Raúl
Aráoz Anzoátegui y su huella en las letras de Salta
Raúl
Aráoz Anzoátegui (1923-2011) dejó una honda huella en la actividad literaria de
Salta, desde su formación en “La Carpa”, por su participación en distintas
actividades públicas y privadas en la Provincia de Salta y por las sucesivas
publicaciones de sus obras que mostraron su sostenida producción literaria,
estableciendo una lectura de su época que trasciende su visión generacional.
Los
apellidos que portaba lo ligaban a la generación de escritores que precedió a
la del ’40, pues su padre fue el reconocido político, periodista y escritor
Ernesto Aráoz, quien nos legó -entre sus obras más memorables- aquella larga
entrevista a la repatriada veleta del Cabildo, conocida como El Diablito del Cabildo.
Significación de Raúl
Aráoz Anzoátegui y
“La Carpa” en la
cultura de Salta
La desaparición
física de Raúl Aráoz Anzoátegui el 24 de octubre de 2001, cuando tenía 88 años
de edad, al principio de la segunda década del nuevo milenio no es sólo la
ausencia de uno de los escritores más significativos de la literatura de Salta
en el siglo XX, es la partida del último integrante de “La Carpa”.
Podemos decir que
Raúl Aráoz Anzoátegui fue el último en abandonar esa tienda de campaña desde la
que sus integrantes se organizaron para salir a aventurarse en los campos del
arte en esta parte del país.
Todo
comenzó allá, por la década del 40 cuando un grupo de jóvenes se reunió en
Tucumán y lanzó su desafiante grito de guerra: “tenemos conciencia de que en
esta parte del país la literatura nace con nosotros”. Como después lo
declararon, sabían que se trataba de una bravuconada para provocar a sus
mayores, que les precedían entre quienes esperaban hacerse reconocer.
De
hecho, cuando volvieron a Salta, fueron a buscar al principal representante de
la generación precedente. Las visitas fueron varias pero –como dice el viejo
refrán- “para pelear hacen falta dos” y el viejo poeta, más condescendiente que
combativo, no acusaba impacto de los ataques y, más bien, dio su bendición a
los jóvenes, alentándolos a escribir.
Consideramos
que esa lección de magnanimidad de parte de Juan Carlos Dávalos dejó honda
huella en los poetas de “La Carpa” en Salta y en la generación siguiente, lo
que se puede ver en el “Prólogo” a Copajira, por ejemplo, donde el viejo poeta
celebra el libro de nuevo escritor.
Cuando
ese patriarca de las letras de Salta –a cuya casa acudían los aspirantes para
recibir consejos y bendiciones- se fue en 1959, su lugar imaginario fue ocupado
por Raúl Aráoz Anzoátegui. El cabello y la barba junto a la pipa le daban la
solemnidad que requería tal imagen.
… pelo y barba
blancos (aunque no tan blancos como ahora), una voz serena, grave sobre todo al
recitar algún poema, y una pipa que bajaba y subía acompasadamente. La escena
transcurría en Limache… (Sylvester; 1985: 9)
Su presencia en las
actividades públicas de las letras de Salta se volvió icónica, pues su imagen
casi totémica otorgaba la sacralidad que el hecho cultural requería. Sin embargo,
es oportuno aclarar que la suya no era sólo un presencia figurativa de carácter
simbólico, sino que su participación como difusor de la cultura y de los nuevos
escritores se hizo a través de las radios y los diarios en los que trabajaba
como periodista y a través de su imprenta, en la que dio cabida a las primeras
producciones literarias de los que luego serían denominados la generación del
’60: Walter Adet, Jacobo Regen, Carlos H. Aparicio, Miguel Ángel Pérez y Juan
José Hernández.
Academia y escritores
La
vinculación entre los escritores de Salta y las instituciones académicas, a
pesar de los rumores de enfrentamientos y desavenencias, en general fueron
buenas. Tanto con la Academia Argentina de Letras como con las universidades.
En particular el vínculo con las universidades fue creciendo desde el momento
en que “La Carpa” cobró vida. Sucede que en el NOA, desde la década del 40 en
adelante los jóvenes de las provincias del NOA fueron a la Universidad Nacional
de Tucumán en busca de un futuro profesional y algunos de ellos volvieron con
sus títulos universitarios. Por ejemplo, Sara San Martín de Dávalos –reconocida
poeta del grupo- ejerció la docencia universitaria en Salta en la sede que
estableciera la U.N.T. como precedente de la Universidad Nacional de Salta.
Cuando
se fundó la Universidad Nacional de Salta en 1973, no se desvinculó de los
escritores de “La Carpa”, el mismo Manuel J: Castilla es el autor del lema que
figura en el escudo universitario: “Mi sabiduría viene de esta tierra”.
