura informativa rápida.
Por otra parte desarrolló otra tarea
escritural con varias novelas y guiones cinematográficos, de los cuales las más
conocidas son las que dieron lugar a películas como “Los últimos días de la
víctima”, “Ni el tiro del final” y “Eva
Perón” de 1996 con dirección de Juan Carlos Desanzo y protagonizada por Ester
Goris.
En
esta ponencia nos detendremos sobre algunos de los temas del libro Escritos imprudentes. Argentina, el
horizonte y el abismo de J. P. Feinmann, hecho a partir de la reelaboración
de los artículos que publicó en diario Clarín,
en las revistas Radar, 3 Puntos, Latido,
Mercado y Página 30, que se iniciaron como una opinión en un contexto y que
luego se incorporaron a una reflexión más amplia en forma de ensayo y en sus
novelas.
El escritor y su trayectoria
La Doctora Rita De Grandis es la
investigadora que ha desarrollado el estudio más amplio e integral sobre la
producción de José Pablo Feinmann relevando los distintos aspectos de su labor
escritural en diversos medios. Ella afirma sobre su obra periodística:
El
periodismo columnista que practica Feinmann da cuenta de una estrecha relación
entre las prácticas de lectura de la literatura y el periodismo en el proceso
de producción que es el acotado territorio de lo nacional. Casi más de la mitad
de la obra de Feinmann se compone de textos publicados en periódicos. Constituye
un corpus vasto y heterogéneo, organizado en torno de un yo unitario y
consistente que rige su escritura. (De Grandis, 2006: 94)
Por
lo que reconoce que de acuerdo con los medios para los que escribe:
Su
temática irá variando conforme al sustento empírico en el que se apoya, regido
por las diversas coyunturas políticas que
atraviesa la Argentina, desde el periodo de la transición democrática
hasta el presente. Las notas de Feinmann transitan debates cotidianos,
identificaciones y rechazos de sus constantes lecturas y relecturas. (De
Grandis, 2006: 94)
Juan
Pablo Feinmann trasciende la inmediatez temporal del artículo realizado para
medio de prensa con una tarea continua de recopilación y reescritura:
Además
de la publicación de la prensa periódica, casi todas las notas han sido
editadas en forma de libro. Estas notas mantienen una relación muy estrecha con
sus ensayos; son formas breves del ensayo que luego extiende o integra en un
esquema más amplio. (De Grandis, 2006: 94)
Había dicho anteriormente que la
labor de divulgación y opinión del escritor y periodista José Pablo Feinmann
comenzó mucho antes en medios de prensa orientados a un lector reflexivo e
interesado por el acontecer político nacional. Eso ocurrió específicamente en
la revista Humor entre 1983 y 1999,
dentro de una publicación emblemática que, bajo la dirección de Andrés
Cascioli, desafió la represión y la censura del Proceso a partir de 1978. El
medio había logrado una inserción como una revista satírica que se fundaba en
una larga tradición argentina que databa de los tiempos de Rosas, lo que le
permitió a la dirección deslizar progresivamente notas de opinión sobre la
actualidad nacional y su vínculo con el pasado inmediato. Dentro de ese perfil
es que la figura de José Pablo Feinmann se adecua oportunamente para producir
lo que el mismo autor califica de ensayos surgidos de un encuadre teórico que
le permite interpretar su momento.
Las
notas de Humor son ensayos breves,
pequeños artículos de opinión de los que prima la disquisición ideológica
vinculada al revisionismo histórico. El peronismo y la reciente inaugurada
democracia son un tema central que aporta una de las líneas de fuerza que
otorga unidad a toda la serie. En todas estas notas se insiste sobre las
elecciones pasadas y sobre las presentes. (De Grandis, 2006: 99)
En 1991 se unió al diario Página 12, medio de prensa escrita que
reunió un equipo de colaboradores con un perfil similar al de Humor, pues convocaba a redactores jóvenes
junto a quienes retornaron del exilio con la democracia y a aquellos que habían
sobrevivido sin salir del país. Los redactores que compartieron
alternativamente la contratapa del diario se propusieron un plan de revisión
del presente a partir de las herencias del periodo desde el cual provenían, las
décadas del 1960 y 1970, como etapas de formación y de luchas truncadas por el
“Proceso de reorganización nacional”.
