Historia y mito
en El campito de Juan Diego Incardona
Rafael Gutiérrez
Introducción
La novela El campito de Juan Diego Incardona es una producción de la
novelística argentina más reciente y se podría adscribir a la novela fantástica
o de ciencia ficción, pues el mundo construido mantiene componentes de nuestro mundo
de referencia, pero hay otros que resultan de la desmesura o de la intersección
con tiempos hipotéticos. En una tradición cara al género, esa construcción
textual es deliberada para focalizar aspectos del mundo de referencia que se
pretende destacar con una finalidad crítica.
En nuestra lectura nos proponemos
relevar cuáles son los aspectos del mundo que el texto destaca críticamente y
cuáles son las estrategias desplegadas para hacerlo, con la finalidad de
establecer sus vínculos con una genealogía escritural en la literatura
universal y en la argentina en particular, en la que se entraman la historia acontecida
y su devenir en mito.
La literatura que fundó la mitología
Jorge
Luis Borges hizo un esfuerzo por dotar a Buenos Aires de una mitología para que
sus producciones culturales pudieran ingresar a la llamada “cultura universal”
o sea a la cultura entendida desde los parámetros europeos. Sus primeros libros
testimonian ese esfuerzo, en especial Cuaderno
San Martín (1929), donde está el título que explicita esa intención
“Fundación mítica de Buenos Aires”, que en su primera versión se llamaba
“Fundación mitológica de Buenos Aires”; los ensayos Evaristo Carriego (1930) -en el que un poeta menor le sirve de
pretexto para construir una historia de
Buenos Aires y del tango- y Discusión
(1932) en el que programáticamente aborda la poesía gauchesca junto a clásicos
de la “literatura universal” y en el centro hace una declaración de principios
sobre la relación del escritor argentino con la tradición de occidente.
Coetáneo de Borges es Leopoldo
Marechal, quien compartió la misma preocupación por la configuración de una
tradición mítica e hizo su aporte desde su literatura aunque se lo recuerde en
especial por su novela Adán Buenosayres
(1948), verdadero corolario de su trabajo programático.
En ambos escritores lo que se
evidencia es el trabajo de integración entre una formación letrada que se
remonta a los clásicos grecolatinos y continúa por el canon europeo, junto con
un conocimiento de la historia legada por los libros, pero fundamentalmente
aquella de carácter oral, que circula por las calles de los arrabales y los
caminos que desembocaba en la pampa, que ambos vates fatigaron.
El arrabal tanguero en disolución y
los compadritos en vías de extinción, por el avance de la modernización de
Buenos Aires, fueron extraídos del tiempo lineal e instalados en el tiempo
mítico por obra de estos escritores.
A lo largo del siglo XX se
produjeron nuevos acontecimientos cuya credibilidad pueden desafiar a la
imaginación ya que su desmesura los coloca en un incierto borde entre lo
verosímil y lo fantástico. La escritura que dio cuenta de esa dimensión pasó a
formar parte del universo imaginario o mítico que dota de sentido a Buenos
Aires o, más bien, al mundo rioplatense.
Uno de esos hechos fue el peronismo
y sus protagonistas que alcanzaron rápidamente dimensión mítica. El grado de
simbolización de Perón y, más todavía, de Evita se volvió un núcleo de
generación de ficciones.
Un nuevo fabulador
A
principios del siglo XXI, un joven escritor retomó la tarea legada por los
poetas buscadores de esencias nacionales, se trata de Juan Diego Incardona (Buenos
Aires 1971) narrador que generó un mundo fantástico a partir de los mitos
construidos en el siglo XX, en su libro de cuentos Villa Celina (2008) y en la novela El campito (2009).
