lunes, 23 de noviembre de 2015

Mito y leyenda en Salta

Mito y leyenda en Salta
            El Folklore abarca diversos aspectos de la dimensión humana como ser las creencias, las costumbres, y las tradiciones de una comunidad y, como cualquiera de ellas, Salta fue creando con el paso del tiempo las leyendas que requiere toda comunidad para dar cohesión a su mundo simbólico.
No se trata de un fenómeno privativo de nuestra sociedad, puesto que desde que la humanidad se ha constituido como tal ha construido en torno suyo un universo simbólico que dota de sentido al entorno y a sus acciones. Es lo que la semiótica de la cultura ha llamado una semiósfera, tan necesaria para la vida humana como lo es la biósfera para el resto de las especies con las que compartimos el planeta.
            Sucede que el hombre se mueve en el universo del sentido y por lo tanto trata de dar explicación a todo su entorno y sus acciones y ese impulso de la especie es lo que ha creado las instituciones como la religión, la filosofía, la literatura y las distintas ciencias, cada una con sus mitos y leyendas.
            En primer lugar debemos tratar de restar ambigüedad a los términos que estamos empleando porque su diversidad de acepciones implica distintas valoraciones.
Según la definición de diccionario se entiende:

mito1. (Del gr. μῦθος). m. Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad. || 2. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal. || 3. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima. || 4. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.

leyenda. (Del lat. legenda, n. pl. del gerundivo de legĕre, leer). f. Acción de leer. || 2. Obra que se lee. || 3. Historia o relación de la vida de uno o más santos. || 4. Relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos. || 5. Texto que acompaña a un plano, a un grabado, a un cuadro, etc. || 6. ídolo (ǁ persona o cosa admirada con exaltación). || 7. Numism. Letrero que rodea la figura en las monedas o medallas. || ~ negra. f. Opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI. || 2. Opinión desfavorable y generalizada sobre alguien o algo, generalmente infundada. 

            Pero en estas definiciones no podemos apreciar como a lo largo del tiempo esos términos fueron cambiando su valoración, pues en los albores de la civilización los mitos y las leyendas tenían un valor explicativo comparable en nuestros tiempos al que se le atribuye al discurso científico.
            Los conocedores de los mitos y las leyendas en las comunidades primitivas –y ágrafas- eran iniciados que sabían recitarlos de memoria para dar sentido a los fenómenos de la naturaleza o a las acciones de los hombres.
            Muchos de los relatos que llamamos mitos y leyendas se originaron en hechos concretos con protagonistas reales que con el paso del tiempo se fueron esquematizando y magnificando hasta adquirir una dimensión atemporal.
            Por ejemplo el mito de Prometeo que roba el fuego de los dioses para entregárselo a los hombres tuvo un posible origen en los albores de los tiempos cuando alguien aprendió a controlar el fuego y le permitió a la humanidad perder el miedo a la oscuridad de la noche y las cavernas. Ese hombre que le lego esa gran conquista a la humanidad si no es un dios o un semidiós, merece serlo.
            Esos corpus de mitos y leyendas fueron los que compusieron las primeras religiones y que con la aparición de la escritura conformaron los libros sagrados que fundaron las grandes religiones con gran vigencia hasta la actualidad.
Con la aparición de la filosofía y de las ciencias los mitos y las leyendas cayeron en descrédito, especialmente aquellas que no se habían incorporado a las grandes religiones y fueron puestas en juicio como creencias infundadas y combatidas en nombre de un conocimiento más acertado del mundo. Sin embargo, a pesar del descrédito que padecieron, estos relatos perduraron en la larga memoria de los pueblos y migraron con ello alejándolos cada vez más de las circunstancias históricas que le dieron origen pero cuyo poder explicativo continuaba siendo efectivo ante situaciones similares.

