jueves, 17 de diciembre de 2015

El campito de Juan Diego Incardona

Historia y mito en El campito de Juan Diego Incardona

Rafael Gutiérrez

Introducción
            La novela El campito de Juan Diego Incardona es una producción de la novelística argentina más reciente y se podría adscribir a la novela fantástica o de ciencia ficción, pues el mundo construido mantiene componentes de nuestro mundo de referencia, pero hay otros que resultan de la desmesura o de la intersección con tiempos hipotéticos. En una tradición cara al género, esa construcción textual es deliberada para focalizar aspectos del mundo de referencia que se pretende destacar con una finalidad crítica.
            En nuestra lectura nos proponemos relevar cuáles son los aspectos del mundo que el texto destaca críticamente y cuáles son las estrategias desplegadas para hacerlo, con la finalidad de establecer sus vínculos con una genealogía escritural en la literatura universal y en la argentina en particular, en la que se entraman la historia acontecida y su devenir en mito.

            La literatura que fundó la mitología
Jorge Luis Borges hizo un esfuerzo por dotar a Buenos Aires de una mitología para que sus producciones culturales pudieran ingresar a la llamada “cultura universal” o sea a la cultura entendida desde los parámetros europeos. Sus primeros libros testimonian ese esfuerzo, en especial Cuaderno San Martín (1929), donde está el título que explicita esa intención “Fundación mítica de Buenos Aires”, que en su primera versión se llamaba “Fundación mitológica de Buenos Aires”; los ensayos Evaristo Carriego (1930) -en el que un poeta menor le sirve de pretexto para construir una historia de  Buenos Aires y del tango- y Discusión (1932) en el que programáticamente aborda la poesía gauchesca junto a clásicos de la “literatura universal” y en el centro hace una declaración de principios sobre la relación del escritor argentino con la tradición de occidente.
            Coetáneo de Borges es Leopoldo Marechal, quien compartió la misma preocupación por la configuración de una tradición mítica e hizo su aporte desde su literatura aunque se lo recuerde en especial por su novela Adán Buenosayres (1948), verdadero corolario de su trabajo programático.
            En ambos escritores lo que se evidencia es el trabajo de integración entre una formación letrada que se remonta a los clásicos grecolatinos y continúa por el canon europeo, junto con un conocimiento de la historia legada por los libros, pero fundamentalmente aquella de carácter oral, que circula por las calles de los arrabales y los caminos que desembocaba en la pampa, que ambos vates fatigaron.
            El arrabal tanguero en disolución y los compadritos en vías de extinción, por el avance de la modernización de Buenos Aires, fueron extraídos del tiempo lineal e instalados en el tiempo mítico por obra de estos escritores.
            A lo largo del siglo XX se produjeron nuevos acontecimientos cuya credibilidad pueden desafiar a la imaginación ya que su desmesura los coloca en un incierto borde entre lo verosímil y lo fantástico. La escritura que dio cuenta de esa dimensión pasó a formar parte del universo imaginario o mítico que dota de sentido a Buenos Aires o, más bien, al mundo rioplatense.
            Uno de esos hechos fue el peronismo y sus protagonistas que alcanzaron rápidamente dimensión mítica. El grado de simbolización de Perón y, más todavía, de Evita se volvió un núcleo de generación de ficciones.

            Un nuevo fabulador
A principios del siglo XXI, un joven escritor retomó la tarea legada por los poetas buscadores de esencias nacionales, se trata de Juan Diego Incardona (Buenos Aires 1971) narrador que generó un mundo fantástico a partir de los mitos construidos en el siglo XX, en su libro de cuentos Villa Celina (2008) y en la novela El campito (2009).
Nos detendremos en la novela que se construye con una estrategia cara a los orígenes de la literatura moderna: hay un relato porque hay alguien que quiere contar para un auditorio que queda cautivo, seducido por la palabra. Como en los Cuentos de Canterbury (Geoffrey Chaucer 1475) o en el Decameron (Giovanni Boccaccio 1351), el hastío de los jóvenes genera el momento propicio para compartir relatos. En la novela de Incardona esa es la ocasión precisa en la que se hace presente el trotamundos, el hombre sin domicilio, acompañado por un animal de la mitología contemporánea “el hombre gato”[1].
            En una forma cara a la tradición literaria, la novela de Incardona está construida como un relato que enmarca una serie de anécdotas de un viajero que recorre lugares fantásticos.
Juan Diego, el narrador, relata la historia que le refiere Carlitos, ciruja andante y especie de trovador que va contando sus fantásticas aventuras en una Matanza que se parece al escenario de un alto fantástico como El Señor de los Anillos, pero en clave subdesarrollada, entre basurales, mutantes producto de la contaminación del Riachuelo y barrios secretos creados por orden de Eva Perón. (Soifer, 2009)