Nos
detendremos en la novela que se construye con una estrategia cara a los
orígenes de la literatura moderna: hay un relato porque hay alguien que quiere
contar para un auditorio que queda cautivo, seducido por la palabra. Como en
los Cuentos de Canterbury (Geoffrey
Chaucer 1475) o en el Decameron (Giovanni
Boccaccio 1351), el hastío de los jóvenes genera el momento propicio para
compartir relatos. En la novela de Incardona esa es la ocasión precisa en la
que se hace presente el trotamundos, el hombre sin domicilio, acompañado por un
animal de la mitología contemporánea “el hombre gato”[1].
En una forma cara a la tradición
literaria, la novela de Incardona está construida como un relato que enmarca
una serie de anécdotas de un viajero que recorre lugares fantásticos.
Juan
Diego, el narrador, relata la historia que le refiere Carlitos, ciruja andante
y especie de trovador que va contando sus fantásticas aventuras en una Matanza
que se parece al escenario de un alto fantástico como El Señor de los Anillos, pero en clave subdesarrollada, entre
basurales, mutantes producto de la contaminación del Riachuelo y barrios
secretos creados por orden de Eva Perón. (Soifer, 2009)
Tal
como Odiseo, Telémaco, Lemuel Gulliver en Los
viajes de Gulliver (1726) o el Marco Polo creado por Ítalo Calvino en Las ciudades invisibles (1972) hay una
aventura de relatar y otra vivida, pero a diferencia de esos relatos de viajes
fantásticos, el mundo fabuloso de Incardona está situado en un espacio cercano,
en los barrios del conurbano bonaerense que se conectan a través de “el
campito”, suerte de espacio de transición en el que habita el ciruja narrador y
su compañero “el hombre gato”.
Tal como en la edad media, cuando el
público se entretenía con los relatos del viajero que daba cuenta del mundo que
se extendía más allá de su horizonte, poblado de aventuras. En esas andanzas el
narrador también se incluía como ayudante de los locales contra seres fabulosos
en paisajes de encantamiento; en El
campito el mundo fabuloso existe en un “más allá” cercano, en el conurbano
bonaerense. Ese espacio fue incorporado a la mitología porteña desde que Borges
partió a buscar el Sur ancestral, poblado de malevos y compadritos y fue
abonado por Marechal, cuando Adán Buenosayres y sus amigos salieron a rastrear
al neocriollo.
Para que haya mito fue necesario que
en algún momento aconteciera un hecho extraordinario que se refiriera en
relatos orales hasta cristalizarse en un momento atemporal y en un espacio
ignoto para que quedara fuera del registro de la historia.
Leticia
y el Morocho, por su parte, también exageraban lo que ellos mismos habían
escuchado la primera noche (…) y así la historia se fue adornando y ya no
estaba seguro de qué era original y qué era agregado (…) a nadie se le ocurrió
poner en tela de juicio ninguna de las versiones, que, más que contradecirse,
parecían complementarse. (68)
En la novela de Incardona una
historia fácilmente reconocible es la del primer peronismo que pronto saltó del
tiempo lineal al tiempo mítico. Así, los barrios creados por el gobierno y la
Fundación Eva Perón, trazados con diseños destinados a perpetuar la imagen de
sus creadores, fueron retomados por el escritor para montar espacios fabulosos.
…barrios
construidos como Ciudad Evita (…) La mayoría está en La Matanza, aunque nadie
sabe exactamente cuántos hay ni donde está cada uno… (65)
Enunciado en el que fácilmente se
reconoce en la primera parte la referencia al hecho histórico y en la segunda,
después del nexo adversativo aunque, su
disolución en las imprecisas referencias de una comunidad designada por el
pronombre indefinido nadie.
De hecho el barrio Ciudad Evita,
creado en 1947 a pesar de los cambios de nombres impuestos por los gobiernos de
turno, existe aún en la actualidad y se puede confirmar el diseño original
destinado a perpetuar la memoria de la “madre espiritual de los argentinos”.