El caso particular de Salta
Para el caso que nos toca en este particular encuentro, vale considerar que la entidad que denominamos ciudad de Salta se conformó a partir de la conquista española del territorio del Tucumán que trataba de afianzar sus dominios ante la amenaza de los pueblos indígenas y de los, más peligrosos aún, portugueses que avanzaban desde las costas del Atlántico.
Sin embargo estos territorios no estaban deshabitados y no bastaba con la simple orden imperial de fundar una ciudad, por lo tanto los españoles y criollos que se aventuraron en estos parajes debieron enfrentar a aguerridos pobladores que ya eran tenían la experiencia de haberse enfrentado al imperio Inca.
Legalmente la ciudad fue fundada por el Licenciado Don Hernando de Lerma y es a partir de ese momento que comienzan a tejerse una serie de relatos, cimentados en acontecimientos del momento, pero cuyo matiz oral y tradicional los han convertido en leyendas que la disciplina histórica enfrenta para buscar respuestas o cuestionarlos en sus afirmaciones.
Una de esas leyendas es un fragmento de una anterior que alimentó la imaginación de los conquistadores y que, aún hoy, resurge en distintas formas. Me refiero a la leyenda del dorado, aquella por la cual hay una ciudad hecha de oro –relato con distintas variantes-.
Sucede que Colón, desde que fracasó en su intento por llegar a la India, tentó a los reyes con la idea de que en estas tierras se ocultaban grandes tesoros por descubrir. Ante el requerimiento de esos tesoros a los nativos y viendo que los europeos enloquecían ante los metales preciosos, fue que alimentaron su imaginación dándoles noticias de un reino muy lejano hecho de oro.
La leyenda del dorado permitió a los nativos sacarse de encima a los conquistadores enviándolos a selvas, montañas y desiertos con guías que en algún momento desaparecían dejándolos perdidos en un territorio hostil y desconocido.
La versión de esa leyenda en Sud América está vinculada a los Incas y al rapto de Atahualpa, cuya liberación debía pagarse en metales preciosos al codicioso Francisco Pizarro. Como el descomunal rescate no logró salvar la vida del Inca, los súbditos pusieron a salvo muchos de los tesoros para que no cayeran en manos españolas. Desde entonces se supone que hay en alguna parte en lo alto de las montañas, en lo profundo de alguna selva o incluso debajo de la tierra, una ciudad que alberga todos los tesoros que ocultaron los incas.
En Salta, una versión adaptada de esa historia es la de los tesoros escondidos, o “tapados”, dejados por los nativos de la zona ante la invasión española que murieron sin revelar su escondite.
Otra leyenda está directamente vinculada con el fundador de Salta, que en su momento bautizó la ciudad con su nombre pero que al cabo de los años fue borrado de la memoria hasta quedar el nombre que actualmente utilizamos.
Sucede que de los documentos que quedaron de aquellos tiempos se puede reconstruir todo un proceso legal que terminó con la destitución y encarcelamiento de Lerma por su enfrentamiento con la institución eclesiástica.
La leyenda negra de Lerma dice que era un déspota, que abusaba de sus poderes de gobernador explotando a los nativos sometidos e imponiendo pesadas cargas impositivas a los criollos que poblaban Salta y que lo único bueno que hizo fue fundar Salta porque el Virrey Toledo se lo encomendó.
Discernir qué hay de cierto en esta leyenda y que de fabulación corresponde discernirlo a la disciplina histórica, pues la leyenda por sí misma es prácticamente desconocida para las nuevas generaciones de salteños.
La leyenda de los tesoros escondidos en Salta o “tapados” tuvo una serie de actualizaciones posteriores:
-Con la expulsión de los jesuitas, a fines del siglo XVIII. Se tejió la leyenda de que aquellos denodados evangelizadores habían conquistado el corazón de los indígenas y ellos a cambio de la Santa Fe les habían entregado sus metales preciosos. Cuando el Imperio Español disolvió la orden, los sacerdotes en su huida ocultaron los metales convertidos en imágenes y elementos litúrgicos en las montañas.
-En el siglo XIX nuestra provincia fue abatidas por varias guerras, las de independencia y las civiles por lo que las acaudaladas familias de Salta, ante el temor de los saqueos de los sucesivos invasores, optaron por sepultar sus tesoros. Dicen las leyendas que abrevan en la historia que algunos adinerados se enterraron con sus riquezas encargando a sus sirvientes que los desenterraran después de los saqueos; pero, al morir en manos de los frustrados invasores dejaron a sus señores tapados vivos con sus fortunas sin que nadie supieran donde estaban.
Las gruesas paredes de las construcciones antiguas, los profundos aljibes y los innumerables cerros fueron el refugio de esos tesoros que durante años los “buscadores de tapados” inquirieron durante generaciones con mayor o menor suerte. Y la leyenda dice que estos tesoros ocultos se manifiestan de distintas formas y no dejan de asustar a los vivos hasta que el justo sea capaz de liberar la maldición de la codicia.