Tal como Odiseo, Telémaco, Lemuel Gulliver en Los viajes de Gulliver (1726) o el Marco Polo creado por Ítalo Calvino en Las ciudades invisibles (1972) hay una aventura de relatar y otra vivida, pero a diferencia de esos relatos de viajes fantásticos, el mundo fabuloso de Incardona está situado en un espacio cercano, en los barrios del conurbano bonaerense que se conectan a través de “el campito”, suerte de espacio de transición en el que habita el ciruja narrador y su compañero “el hombre gato”.
            Tal como en la edad media, cuando el público se entretenía con los relatos del viajero que daba cuenta del mundo que se extendía más allá de su horizonte, poblado de aventuras. En esas andanzas el narrador también se incluía como ayudante de los locales contra seres fabulosos en paisajes de encantamiento; en El campito el mundo fabuloso existe en un “más allá” cercano, en el conurbano bonaerense. Ese espacio fue incorporado a la mitología porteña desde que Borges partió a buscar el Sur ancestral, poblado de malevos y compadritos y fue abonado por Marechal, cuando Adán Buenosayres y sus amigos salieron a rastrear al neocriollo.
            Para que haya mito fue necesario que en algún momento aconteciera un hecho extraordinario que se refiriera en relatos orales hasta cristalizarse en un momento atemporal y en un espacio ignoto para que quedara fuera del registro de la historia.
Leticia y el Morocho, por su parte, también exageraban lo que ellos mismos habían escuchado la primera noche (…) y así la historia se fue adornando y ya no estaba seguro de qué era original y qué era agregado (…) a nadie se le ocurrió poner en tela de juicio ninguna de las versiones, que, más que contradecirse, parecían complementarse. (68)
            En la novela de Incardona una historia fácilmente reconocible es la del primer peronismo que pronto saltó del tiempo lineal al tiempo mítico. Así, los barrios creados por el gobierno y la Fundación Eva Perón, trazados con diseños destinados a perpetuar la imagen de sus creadores, fueron retomados por el escritor para montar espacios fabulosos.
…barrios construidos como Ciudad Evita (…) La mayoría está en La Matanza, aunque nadie sabe exactamente cuántos hay ni donde está cada uno… (65)
            Enunciado en el que fácilmente se reconoce en la primera parte la referencia al hecho histórico y en la segunda, después del nexo adversativo aunque, su disolución en las imprecisas referencias de una comunidad designada por el pronombre indefinido nadie.
            De hecho el barrio Ciudad Evita, creado en 1947 a pesar de los cambios de nombres impuestos por los gobiernos de turno, existe aún en la actualidad y se puede confirmar el diseño original destinado a perpetuar la memoria de la “madre espiritual de los argentinos”.
            De acuerdo con el modelo con el que fue realizada la urbanización-monumento, la novela refiere otra similar, el “Barrio Mercante”, hecho en homenaje al Coronel Mercante, conocido en la actualidad como Barrio Obrero. El verosímil sería realista, salvo que adquiere ribetes fantásticos por su entorno de jardines con flores recubiertas de cobre y que está poblado totalmente por enanos industriosos, valientes y fanáticos.
Estos son los campos galvanoplásticos. Parece que adentro son flores naturales, pero están revestidas de metal… (40)
Este entorno fantástico es remisión clara a las aspiraciones científicas de Roberto Arlt, a quien nunca se nombra, pero se reconoce por su autodefinición de inventor autodidacta y su filiación política:
Todo lo aprendí por mi cuenta, como autodidacta, leyendo libros, y con la práctica… (87)
…En otra época, anduve con un grupo de anarquistas, pero dejamos de vernos. Algunos se murieron, otros se fugaron. (89)

            De modo similar a como trabajó Jonhatan Swift en su novela Los viajes de Gulliver, el viajero de Juan Diego Incardona deambula de un barrio a otro, relacionándose con los locales que representan alguna de las creaciones del peronismo, convertidos en personajes de ficción. Entre ellos podemos mencionar a “las censistas”, verdaderas amazonas que viven en un barrio sin hombres; “El Purgatorio”, habitado por fantasmas entre los que podemos reconocer claramente a “Hugo del Carril”, denominado como “Carlitos”[2] o el “cantor de la marcha”. Luego, en los preliminares de la “batalla del Mercado Central”, el vagabundo y sus compañeros son tomados prisioneros por los boxeadores del Barrio “José María Gatica y Pascual Pérez” y en las columnas de combatientes se incorporan médicos del Barrio Ramón Carrillo. En medio de la batalla se sumarán las tropas del Teniente Coronel Oscar Lorenzo[3], representante de las fuerzas armadas fieles a Perón, y unos jóvenes milicianos, representantes de Montoneros que mueren heroicamente.
            El enfrentamiento que adquiere rasgos maravillosos por la confrontación entre oponentes anacrónicos -pues en el siglo XXI libran una batalla oponentes de los últimos cincuenta años- incorpora un componente fantástico con el “esperpento”, monstruo hecho por pedazos de cadáveres –a la manera de Frankeintein- y con las manos de Perón, invulnerable a las armas de la resistencia peronista. En la batalla es el cantor el único que logra dominarlo con su música.

