domingo, 27 de agosto de 2023

El malón recurrente

 

Congreso Nacional del Folklore 2023

El malón recurrente

Rafael Gutiérrez

                Introducción

                En el presente año 2023, asistimos al desarrollo del “Tercer malón de la paz” que pasó por Salta los días 25 y 26 de julio y fueron recibidos para pernoctar y almorzar en la U.N.Sa. Para los integrantes de la delegación fue una grata sorpresa enterarse que en la cátedra de “Problemáticas de las literaturas argentina e hispanoamericana” sus antecedentes eran conocidos porque un texto incorporado para su estudio hace años es el Diario de viaje de Hermógenes Cayo. El malón de la paz por las rutas de la Patria.

                Así también fue nuestra sorpresa al enterarnos de que en otras carreras la historia del acontecimiento no era conocida, por los que nos propusimos dar difusión al texto y al documental que se encuentran liberados.

                Del mismo modo, hicimos la oferta a los integrantes del “Tercer malón de la paz” para publicar las memorias que resultaran de esta campaña para que continuáramos con la labor establecida por el lema de la U.N.Sa. “Mi sabiduría viene de esta tierra”.

                A tal efecto elaboramos esta ponencia como un recorrido por el desarrollo diacrónico de los “malones” hasta nuestro presente, con la finalidad de mostrar cómo las comunidades nativas sobrevivientes continúan una lucha de larga data.

 

                El malón en nuestra historia

                Cuando referimos el término “malón”, la mayoría de las personas recuerdan las campañas de saqueo llevadas a cabo por las naciones de la pampa y la Patagonia en contra de las poblaciones criollas establecidas en esa frontera durante el siglo XIX. Sucede que la práctica fue muy anterior hasta que se la generalizó con un nombre de lengua mapuche:

La noción de malón, que procede de la lengua mapuche, se usa para aludir a un ataque repentino de indígenas. En concreto, podemos determinar que procede de la palabra “mapudungun”, que es sinónimo de “hacer hostilidad al enemigo”. Una palabra esta que también se usaba para hacer referencia exactamente a los ataques por sorpresa que los mapuches realizaban en contra de lo que eran las tropas españolas. (Pérez Porto, J., Merino, M.)

 

                Sucede que desde que los europeos extendieron sus conquistas por territorio del continente llamado por ellos América se encontraron con diversas naciones que hacían un uso variado de ocupación que iban desde el recorrido, el pastoreo, el empleo como cotos de caza según temporadas y otros que habían establecido poblaciones permanentes con diferente grado de urbanización.

                Pero el descubrimiento del potencial económico del territorio hizo que los diferentes gobiernos y empresas europeas buscaran justificaciones para invadir y someter a las diversas naciones americanas, desde motivos religiosos a razones de Estado, cada país europeo que pudo se hizo de una parte de América sin importar que ya había pobladores y con diferentes grados de organización. Todos fueron subsumidos en la categoría de “salvajes” o “bárbaros idólatras” que debían ser salvados por los occidentales poseedores de una cultura superior y de una religión verdadera.

                Desde el siglo XVI en adelante los europeos hicieron alianzas con naciones indígenas aprovechando rivalidades previas para lograr objetivos propios, incorporándolos incluso a guerras del Viejo Mundo, como sucedió con las disputas entre España y Portugal y entre Francia e Inglaterra.

                En el siglo XIX se iniciaron las guerras de independencia en América bajo un programa iluminista, por lo que los ideólogos de la revolución emitieron proclamas afines a los ideales de “libertad, igualdad y fraternidad”, lo que implicaba la incorporación de las naciones otrora sometidas al mismo proyecto emancipador. Prueba de ello es que las proclamas de la Junta Provisional de Gobierno emitidas en Buenos Aires en 1810 y la Declaración der Independencia de 1816 están redactadas en castellano, guaraní, aimara y quechua.

                Consecuente con ese programa, varias naciones indígenas se unieron a las tropas regulares en campañas militares en contra de las fuerzas realistas, pero, terminadas las guerras de independencia en el primer cuarto del siglo XIX, estas naciones descubrieron que sólo fueron utilizadas por los criollos para cumplir sus objetivos de ocupar el lugar de los gobernantes peninsulares.

                Las naciones nativas habían sido diezmadas por la guerra mientras continuaban desposeídas de sus territorios ancestrales y de los derechos prometidos a los ciudadanos de los nuevos países. Como resultado, varias naciones continuaron en guerra contra los criollos con campañas esporádicas de saqueo, aprovechándose de la debilidad de las líneas defensivas porque los ejércitos criollos se encontraban comprometidos en las guerras civiles que siguieron a las guerras de independencia.