Otras leyendas
Muchas otras leyendas también fueron desplazadas al olvido por el crecimiento de la sociedad urbana que fue desechando el conocimiento tradicional de los ancestros que se transmitía en forma oral. Dicho de otro modo, ¿quién presta oído en estos momentos a los relatos de los abuelos? Prácticamente nadie, porque se consideran más valiosos los conocimientos impartidos por el sistema escolar y más entretenidos los medios de difusión masiva.
En las generaciones del siglo pasado anteriores a la televisión multicanal hubo una etapa de transición entre el saber tradicional de transmisión oral y los nuevos medios.
Un ejemplo de ello es la literatura con obras de reconocidos escritores como Juan Carlos Dávalos, Emma Solá de Solá, Federico Gauffin y Ernesto Aráoz, entre otros, que pusieron por escrito esas leyendas, explícitamente o reescribiéndolas y entramándolas en otros relatos.
Por otra parte en la radio de banda AM que aún hoy se transmite desde Salta Capital, hubo escritores que se encargaron de llevar el relato oral más allá del alcance del limitado círculo hogareño. El caso más recordado es el César Fermín Perdiguero, escritor que durante años mantuvo una columna en diario El intransigente y la audición radial “Cochereando en el recuerdo”. En ambos espacios periodísticos rescataba anécdotas y leyendas de una ciudad que estaba creciendo más rápido de lo que podía retener sus relatos orales.
Entre las leyendas que supo mantener vivas estaban la de la mulánima, la salamanca, la viuda, el familiar y el duende. Las tres no son nativas de la zona sino que llegaron junto a las armas y los utensilios de los conquistadores.
La mulánima o alma mula tiene muchas variantes pero básicamente es la maldición que cae sobre la mujer que tiene amores ilícitos, ya sea con el cura, el compadre o el cuñado. Según la versión salteña el alma en pena convertida en mula corría por las calles de la ciudad durante las oscuras noches de invierno, tirando fuego por la boca y haciendo chispear el empedrado a su paso. Ante ella los pobladores de la noche debían buscar refugio en algún lugar consagrado. Por suerte Salta siempre tuvo varias iglesias para proteger a los vigilantes que caminaban las calles o a los trasnochados de las juergas.
La viuda era otra alma en pena, la de una mujer cuya marido infiel había muerto y por ello no encontraba paz, por lo que hizo un trato con el diablo para vivir eternamente vengándose de su marido en los hombres infieles. Así es que vestida con su ropa negra deambulaba de noche para seducir a los incautos con su cuerpo voluptuoso y sensual. Cuando el hombre seducido se acercaba para abordar a la solitaria mujer que paseaba en la oscuridad se encontraba con un rostro cadavérico y en descomposición que trataba de besarlo ocasionando la muerte del frustrado Don Juan.
            La salamanca más famosa de Salta estaba ubicada en la quebrada que hay entre los cerros Veinte de Febrero y San Bernardo y allí iban políticos, jugadores, bailarines y músicos a hacer contratos con el diablo para que nadie los superara en su arte.
            La leyenda del contrato con el diablo surge en la edad media, como la misma figura del diablo que viene a la tierra a tentar a los hombres pues así puede arrebatarle las almas a Dios.
            En la España medieval los moros ocuparon gran parte del territorio y luego de siglos de luchas los cristianos controlaron la Península, uno de esos territorios fue la provincia de Salamanca, en cuyas cuevas se decía que los moros practicaban la brujería y convocaban al diablo. Esa idea de las cuevas como lugares en los que se puede tratar directamente con el diablo fue la que engendró la versión nacional llamada solamente salamanca.
            El familiar si bien tuvo y aún hoy tiene mayor vigencia como una leyenda rural, hasta hace pocas décadas tuvo vitalidad en la ciudad y está vinculada a la leyenda anterior del contrato con el diablo.
            Sucede que el contrato con el diablo requiere de la entrega del alma como pago por los beneficios concedidos, sin embargo. Hay una variación en el contrato para evitar entregar la propia alma y es saciar al diablo con las almas de otros, de ese modo se prorroga la validez del contrato. La entrega de almas se puede hacer con la entrega de víctimas que mueren misteriosamente y cerca de ellos se ve a algún animal de características especiales. A ese animal se le llama familiar y en la zona rural puede tener la forma de un toro, un perro, un tigre o hasta un caballo, mientras que en la ciudad el animal es una gran víbora, generalmente cubierta de pelos, un perro o hasta el típico gato negro. Decía que es una leyenda con vitalidad porque hasta hace poco escuché explicaciones al triunfo en empresas comerciales, políticas y artísticas atribuyéndolas a contratos con el diablo.
            En la década de 1970 se decía que Daniel Toro debía su habilidad para componer y ejecutar su música a un contrato con el diablo que no pagó a tiempo y por eso le quitó la voz. En la década de 1980 se decía que Roberto Romero había ascendido desde la pobreza hasta convertirse en gobernador por un contrato con el diablo y que prueba de ello era que cada vez que encaraba una nueva empresa alguien moría para pagar su tributo al diablo.
            No nos olvidemos de los duendes que acompañan al hombre en todas las culturas sólo con algunas variantes y con distintas acepciones. En Salta la versión legada por Europa a través de los conquistadores españoles se fusionó con la prehispánica, dando la imagen de un niño de sombrero grande con una mano de lana y otra de plomo que siempre anda haciendo travesuras en la casas, especialmente si tienen higueras en los patios u horno de barro en el fondo.
La leyenda dice que aparecen a la hora de la siesta, cuando los adultos duermen, y juegan con los niños, tratando de llevarlos a su mundo. Las formas de evitarlo es arrojarle estiércol o amenazarlo con el látigo o el cinto del hombre de la casa. Como los hábitos de descanso y la disposición de las casas actuales han cambiado reduciendo los espacios para árboles y hornos, se puede decir que los duendes están en vías de extinción, pero por las dudas siempre bautizamos a nuestros hijos para evitar que este ser fantástico se los lleve.
            Aunque me he encontrado con nuevas versiones científicas que tratan de explicar por qué los duendes han tenido una vigencia tan larga en la historia de la humanidad y dan explicaciones como que eran una raza de pigmeos europeos ya extinta o de extraterrestres –por ello su forma pequeña y su aspecto humanoide- todavía la ciencia no explica la sensibilidad del duende al estiércol y al látigo del hombre de la casa.

