lunes, 23 de noviembre de 2015

Raúl Aráoz Anzoátegüi

Raúl Aráoz Anzoátegui y su huella en las letras de Salta
            Raúl Aráoz Anzoátegui (1923-2011) dejó una honda huella en la actividad literaria de Salta, desde su formación en “La Carpa”, por su participación en distintas actividades públicas y privadas en la Provincia de Salta y por las sucesivas publicaciones de sus obras que mostraron su sostenida producción literaria, estableciendo una lectura de su época que trasciende su visión generacional.
            Los apellidos que portaba lo ligaban a la generación de escritores que precedió a la del ’40, pues su padre fue el reconocido político, periodista y escritor Ernesto Aráoz, quien nos legó -entre sus obras más memorables- aquella larga entrevista a la repatriada veleta del Cabildo, conocida como El Diablito del Cabildo.

Significación de Raúl Aráoz Anzoátegui y
“La Carpa” en la cultura de Salta
La desaparición física de Raúl Aráoz Anzoátegui el 24 de octubre de 2001, cuando tenía 88 años de edad, al principio de la segunda década del nuevo milenio no es sólo la ausencia de uno de los escritores más significativos de la literatura de Salta en el siglo XX, es la partida del último integrante de “La Carpa”.
Podemos decir que Raúl Aráoz Anzoátegui fue el último en abandonar esa tienda de campaña desde la que sus integrantes se organizaron para salir a aventurarse en los campos del arte en esta parte del país.
            Todo comenzó allá, por la década del 40 cuando un grupo de jóvenes se reunió en Tucumán y lanzó su desafiante grito de guerra: “tenemos conciencia de que en esta parte del país la literatura nace con nosotros”. Como después lo declararon, sabían que se trataba de una bravuconada para provocar a sus mayores, que les precedían entre quienes esperaban hacerse reconocer.
            De hecho, cuando volvieron a Salta, fueron a buscar al principal representante de la generación precedente. Las visitas fueron varias pero –como dice el viejo refrán- “para pelear hacen falta dos” y el viejo poeta, más condescendiente que combativo, no acusaba impacto de los ataques y, más bien, dio su bendición a los jóvenes, alentándolos a escribir.
            Consideramos que esa lección de magnanimidad de parte de Juan Carlos Dávalos dejó honda huella en los poetas de “La Carpa” en Salta y en la generación siguiente, lo que se puede ver en el “Prólogo” a Copajira, por ejemplo, donde el viejo poeta celebra el libro de nuevo escritor.
            Cuando ese patriarca de las letras de Salta –a cuya casa acudían los aspirantes para recibir consejos y bendiciones- se fue en 1959, su lugar imaginario fue ocupado por Raúl Aráoz Anzoátegui. El cabello y la barba junto a la pipa le daban la solemnidad que requería tal imagen.

… pelo y barba blancos (aunque no tan blancos como ahora), una voz serena, grave sobre todo al recitar algún poema, y una pipa que bajaba y subía acompasadamente. La escena transcurría en Limache… (Sylvester; 1985: 9)

Su presencia en las actividades públicas de las letras de Salta se volvió icónica, pues su imagen casi totémica otorgaba la sacralidad que el hecho cultural requería. Sin embargo, es oportuno aclarar que la suya no era sólo un presencia figurativa de carácter simbólico, sino que su participación como difusor de la cultura y de los nuevos escritores se hizo a través de las radios y los diarios en los que trabajaba como periodista y a través de su imprenta, en la que dio cabida a las primeras producciones literarias de los que luego serían denominados la generación del ’60: Walter Adet, Jacobo Regen, Carlos H. Aparicio, Miguel Ángel Pérez y Juan José Hernández.

Academia y escritores
            La vinculación entre los escritores de Salta y las instituciones académicas, a pesar de los rumores de enfrentamientos y desavenencias, en general fueron buenas. Tanto con la Academia Argentina de Letras como con las universidades. En particular el vínculo con las universidades fue creciendo desde el momento en que “La Carpa” cobró vida. Sucede que en el NOA, desde la década del 40 en adelante los jóvenes de las provincias del NOA fueron a la Universidad Nacional de Tucumán en busca de un futuro profesional y algunos de ellos volvieron con sus títulos universitarios. Por ejemplo, Sara San Martín de Dávalos –reconocida poeta del grupo- ejerció la docencia universitaria en Salta en la sede que estableciera la U.N.T. como precedente de la Universidad Nacional de Salta.
            Cuando se fundó la Universidad Nacional de Salta en 1973, no se desvinculó de los escritores de “La Carpa”, el mismo Manuel J: Castilla es el autor del lema que figura en el escudo universitario: “Mi sabiduría viene de esta tierra”.
            En 1995 la Universidad Nacional de Salta y la Universidad Católica de Salta otorgaron a Raúl Aráoz Anzoátegui el título de Profesor Honoris Causa, en el momento en que se recordaba el quincuagésimo aniversario de la publicación de su primer libro, Tierra altas. Desde luego que aún antes de recibir esos reconocimientos académicos ya era convocado por las universidades para integrar jurados, paneles y disertar en cátedras o congresos.
             Con respecto a la Academia Argentina de Letras que mencionáramos al principio de este apartado, en 1994 sesionó en Salta y en esa oportunidad fue don Raúl el encargado de dar un discurso en el que reseñó la presencia de los escritores locales en la prestigiosa institución nacional.