Esa etapa en la que escribe sobre
otros temas para otros medios de prensa, coincide con el ascenso del Menem al
gobierno nacional y la consecuente transformación del país que varios
intelectuales denunciaron como nuevas formas de violencia provocadas por las
políticas del Estado o por sus organismos, en un contexto internacional marcado
por el fin de la guerra fría, la caída del muro de Berlín y el consecuente
triunfalismo norteamericano que, al considerarse ganador de la contienda,
pretendía imponer su pensamiento homogeneizador sobre todas sus áreas de
influencia.
Un medio como Página 12, integrado por redactores con experiencia política y con
gran interés por desarrollar una reflexión entre sus lectores, no dejó pasar
por alto ninguno de esos acontecimientos y, en ese contexto, José Pablo
Feinmann tomó acontecimientos de fuerte repercusión social para analizarlos y
llevarlos más allá de la noticia de prensa del momento. Resultado de esa tarea
regular y sostenida en el medio de prensa es que publica en 2002 Escritos imprudentes. Argentina, el
horizonte y el abismo, prácticamente una compilación de sus artículos de
contratapa en Página 12 durante la
última década del siglo XX.
Los
90 fueron también escenario de nuevos episodios de violencia que caracterizaron
la política de Menem (“Sobre la delincuencia”, “Desempleo y delito”, Escritos imprudentes, 2005 –segunda
compilación de notas de Página 12-),
uno de los cuales, de gran repercusión social, fue el caso Cabezas (“Narrativa
policial y realidad política”, “La estrategia del cadáver”, “Un país
rompecabezas”, “Pensar desde Cabezas”), Escritos
imprudentes que Feinmann comenta sobre la base del desarrollo de la
literatura policial y detectivesca argentina (“Narrativa policial y realidad
política”). Evoca un clásico relato de criminalidad política dela década de los
60, ¿Quién mató a Rosendo? de Rodolfo
Walsh, para sustituirlo por “¿Quién mató
a Cabezas?”, que es un mito en la conciencia lectora de grandes sectores
intelectuales e infiere que, cono en la literatura detectivesca argentina no
hay policías, la literatura da cuenta de la vida… (De Grandis, 2006: 105)
Durante el mismo periodo José Pablo
Feinmann se reinstaló en el panorama literario argentino porque desde su
ingreso al campo con sus novelas policiales, en 1986 publicó El ejército de cenizas dando un giro
total hacia una ficción ambientada en el siglo XIX que echaba un juicio
terrible sobre las guerras civiles argentinas y en 1990 La astucia de la razón le permitía hacer catarsis sobre su vida
durante el Proceso, cruzada por una reflexión filosófica que trata de dar
sentido a lo vivido.
Algunos casos puntuales.
Cabezas
y la continuidad del terrorismo de Estado
Por una cuestión del tiempo acotado
de una ponencia y por el espacio reducido de su escritura, voy a referirme a
sólo algunos de los casos que pasaron de la noticia de tapa a la reflexión de
contratapa y de allí al ensayo.
Una de las noticias que más
repercusión tuvo en esa década fue el asesinato del reportero gráfico José Luis
Cabezas, hecho que fue seguido por la prensa con lugar destacado en las tapas
durante bastante tiempo. Más allá de la noticia, la contratapa de Página 12 le permitió a José Pablo
Feinman la reflexión sobre el hecho a partir del cruce entre el hecho, la
relevancia periodística que adquirió y la literatura testimonial argentina.
El asesinato de José Luis Cabezas
unió a la prensa en una cruzada que superó sus diferencias ideológicas por lo
que tuvo una investigación y una cobertura muy amplia que puso a los culpables
en una situación en que perdieron el amparo del gobierno con el que había
negociado su impunidad.