            Casos personales
            Hay casos de personas que alcanzaron dimensión legendaria. En nuestra provincia el más conocido es el de Güemes cuya fama y hazañas parecieran fruto del realismo mágico de la literatura latinoamericana, sin embargo se trata de hechos corroborados por la ciencia histórica y por lo tanto se trata de uno de esos casos en los que la realidad superan a la ficción.
            Hay otros héroes de aquellos tiempos que tienen casi la misma dimensión legendaria. Por ejemplo Juana Azurduy cuyas hazañas fueron poetizadas por Félix Luna en una cueca musicalizada por Ariel Ramírez. Su personaje en la película de Leopoldo Torre Nilsson “Güemes: la tierra en armas” fue protagonizado por Mercedes Sosa.
            Juan Antonio Álvarez de Arenales, cuyo sobrenombre ha quedado en la historia popular. Era conocido como “El Hachado” porque estaba cruzado de cicatrices ya que se lo había dado por muerto en más de una batalla. Por algo el monumento en el medio de la Plaza 9 de Julio está dedicado a él.
            Luís Burela fue el caudillo que encabezó la resistencia gaucha después de que las derrotadas tropas del Ejército del Norte se retiraron. El gauchaje aún recuerda que cuando estaban reunidos deliberando el modo de resistir el avance realista alguien preguntó con qué armas iban a luchar y entonces el caudillo contestó “¡con las que les quitemos!”.
            En el siglo XX hay casos muy particulares que pasaron a la dimensión de la devoción popular. Uno es el de la difunta Juana Figueroa, nacida a fines del siglo XIX y asesinada por su marido el 21 de marzo de 1903. De ella se dicen muchas cosas: que era hermosa, que una gran bondad habitaba en su alma, pero que no fue fiel a su hombre. Se dice que el marido la hirió mortalmente y la arrojó moribunda a un canal cercano al cementerio, donde terminaba la ciudad en aquel tiempo. Se dice que la señora estaba embarazada y que agonizó durante días en ese abandonado lugar. Cuando el cadáver fue descubierto se le comenzó a rendir veneración y se ha establecido una suerte de culto que pasa de generación en generación, en especial los días lunes en un santuario ubicado en el canal donde -según la tradición- murió.
El escritor jujeño Jorge Calvetti le escribió dos glosas, con lo que quedó testimoniada por la literatura:

La Juana Figueroa

Glosa I

Alma que pena y no pena.
Alma que llora y no llora
así dicen que es el alma
de la Juana Figueroa.