De acuerdo con el modelo con el que
fue realizada la urbanización-monumento, la novela refiere otra similar, el “Barrio
Mercante”, hecho en homenaje al Coronel Mercante, conocido en la actualidad
como Barrio Obrero. El verosímil sería realista, salvo que adquiere ribetes
fantásticos por su entorno de jardines con flores recubiertas de cobre y que
está poblado totalmente por enanos industriosos, valientes y fanáticos.
Estos
son los campos galvanoplásticos. Parece que adentro son flores naturales, pero
están revestidas de metal… (40)
Este
entorno fantástico es remisión clara a las aspiraciones científicas de Roberto
Arlt, a quien nunca se nombra, pero se reconoce por su autodefinición de
inventor autodidacta y su filiación política:
Todo
lo aprendí por mi cuenta, como autodidacta, leyendo libros, y con la práctica…
(87)
…En
otra época, anduve con un grupo de anarquistas, pero dejamos de vernos. Algunos
se murieron, otros se fugaron. (89)
De modo similar a como trabajó
Jonhatan Swift en su novela Los viajes de
Gulliver, el viajero de Juan Diego Incardona deambula de un barrio a otro,
relacionándose con los locales que representan alguna de las creaciones del
peronismo, convertidos en personajes de ficción. Entre ellos podemos mencionar
a “las censistas”, verdaderas amazonas que viven en un barrio sin hombres; “El
Purgatorio”, habitado por fantasmas entre los que podemos reconocer claramente
a “Hugo del Carril”, denominado como “Carlitos”[2] o el
“cantor de la marcha”. Luego, en los preliminares de la “batalla del Mercado
Central”, el vagabundo y sus compañeros son tomados prisioneros por los
boxeadores del Barrio “José María Gatica y Pascual Pérez” y en las columnas de
combatientes se incorporan médicos del Barrio Ramón Carrillo. En medio de la
batalla se sumarán las tropas del Teniente Coronel Oscar Lorenzo[3],
representante de las fuerzas armadas fieles a Perón, y unos jóvenes milicianos,
representantes de Montoneros que mueren heroicamente.
El enfrentamiento que adquiere
rasgos maravillosos por la confrontación entre oponentes anacrónicos -pues en
el siglo XXI libran una batalla oponentes de los últimos cincuenta años-
incorpora un componente fantástico con el “esperpento”, monstruo hecho por
pedazos de cadáveres –a la manera de Frankeintein- y con las manos de Perón,
invulnerable a las armas de la resistencia peronista. En la batalla es el
cantor el único que logra dominarlo con su música.
Las ficciones de la utopía peronista
El peronismo fue definido por su
creador, Juan Domingo Perón, como un movimiento político, sin embargo después
de más de casi setenta años de vigencia –a pesar de las interrupciones
institucionales- podemos afirmar que es un movimiento cultural que ha generado
una multiplicidad de expresiones. Entre ellas podemos hablar de sus utopías,
entre las que destacaré La Guerra de los
Antartes, la novela gráfica inconclusa de Héctor Germán Oesterheld, y El Sueñero, la de Enrique Breccia
La historia del errante confluye
hacia un clímax dado por una batalla entre el pueblo peronista que se ha
conservado en su tiempo mítico en los ignotos barrios del conurbano. De modo
similar a El sueñero de Enrique
Breccia (1998), la novela tiene un momento culminante en el enfrentamiento
entre la resistencia peronista y las tropas de la oligarquía. Es ahí donde convergen
todos los personajes que conoce Carlos Moreno en su deambular por los barrios
que lo van adoptando y dónde él pasa de ser un observador a ser un protagonista
que participa de la lucha, aunque guiado más por el amor a una mujer que por la
convicción en una causa.
Entre el auditorio cautivo que va
creciendo progresivamente se encuentra el adolescente Juan Diego, que prefiera
huir de sus tareas escolares para escuchar los relatos fabulosos del viajero,
cuya palabra es lo único que exhibe como prueba de sus andanzas que son
confirmadas en silencio por su compañero escapado de la zoología fantástica, el
gato descomunal que todos reconocen como el “hombre gato”, especie resultante
de una metamorfosis similar a la que afecta al “aperrao”[4] de
la mitología popular de raíz folclórica.