A eso hay que sumarle que las nuevas naciones sacaron rédito de las guerras civiles de sus países vecinos, estableciendo alianzas con las naciones indígenas para debilitar aún más las fronteras internacionales del país colindante. Así la convulsionada Argentina debía hacer frente a la amenaza de Chile, Brasil y Paraguay que proveía de armas a las naciones indígenas y compraba parte de los botines resultantes de los saqueos perpetrados durante los malones, en especial el ganado equino y vacuno.

                La Argentina tenía un ejército muy debilitado y desorganizado para enfrentar las incursiones de las naciones indígenas, por lo que se procedió a sucesivos acuerdos que implicaban el pago de tributos a los jefes tribales más influyentes para evitar sus ataques. Sin embargo esos pagos no llegaban a tiempo o no eran suficientes, por lo que las campañas de saqueo se reanudaban, ocasionando que las tropas de frontera volvieran a realizar contraataques de poca profundidad en territorios que no conocían y sin suficientes recursos para darles continuidad, reiniciando otra etapa de negociaciones.

                A fines del siglo XIX, se intentó una defensa fija para evitar el saqueo de ganado al sur de Buenos Aires, conocida como la zanja de Alsina; megaproyecto que no llegó a completarse por su inutilidad frente a las estrategias de las tropas nativas y a la lentitud de asignación de recursos para completarla.

                Con el cambio de gobierno fue el General Julio Argentino Roca el que propuso una defensa activa  que todos conocemos como la “Campaña del Desierto” en el Sur y como “Campaña del Chaco” en esta zona del país, que implicó el movimiento de tropas junto a acuerdos internacionales para evitar la huida de las naciones aborígenes hacia países limítrofes. El resultado es de todos conocido, las naciones fueron diezmadas, sometidas y desposeídas, algunas hasta su virtual extinción. Las campañas fueron celebradas como un triunfo de la civilización sobre la barbarie,  mostrando al mundo que la novísima República Argentina era un país moderno, con pleno control sobre su territorio porque había sometido a los salvajes que la habitaban, incorporando a la “civilización” a quienes habían sido sometidos. Por ello, muchos de los sobrevivientes fueron sumados al Ejército o a la Armada y se dio publicidad internacional a esa medida civilizatoria, a semejanza de lo que hacían los norteamericanos, los ingleses y los belgas con sus respectivos dominios.

                Así es que a principios del siglo XX, la República Argentina celebró su primer centenario con actos fastuosos a los que invitaron a dignatarios y representantes internacionales para que vieran a un país que se incorporaba en el concierto de las naciones como una potencia, alejando cualquier amenaza de conquista por parte de los países imperialistas que se repartían el mundo en esos tiempos.

                Desde esos gobiernos que ejecutaron las campañas de exterminio y sometimiento, simultáneamente se llevó a cabo una amplia política inmigratoria destinada a  “poblar el desierto” y lograr el anhelo de conformar un país blanco, de europeos en el exilio. Sin embargo, indígenas nativos, mestizos y afro descendientes no dejaron de existir como una presencia incómoda que siempre se trató de ocultar o eliminar, pero a medida que la escolarización gratuita y obligatoria se fue expandiendo, esas naciones silenciadas pudieron acceder a la lectura y a la escritura, con lo que se enteraron de sus derechos y comenzaron a reclamarlos.

 

 

                Enfrentamientos y malones

                Entre 1874 y 1875 en los cerros de Cochinoca hubo un levantamiento de las comunidades kollas que reclamaron al gobernador de Jujuy José María Álvarez Prado por sus tierras ancestrales que concluyó con un enfrentamiento armado en el que el Ejército Argentino se impuso sobre los sublevados. En la memoria comunitaria quedó como la “Rebelión de los Tatitos” porque fueron los padres y abuelos de las nuevas generaciones los que habían luchado ahí.

                El control de grandes territorios en manos de terratenientes aliados con los gobiernos de turno, ejercieron un poder despótico y omnímodo sobre sus feudos con tal impunidad que aún en el segundo gobierno radical, el Presidente Hipólito Yrigoyen llevó a cabo una compra privada de grandes propiedades con la finalidad de entregarlas a las comunidades ancestrales que las habitaban. Lo que muestra la debilidad del Estado para hacer frente a los poderes económicos aliados a los poderes políticos.

                Con el ascenso del peronismo y las declaraciones del entonces Coronel Juan Domingo Perón que proponía la reivindicación de todos los desposeídos, los pueblos originarios postergados vieron la posibilidad de que haya un giro político que atienda sus demandas centenarias. En esas circunstancias es que entre mayo y setiembre de 1946 se realizó una marcha que atravesó el país, desde Jujuy hasta Buenos Aires para reclamar por su derecho sobre tierras que les fueron arrebatadas y en las que siguen siendo explotados con total impunidad, en un país que los negó en su identidad y los trata como menos que ciudadanos de segunda.

 

                El Malón de la Paz

                En 1945 los descendientes de los Tatitos organizaron una marcha desde Jujuy hasta Buenos Aires en reclamo de los territorios que habían pertenecido al Marquesado de Yavi y a quienes Perón, en su campaña electoral, había prometido la expropiación para su restitución.