Así como pudo ser
de tantos y tan ajena,
así dicen que es la Juana
alma que pena y no pena.

Que se oye al atardecer
y otras veces a deshora
una voz diciendo que es
alma que llora y no llora.

Que encuentra en el fuego frío
y en las tormentas la calma.
(Lo mismo que era su cuerpo
así dicen que es el alma).

Mucha y poca, blanda y dura,
cielo y tierra, santa y loca,
así me han dado las señas
de la Juana Figueroa.

—Nadie buscaba aquí lo que encontraste:
la certeza,
por eso no estás muerta.
La carne mendigaba también entonces
y tú vivías en el destino de los hombres
como el viento que se envuelve, apasionado, en
los árboles
y siempre cede y calla.
Alma que eras un cuerpo,
acompañada y sola te verían,
como ahora que te nombro
mientras el tiempo te hace reverencias.
Cuando paseabas por el campo,
¿Fueron la fácil sed, el acto, los deseos,
las anónimas flores que hoy crecen en tu tumba?
¿Eras una mujer,
¿O eras, como la vida,
una dádiva loca que todos devolvían temerosos,
porque enloquece, a quien, de veras, la recibe?
¿Eras la santidad, alegría de los otros,
o la inocencia que se ignora?
¿O creerías, acaso,
que era tu misión sobre la tierra
devolver, como las rosas,
la caricia del sol que les dio vida?


—“Hombres igual que muertes
me llevaron callados;
como con una marca
con placer me marcaron;
y una noche de luna,
de galopes y abrazos,
destrozaron mi cuerpo
como se quiebra un vaso”.

—Oh tierra donde todos sembraron
eras el todo-amor, toda-de-amor, por eso
lucero de infortunios,
la muerte recogió en los caminos,
los esparcidos días de tu corazón.

—“La muerte como un hombre
se ha acostado conmigo;
pesa sobre el silencio
como un cuerpo dormido;
yo voy con la memoria
y los ojos perdidos,
hundiéndome en las sombras
de un país infinito”.

—Porque amabas te amaron.
Tu amor era una antorcha
que los hombres alzaban para quemar tristeza.
Con ella se hacían señas
de cerro a cerro, de placer a placer, de pena a pena,
y un día —oh menesterosa— de quietud te vistieron
y tristes lunes para siempre.

—“Voces color de olvido
me han robado los sueños;
nubes color de noche
me escondieron el cielo;
de todo lo vivido
sólo me queda un eco
que despiadadamente
me repite que he muerto”.


Glosa II

Ando ciego y vivo triste
porque siempre estoy pensando
que me sigue acompañando
la sombra de lo que hiciste.

Porque una vez me quisiste
ya no te pude olvidar
y hoy que te quiero mirar
ando ciego y vivo triste.

Yo te he de seguir amando
—esa es la ley del amor—
aunque crezca mi dolor
porque siempre estoy pensando

que hubo un cómo y hubo un cuándo
que terminaron conmigo
y hoy tu sombra es el testigo
que me sigue acompañando

Ando ciego y vivo triste,
ya no tengo claridad,
me nubló la humanidad
la sombra de lo que hiciste.

Otro caso de un alma milagrosa consagrada por la devoción popular es la de Pedrito Sangüeso a quien los estudiantes solían apromesarse llevándole sus carpetas y cuadernos como ofrendas al cementerio.
Pedro Pablo Sangüeso fue violado y brutalmente asesinado el 19 de mayo de 1963 cuando contaba con seis años de edad. Aparentemente el padrastro fue el autor de este crimen, fue acusado y estuvo varios años en prisión. No existen demasiados detalles sobre la vida de este niño y algunos aspectos se deducen de las placas que se dejaron como homenaje en su tumba en el cementerio de la ciudad de Salta.

            Hay muchas otras leyendas que se tejen en torno a personas y lugares, como el Cerro San Bernardo, y otros que aún están en formación y que son motivo de libros que están por escribirse. Ese es el desafío de las nuevas generaciones.

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