En
1995 la Universidad Nacional de Salta y la Universidad Católica de Salta
otorgaron a Raúl Aráoz Anzoátegui el título de Profesor Honoris Causa, en el
momento en que se recordaba el quincuagésimo aniversario de la publicación de
su primer libro, Tierra altas. Desde luego que aún antes de recibir esos
reconocimientos académicos ya era convocado por las universidades para integrar
jurados, paneles y disertar en cátedras o congresos.
Con respecto a la Academia Argentina de Letras
que mencionáramos al principio de este apartado, en 1994 sesionó en Salta y en
esa oportunidad fue don Raúl el encargado de dar un discurso en el que reseñó
la presencia de los escritores locales en la prestigiosa institución nacional.
La prosa no le fue
ajena
Cuando
nos referimos a “La Carpa” en general, tendemos a vincularla a la producción
lírica, sin embargo en el grupo original hay músicos y plásticos, pues se trató
de todo un movimiento cultural de renovación, que aún luego de su dispersión
continuó su desarrollo programático en todas las áreas que lo integraban.
Por
ello, aunque indudablemente todos reconocemos y recordamos a Raúl Aráoz
Anzoátegui por su obra poética, no fue ésa su actividad exclusiva en la
literatura ya que alguna vez publicó Dos
cuentos casi fantásticos (1995), fue convocado como antólogo, presentador y
conferencista, actividades que lo derivaron a poner por escrito sus
intervenciones en forma de ensayos.
Por
el ojo de la cerradura fue
publicado en 1999 por Ediciones del Robledal, como un libro de ensayos,
reuniendo textos de diversa procedencia, algunos ya habían si publicados con
formato de libro como Los escritores
argentinos y el problema de la incomunicación (1961) y Tres ensayos de la realidad (1970) o dentro de otros textos como
“Encuesta a la literatura argentina contemporánea”, mientras otros permanecía
inéditos y ésa fue una buena oportunidad para disponer de ellos en un conjunto
que permitía seguir sus reflexiones sobre la literatura, desde la constitución
de la “La Carpa” hasta la actualidad.
En
1980 el Centro Editor de América Latina estaba abocado a conformar un nuevo
mapa de la literatura argentina y en su último tomo se dedicó a encuestar a los
escritores del país. Esa encuesta tenía un formato estándar y fue enviado por
correo a lo largo y lo ancho de la Argentina, uno de los que respondido a la
convocatoria fue don Raúl y ya que el Tomo VI de esa Historia publicada en 1982
se volvió difícil de conseguir, reprodujo las respuestas en su libro Por el ojo de la cerradura junto a otra
que le hiciera tiempo después la Revista
Cultura de Buenos Aires en 1984, facilitándonos un acercamiento a su propia
versión de su inicio en la literatura y sus proyectos.
Raúl
Aráoz Anzoátegui tuvo una destacada trayectoria en la cultura de Salta que
hemos tratado de sintetizar en dos áreas:
Su legado escrito,
compuesto por:
POESÍA: Tierras altas, 1945; Rodeados vamos de rocío, 1963; Panorama poético salteño, 1963; Poemas hasta aquí, antología poética,
1967; Pasar la vida, dos ediciones:
1974 y 1983; Obra poética, 1985; Breve inventario poético, 1992; Antología poética, en la colección de
Poetas Argentinos Contemporáneos del Fondo nacional de las Artes, 1997; Confesiones menores, inédito.
PROSA: Tres ensayos de la realidad, 1971; Medallones del milagro, 1971; Dos cuentos casi fantásticos, 1995; Por el ojo de la cerradura, 1999.
Una vida ligada a la
cultura
Seguir el recorrido vital de Raúl
Aráoz Anzoátegui es acompañar el desarrollo cultural de Salta en la segunda
mitad del siglo XX, marcando los vínculos con la generación precedente y con
las que le siguen. Fue Director General de Turismo y Cultura de su Provincia,
Director de Radio Nacional de Salta, Miembro en Buenos Aires del Directorio de
Argentina Televisora Color y, por último, Director General de Cultura de la
Municipalidad de Salta.
Su
vida fue el testimonio de una transición entre un modo de consagración en el
ámbito provincial. Desde aquella a través de la “bendición” otorgada” por el
patriarca, Juan Carlos Dávalos, la participación en las tertulias y la
publicación en los diarios y semanarios editados por parientes y amigos, a una
que pasa por la vinculación con las instituciones culturales y educativas nacionales
y provinciales.
“La
Carpa” estuvo en ese gozne de transición, entre su punto de lanzamiento en
torno a la Universidad Nacional de Tucumán y la bendición de Juan Carlos
Dávalos, pero ellos mismos fueron quienes propiciaron el desarrollo de la universidad
en Salta y de una incipiente industria editorial preocupada por publicar a los
escritores reconocidos y dar su aliento a los incipientes.
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