                Ese movimiento tiene su antecedente inmediato en el trámite iniciado el 25 de setiembre de  1945, cuando los comuneros kollas ingresaron en la Secretaría de Trabajo y Previsión en Buenos Aires un escrito con sus reclamos ante la desposesión y el maltrato por parte de los terratenientes. Los dirigentes Exaltación Flores, León Cari Solía y Juan Méndez se presentaron ante la “Comisión honoraria de reducción de indios” que luego de una larga espera los envió a tratar el asunto en el “Consejo agrario nacional”; aunque el juicio solicitado nunca prosperó, el deambular por los laberintos de la burocracia permitió que se encontraran con sus pares mapuches que realizaban reclamos similares y ellos les presentaron al Tte. Retirado de Ingenieros Mario Augusto Bertonasco que los ayudaría a organizarse para la larga marcha que visibilizaría el reclamo.

                La marcha tomó el nombre de “Malón de la Paz” para distanciarla de la connotación negativa que tenía la referencia a “malón”, pero para acentuar su carácter se le agregó el determinante “ por las rutas de la Patria”, haciendo hincapié en que no se movían a campo traviesa como las partidas que asolaban las poblaciones en el siglo XIX y que refrendaban su carácter de pertenecientes a la misma Patria que sus ancestros habían ayudado a fundar y que luego había sido postergados hasta la actualidad.

                El reclamo organizado como una peregrinación fue seguida y registrada por la prensa nacional y de cada provincia por la que pasaban pero hay un testimonio valioso que nos ha quedado, gracias a que un integrante de la comitiva, Hermógenes Cayo, fue registrando en un cuaderno, a manera de diario, todo el periplo.

                Diario de viaje de Hermógenes Cayo. El Malón de la Paz por las rutas de la Patria fue editado por el Museo de Arte Popular “José Hernández” de Buenos Aires y puesto en libre circulación por la web. El libro es resultado de la transcripción del cuaderno de Hermógenes Cayo y fue ilustrado con los mapas del periplo, fotografías y un anexo de las obras realizadas por el imaginero autor del texto.

                En 1960, con el auspicio del Fondo Nacional de las Artes y de la Universidad de Tucumán, la antropóloga Mabel Prelorán conoció a Hermógenes Cayo, con quien realizó un documental que se estrenó en 1962 en el Teatro San Martín de Buenos Aires con el título “Hermógenes Cayo (Imaginero)”. Actualmente el video está liberado y disponible con el mismo título en YouTube.

 

                El Malón de la Paz hoy

                El 25 de julio de 2023 partió desde Jujuy el tercer malón de la paz, lo que a las claras muestra que muchos de los reclamos presentados durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón aún siguen irresueltos, en especial lo referido a la devolución de las tierras a sus propietarios ancestrales, yendo en contra a la práctica heredada desde tiempos coloniales de entregar su dominio a los conquistadores y sus descendientes, con todo lo que hubiera en ellas, incluso personas.

                La posesión de tierras y personas fue legalizada por los gobiernos de las naciones que impulsaron la conquista de América, las revoluciones independentistas fragmentaron los imperios en nuevos países con la promesa de nuevas formas de gobierno y derechos para sus habitantes, sin embargo hubo sectores de la población que fueron relegados, llevándolos a largas luchas -de generaciones- reclamando no sólo el trato igualitario sino la restitución de los que les pertenecía a sus ancestros y que les fue negado en favor de intereses particulares que se aliaron con los gobernantes de turno.

                Muchos de esos reclamos fueron negados, silenciados, invisibilizados o incluso estigmatizados por los poderosos de turno aliados con los interesados en mantener, agrandar y perpetuar sus fortunas; sin embargo y a pesar de todo la verdad no puede ser ocultada siempre; de alguna manera algún testimonio queda y es parte de nuestra responsabilidad darlos a conocer para que se haga justicia.

                Estamos dispuestos a dar nuestra colaboración con la publicación del testimonio del “Tercer Malón de la Paz” y dar a conocer las publicaciones que hay sobre el Diario de viaje de Hermógenes Cayo. El Malón de la Paz por las rutas de la Patria.

 

Bibliografía

 

Cayo, Hermógenes (2012), Diario de viaje de Hermógenes Cayo. El Malón de la Paz por las rutas de la Patria, Buenos Aires, Dirección General de Museos/Museo de Arte Popular José Hernández.

 

Pérez Porto, J., Merino, M. (7 de diciembre de 2018). Malón - Qué es, definición y concepto. Definicion.de. Última actualización el 21 de julio de 2020. Recuperado el 11 de agosto de 2023 de https://definicion.de/malon/

 

Valko, Marcelo (2012), Los indios invisibles del Malón de la Paz, Buenos Aires, Continente.