En el momento en el que el vagabundo
refiere sus historias fantásticas no hay ningún hecho portentoso -como los que
relata- el gato no manifiesta ningún comportamiento especial, lo único anómalo
es su inusual tamaño, pero fuera de eso nada afecta al verosímil realista. De
manera que es sólo el relato enmarcado el que adquiere ribetes fantásticos ya
que nadie más que Carlos Moreno ha sido testigo de los barrios fabulosos, de
sus habitantes ni de la batalla que llegó desde el conurbano hasta los límites
de la ciudad de Buenos Aires.
La aclamación popular del auditorio,
la reafirmación de la batalla fabulosa por los recuerdos de ruidos y luces de
explosiones en el horizonte y la incorporación de joven Juan Diego a los viajes
de Carlos Moreno hacen de la novela una promesa de renovación de los mitos en
los que busca afianzarse el peronismo como parte insalvable de la cultura
argentina.
Conclusión
La novela de Juna Diego Incardona
abona su relato en los mitos que fue tejiendo Buenos Aires a lo largo del siglo
pasado y los reúne en una heroica batalla que no termina de resolverse. En una
tradición cara a la literatura, la construcción de un mundo fantástico no es
para generar evasión sino para volver la atención sobre el propio mundo.
Al
centrar la batalla en un momento contemporáneo que recupera los protagonistas
de distintos momentos desde la fundación del peronismo, la novela muestra un
claro interés político.
Es
la fábula fantástica la que convoca los mitos del peronismo y los sitúa en un
espacio que rodea a Buenos Aires como un modo de resaltar que el peronismo se
encuentra resguardado en ese entorno, resistiendo y listo para volver a cobrar
protagonismo.
Bibliografía
Borges,
Jorge Luis, (2011, Obras completas III, ,
Buenos Aires, Sudamericana
Caraballo, María Laura, “El campito de Juan Diego Incardona” en http://www.no-retornable.com.ar/v4/nuevo/caraballo_2.html
Corvalán, Kekena, “El Campito” en http://www.leedor.com/contenidos/literatura/el-campito
Publicado en Leedor el 29-10-2011
Fernández,
Nancy, “Literatura argentina y peronismo. Sobre El Campito, de Juan Diego Incardona” http://vanguardiaytradicion.blogspot.com.ar/2009/12/el-campito-de-juan-diego-incardona-nota.html
Incardona,
Juan Diego (2013), El campito, Buenos
Aires, Interzona
Soifer, Alejandro, “Las
patas en la fuente. El Campito Juan Diego Incardona” en http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-5579-2009-09-21.html
[1]
“El hombre gato” fue un delincuente
que atacaba en la zona de La Plata y el Gran Buenos Aires entre 1984 y 1985, ni
la policía ni los vecinos organizados pudieron atraparlo y pronto fue llevado a
la música popular por Ricky Maravilla en 1986.
[2]
El nombre puede deberse a que el cantante y
actor protagonizó la versión cinematográfica más famosa de la biografía de
Carlos Gardel.
[3]
Teniente Coronel del Ejército Argentino. Peronista. Fusilado en La Plata,
provincia de Buenos Aires, luego del frustrado intento del 9 de junio de 1956
(comandado por el General Juan José Valle), por recuperar la soberanía popular
arrebatada por el sangriento golpe militar de Rojas y Aramburu, protagonizado
un año antes.
[4]
En la tradición folclórica hay diversas razones por las que un hombre puede
convertirse en lobo, pero en el caso argentino, por falta de lobos en la fauna
local, el mito tiene su variante en la metamorfosis del hombre en un perro de
grandes dimensiones, de allí que sea referido como el “aperrao”. Su versión más
popular es la de “Mendieta”, el perro parlante que acompaña a Don Inodoro
Pereyra.