En la tercera parte de Escritos imprudentes, José Pablo
Feinmann reunió as notas de contratapa en las que especuló sobre el caso Cabezas,
entroncándolo con una tradición de violencia amparada por el Estado cuyo máxima
expresión se dio en la década del setenta con la Triple A y luego con los
grupos de tareas del gobierno de facto. Por lo que muestra que la etapa no fue
superada por la vuelta a la democracia sino que continúa presente como una
forma de funcionamiento de la corrupción instalada en los aparatos del Estado
que incluyen a la Policía. La distancia
entre la nota publicada en Página 12
y su reelaboración para el libro se evidencia en un comentario que hace notar
la lentitud del aparato judicial para esclarecer el crimen por el tiempo
transcurrido entre su publicación original y su preparación para el libro:
Entonces,
si se tira hasta el final del hilo Yabrán y si en ese final lo que se derrumba
es un Poder que ha hecho de los negocios turbios su estilo de existencia
política, lo deseable, o, más aún, lo imprescindible será que esa Argentina sea la que ocupe el lugar
vacante. (Nota: Todos sabemos, hoy,
que fue exactamente esto lo que no ocurrió. Estoy terminando este libro –verano
de 2002- y se cumplen cinco años del asesinato de Cabezas. Las incógnitas
siguen, la impunidad también.) (Feinman, J.P., 2002: 304-305)
El
análisis del mismo crimen le permite emparentarlo con la tradición del género
policial y sus particularidades en la Argentina, que fue prácticamente definido
por las novelas testimoniales de Rodolfo
Walsh y que lo llevaron a la muerte en manos de un Estado represivo. El mismo
José Pablo Feinmann contribuyó al campo con dos novelas transpuestas a la
pantalla con los mismos títulos, en las que no hay posibilidad de restauración
del orden porque el crimen es estructural en el sistema, no es una anomalía que
el detective pueda restaurar. Con lo que muestra que la literatura –lejos de
ser una evasión por mundos ficcionales- es reveladora del complejo entramado
social y de sus mecanismos de poder[1].
El
fin de la historia y el punto final
Hacia
el final de su libro de ensayos, ordenada como la “Séptima parte” está la serie
que lleva por título “Después de las torres gemelas” y reúne las reflexiones en
torno a la gran noticia con la que se inauguraba el siglo XXI: el ataque a las
torres gemelas de New York, el 11 de setiembre de 2001.
El
fin del siglo XX estuvo marcado por el fin de la guerra fría con lo que el
capitalismo declaraba su triunfo y su filósofo era Francis Fukuyama que
anunciaba El fin de la historia y el
último hombre como su legitimación desde la filosofía. Esa etapa finalizó
con el inesperado atentado ejecutado por una organización terrorista
internacional que llevaba al corazón de Norteamérica una guerra que siempre
pretendió mantener lejos de sus fronteras. Aunque, paradójicamente, el imperio
necesita de enemigos para justificar guerras e intervenciones en distintos
lugares del mundo.
José
Pablo Feinmann, como conocedor de la historia y de la filosofía de la historia,
aprovechó para mostrar que el Islam como enemigo ya existía en los planes
norteamericanos y su mentor era Samuel Huntington, a quien alinea junto a Francis
Fukuyama:
No
son pensadores, son hábiles ideólogos entregados a la tare de fundamentar
conflictos (o la ausencia de ellos a causa del triunfo definitivo, en el caso
de Fukuyama) de una administración, de un proyecto político que respaldan en la
modalidad del cuasi sometimiento. De aquí también la certeza, la univocidad de
sus juicios que consiguen arrastrar a muchos, a veces a todos, a la aceptación
o el rechazo, instalando una temática que la agenda política del “Occidente
democrático” quiere instalar. (Feinmann, 2001; 532)
Marcándolos
en su rol de funcionarios del imperio que ni siquiera llega a reconocer como
“pensadores” –por no decir “filósofos”- y los califica de “ideólogos”
subordinados a la política. Sin embargo, luego los asimila a filósofos de su
aprecio como Hegel y Engel que en su momento también cumplieron la tarea de