            Las ficciones de la utopía peronista
            El peronismo fue definido por su creador, Juan Domingo Perón, como un movimiento político, sin embargo después de más de casi setenta años de vigencia –a pesar de las interrupciones institucionales- podemos afirmar que es un movimiento cultural que ha generado una multiplicidad de expresiones. Entre ellas podemos hablar de sus utopías, entre las que destacaré La Guerra de los Antartes, la novela gráfica inconclusa de Héctor Germán Oesterheld, y El Sueñero, la de Enrique Breccia
            La historia del errante confluye hacia un clímax dado por una batalla entre el pueblo peronista que se ha conservado en su tiempo mítico en los ignotos barrios del conurbano. De modo similar a El sueñero de Enrique Breccia (1998), la novela tiene un momento culminante en el enfrentamiento entre la resistencia peronista y las tropas de la oligarquía. Es ahí donde convergen todos los personajes que conoce Carlos Moreno en su deambular por los barrios que lo van adoptando y dónde él pasa de ser un observador a ser un protagonista que participa de la lucha, aunque guiado más por el amor a una mujer que por la convicción en una causa.
            Entre el auditorio cautivo que va creciendo progresivamente se encuentra el adolescente Juan Diego, que prefiera huir de sus tareas escolares para escuchar los relatos fabulosos del viajero, cuya palabra es lo único que exhibe como prueba de sus andanzas que son confirmadas en silencio por su compañero escapado de la zoología fantástica, el gato descomunal que todos reconocen como el “hombre gato”, especie resultante de una metamorfosis similar a la que afecta al “aperrao”[4] de la mitología popular de raíz folclórica.
            En el momento en el que el vagabundo refiere sus historias fantásticas no hay ningún hecho portentoso -como los que relata- el gato no manifiesta ningún comportamiento especial, lo único anómalo es su inusual tamaño, pero fuera de eso nada afecta al verosímil realista. De manera que es sólo el relato enmarcado el que adquiere ribetes fantásticos ya que nadie más que Carlos Moreno ha sido testigo de los barrios fabulosos, de sus habitantes ni de la batalla que llegó desde el conurbano hasta los límites de la ciudad de Buenos Aires.
            La aclamación popular del auditorio, la reafirmación de la batalla fabulosa por los recuerdos de ruidos y luces de explosiones en el horizonte y la incorporación de joven Juan Diego a los viajes de Carlos Moreno hacen de la novela una promesa de renovación de los mitos en los que busca afianzarse el peronismo como parte insalvable de la cultura argentina.

            Conclusión
            La novela de Juna Diego Incardona abona su relato en los mitos que fue tejiendo Buenos Aires a lo largo del siglo pasado y los reúne en una heroica batalla que no termina de resolverse. En una tradición cara a la literatura, la construcción de un mundo fantástico no es para generar evasión sino para volver la atención sobre el propio mundo.
Al centrar la batalla en un momento contemporáneo que recupera los protagonistas de distintos momentos desde la fundación del peronismo, la novela muestra un claro interés político.
Es la fábula fantástica la que convoca los mitos del peronismo y los sitúa en un espacio que rodea a Buenos Aires como un modo de resaltar que el peronismo se encuentra resguardado en ese entorno, resistiendo y listo para volver a cobrar protagonismo.



Bibliografía
Borges, Jorge Luis, (2011, Obras completas III, , Buenos Aires, Sudamericana
Caraballo, María Laura, “El campito de Juan Diego Incardona” en http://www.no-retornable.com.ar/v4/nuevo/caraballo_2.html
Corvalán, Kekena, “El Campito” en http://www.leedor.com/contenidos/literatura/el-campito Publicado en Leedor el 29-10-2011
Fernández, Nancy, “Literatura argentina y peronismo. Sobre El Campito, de Juan Diego Incardona”  http://vanguardiaytradicion.blogspot.com.ar/2009/12/el-campito-de-juan-diego-incardona-nota.html
Incardona, Juan Diego (2013), El campito, Buenos Aires, Interzona
Soifer, Alejandro, “Las patas en la fuente. El Campito Juan Diego Incardona” en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5579-2009-09-21.html




[1] “El hombre gato” fue un delincuente que atacaba en la zona de La Plata y el Gran Buenos Aires entre 1984 y 1985, ni la policía ni los vecinos organizados pudieron atraparlo y pronto fue llevado a la música popular por Ricky Maravilla en 1986.
[2] El nombre puede deberse a que el cantante y actor protagonizó la versión cinematográfica más famosa de la biografía de Carlos Gardel.
[3] Teniente Coronel del Ejército Argentino. Peronista. Fusilado en La Plata, provincia de Buenos Aires, luego del frustrado intento del 9 de junio de 1956 (comandado por el General Juan José Valle), por recuperar la soberanía popular arrebatada por el sangriento golpe militar de Rojas y Aramburu, protagonizado un año antes.
[4] En la tradición folclórica hay diversas razones por las que un hombre puede convertirse en lobo, pero en el caso argentino, por falta de lobos en la fauna local, el mito tiene su variante en la metamorfosis del hombre en un perro de grandes dimensiones, de allí que sea referido como el “aperrao”. Su versión más popular es la de “Mendieta”, el perro parlante que acompaña a Don Inodoro Pereyra.

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