La prosa no le fue ajena
            Cuando nos referimos a “La Carpa” en general, tendemos a vincularla a la producción lírica, sin embargo en el grupo original hay músicos y plásticos, pues se trató de todo un movimiento cultural de renovación, que aún luego de su dispersión continuó su desarrollo programático en todas las áreas que lo integraban.
            Por ello, aunque indudablemente todos reconocemos y recordamos a Raúl Aráoz Anzoátegui por su obra poética, no fue ésa su actividad exclusiva en la literatura ya que alguna vez publicó Dos cuentos casi fantásticos (1995), fue convocado como antólogo, presentador y conferencista, actividades que lo derivaron a poner por escrito sus intervenciones en forma de ensayos.
Por el ojo de la cerradura fue publicado en 1999 por Ediciones del Robledal, como un libro de ensayos, reuniendo textos de diversa procedencia, algunos ya habían si publicados con formato de libro como Los escritores argentinos y el problema de la incomunicación (1961) y Tres ensayos de la realidad (1970) o dentro de otros textos como “Encuesta a la literatura argentina contemporánea”, mientras otros permanecía inéditos y ésa fue una buena oportunidad para disponer de ellos en un conjunto que permitía seguir sus reflexiones sobre la literatura, desde la constitución de la “La Carpa” hasta la actualidad.
            En 1980 el Centro Editor de América Latina estaba abocado a conformar un nuevo mapa de la literatura argentina y en su último tomo se dedicó a encuestar a los escritores del país. Esa encuesta tenía un formato estándar y fue enviado por correo a lo largo y lo ancho de la Argentina, uno de los que respondido a la convocatoria fue don Raúl y ya que el Tomo VI de esa Historia publicada en 1982 se volvió difícil de conseguir, reprodujo las respuestas en su libro Por el ojo de la cerradura junto a otra que le hiciera tiempo después la Revista Cultura de Buenos Aires en 1984, facilitándonos un acercamiento a su propia versión de su inicio en la literatura y sus proyectos.
            Raúl Aráoz Anzoátegui tuvo una destacada trayectoria en la cultura de Salta que hemos tratado de sintetizar en dos áreas:
Su legado escrito, compuesto por:
POESÍA: Tierras altas, 1945; Rodeados vamos de rocío, 1963; Panorama poético salteño, 1963; Poemas hasta aquí, antología poética, 1967; Pasar la vida, dos ediciones: 1974 y 1983; Obra poética, 1985; Breve inventario poético, 1992; Antología poética, en la colección de Poetas Argentinos Contemporáneos del Fondo nacional de las Artes, 1997; Confesiones menores, inédito.
PROSA: Tres ensayos de la realidad, 1971; Medallones del milagro, 1971; Dos cuentos casi fantásticos, 1995; Por el ojo de la cerradura, 1999.

Una vida ligada a la cultura
            Seguir el recorrido vital de Raúl Aráoz Anzoátegui es acompañar el desarrollo cultural de Salta en la segunda mitad del siglo XX, marcando los vínculos con la generación precedente y con las que le siguen. Fue Director General de Turismo y Cultura de su Provincia, Director de Radio Nacional de Salta, Miembro en Buenos Aires del Directorio de Argentina Televisora Color y, por último, Director General de Cultura de la Municipalidad de Salta.
            Su vida fue el testimonio de una transición entre un modo de consagración en el ámbito provincial. Desde aquella a través de la “bendición” otorgada” por el patriarca, Juan Carlos Dávalos, la participación en las tertulias y la publicación en los diarios y semanarios editados por parientes y amigos, a una que pasa por la vinculación con las instituciones culturales y educativas nacionales y provinciales.
            “La Carpa” estuvo en ese gozne de transición, entre su punto de lanzamiento en torno a la Universidad Nacional de Tucumán y la bendición de Juan Carlos Dávalos, pero ellos mismos fueron quienes propiciaron el desarrollo de la universidad en Salta y de una incipiente industria editorial preocupada por publicar a los escritores reconocidos y dar su aliento a los incipientes.


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