justificar desde la filosofía el accionar político del imperio en el que
producían y, de modo análogo, también trataron de congelar la historia para
tapar los conflictos latentes e irresueltos a pesar del triunfo de una de las
partes en el gran conflicto internacional. En ese esquema de confrontación
ideológica internacional no deja de colocar a la Argentina, aunque sea
brevemente, para que el lector no pierda de vista el horizonte desde el cuál
analiza el conflicto:
Analicemos;
niega la posibilidad de conflictos entre países pobre y países ricos porque
exige que “todo” Occidente sea un bloque. (Lo está pidiendo hoy Bush cuando
dice “con nosotros o contra nosotros”. Lo está aceptando, en otra de las
modalidades menemistas de su gestión, el mínimo De la Rúa cuando ofrece nuestra
“colaboración” con la cruzada punitiva). (Feinmann, 2001; 534)
Lo
que lo lleva a concluir en el desenmascaramiento de una falacia que puede
aplicarse para evitar una oclusión en la lectura de nuestra historia que el
gobierno de Menem trató de ejecutar con la sanción de la “Ley de punto final”:
Somos
todos occidentales y estamos en guerra contra el Islam. Al hacerlo elimina el
conflicto en Occidente. Ya no hay pobres ni ricos, ya no hay culturas
diferentes, identidades diferentes. Somos todos occidentales y estamos en
guerra contra el Islam. Y si no, somos terroristas, tan terroristas como los
fanáticos que derrumbaron las Torres Gemelas. Videla y nuestros militares, lo
mismo: uno estaba con ellos o contra ellos. Y si no estaba con ellos (condición
que se extendía lasta los “indiferentes” o los “tímidos”) era un subversivo.
Fue así como todos fuimos subversivos. Es así como hoy, a medida que esta
locura continúe, todos seremos terroristas. (Feinmann, 2001; 535)
De
modo que José Pablo Feinmann si bien analiza el conflicto internacional del
momento, en ellos encuentra los argumentos para llamar la atención sobre la
actualidad de los acontecimientos iniciados en la década de 1970 y que no
pueden cerrarse sin esclarecerse, aun cuando una ley lo sancione.
Conclusión
El
escritor José Pablo Feinmann ha realizado una tarea continua de análisis de los
acontecimientos de actualidad por su trabajo en los medios de prensa escrita, caracterizados
por un perfil que invita a la reflexión del lector. Su formación profesional y
su experiencia personal le permitieron establecer vínculos entre esos hechos
del momento relevados por la prensa como noticia del momento y su vinculación
con la historia del pensamiento político. Ese modo de escribir asentado en
trascender el momento e insertarlo en series de acontecimientos y pensamientos
más amplios, son los que le permitieron recuperarlos de su espacio en la prensa
y llevarlos al formato de libros de ensayo.
La
misma temática sobre la que José Pablo Feinmann reflexionó en los diarios y
revistas que luego se volcaron en libros, también se tematizaron en ficciones
que se dieron a conocer en formato de novelas y películas, que son otro modo de
reflexionar. Tal como lo dice Ricardo Piglia, se trata de pensar con imágenes, y
esa es la única distancia que hay entre la filosofía y la literatura, que una
realiza abstracciones y que la otra produce narraciones que las ejemplifican.
José
Pablo Feinmann más que registrar el acontecimiento, tal como la hacen los
cronistas, se detiene sobre ellos y los analiza para concatenarlos en series
que amplifican su sentido.
Bibliografía
De Grandis, Rita
(2006), Reciclaje cultural y memoria
revolucionaria, Buenos Aires, Biblos.
Feinmann, José Pablo
(2001), La astucia de la razón,
Buenos Aires, Norma.
Feinmann, José Pablo
(2002), Escritos imprudentes, Buenos
Aires, Norma.
Fukuyama, Francis
(1992), El fin de la historia y el último
hombre, Buenos Aires, Planeta-Agostini.
Jozami, Eduardo (2013),
Rodolfo Walsh. La palabra y la acción,
Buenos Aires, Edhasa.
[1] Esa estimación que realiza J.P. Feinmann
es coincidente con los postulados de Ricardo Piglia que, a partir de las
lecturas que realizar de Roberto Arlt, concluye de modo similar con lo que
denomina “la literatura premonitoria”.