"E
non è vero que è morto
Garibaldi,
pum
Garibaldi,
pum,
Garibaldi,
pum."
LAS
AVENTURAS DE GIUSEPPE EN TIERRAS DE NUEVO MUNDO
Cuando era niño y recién el
televisor comenzaba a ser acusado de restar tiempo y creatividad al sano entretenimiento
infantil, de vez en cuando leía historias de aventuras que alimentaron mi
imaginación y, más tarde, mis deseos de escribir.
Julio Verne y Emilio Salgari fueron
los maestros de la aventura que crearon paisajes exóticos en mares llenos de
aventuras, con selvas pobladas de tigres a los que el héroe enfrentaba con sólo
un cuchillo, para terror de sus enemigos y admiración de la mujer que
pretendía.
Luego, descubrí que la historia
estaba llena de aventureros heroicos que habían realizado mejores proezas que
las imaginadas por los escritores con un José “Pachi” Gorriti que mata a un
tigre con su cuchillo; un Guillermo Browm que con una flota de barcos
improvisados y gauchos marineros ponía en fuga a las poderosas armadas del
Brasil, Gran Bretaña y Francia; un Bouchard que arrasaba los océanos de sur a
norte para aterrorizar a la flota realista; de mujeres que guiaban milicias
aguerridas que derrotaban a ejércitos imperiales.
Así también descubrí que el héroe de
la unificación italiana legó a la posteridad de los jóvenes lectores de
aventuras un libro, su libro, las Memorias
que el mismo Alejandro Dumas ayudó a corregir antes de su publicación.
En el común de la gente el nombre de
Giuseppe Garibaldi remite inmediatamente a la unificación italiana del siglo
XIX; sin embargo este héroe merecedor de varias estatuas ecuestres a un lado y
el otro del Atlántico participó en tantas guerras que sólo la providencia puede
explicar como vivió para llegar a relatarlas en su vejez, sobreviviendo a la
muerte de esposas e hijos.
Giussepe Garibaldi fue marino de
carrera y, por lo tanto, sus viajes lo pusieron en contacto con muchos
conflictos en un mundo convulsionado que anunciaba el nacimiento de los estados
modernos.
El marinero profesional dio paso al
líder y se embarcó en las luchas por la unificación italiana independizando
reinos que estaban sometidos a otras naciones, como Austria y Francia, pero esa
desigual contienda entre pequeños reinos contra grandes potencias llevaron a
Giuseppe Garibaldi al exilio en América.
Como es sabido, las luchas por las
independencias de los estados americanos y la lucha por la conformación de los
estados europeos estaban vinculadas a intereses supranacionales digitados por
logias secretas.
El héroe de la unificación italiana
estuvo integrado a dos logias que lo llevaron a continuar con la tarea que dejó
inconclusa en Italia, por ello en Brasil se unió a las fuerzas independentistas
y en Uruguay se enfrentó a la escuadra naval del gobierno de Juan Manuel de
Rosas que por aquellos años enfrentaba a los opositores que se refugiaban en la Banda Oriental de Uruguay con
ayuda de una coalición franco británica.
En esos ríos tan disputados -y aún
hoy fuente de conflictos- fue que Bowm y Garibaldi midieron fuerzas y allí fue
que nuestro gran almirante mostró su superioridad estratégica derrotando al
héroe italiano y luego manifestó su grandeza dejándolo huir con sus derrotados
marineros.
La magnanimidad de Browm ocasionó
que Giuseppe Garibaldi pudiera reunir a sus italianos y formar “La Legión Italiana ”
que defendió exitosamente la ciudad de Montevideo del asedio de las tropas
leales a Rosas y después armó una nueva flota con el apoyo de ingleses y
franceses con los que tomó la isla Martín García, las ciudades de Gualeguaychú
y Salto.
En 1839 había
conocido en Laguna, estado de Santa Catarina a Ana Maria de Jesus Ribeiro con
quien se casó en 1842. Esa mujer que la posteridad conoce como Anita Garibaldi
le dio cuatro hijos, Menotti, Rosita, fallecida con dos años, Tersita y
Ricciotti. Lo acompañó a su regreso a Italia y en su lucha por la independencia
de los reinos europeos murió a causa de la fiebre tifoidea mientras eran
perseguidos por un ejército de españoles, franceses y napolitanos.
La derrota en Italia lo llevó a un
nuevo exilio por África y nuevamente a América, donde fue recibido por Manuela
Sáenz, la amante de Bolívar en Perú, con lo que continuó alimentando su imagen
de luchador internacional por el ideal de la independencia.
Después de esos viajes regresó a
Italia y compró la isla de Caprera desde donde retomó la guerra para unificar
Italia y fue en su paso por Sicilia que conoció a Alejandro Dumas que por
aquellos años estaba instalado allí y con quien cultivó una gran amistad.
En 1861, el Presidente Abraham
Lincoln invitó al ya conocido héroe italiano a formar parte de sus ejércitos en
la guerra contra la
Confederación separatista, conocida como la Guerra de Secesión o de
Norte contra Sur, sin embargo Garibaldi rechazó la propuesta y regresó a Europa
con la ambición de liberar otras naciones ocupadas como Croacia, Grecia,
Hungría, pero no logró concretar sus proyectos.
Poco después luchó en la guerra
franco-prusiana para defender la ciudad de Dijon e impulsar la instauración de
la república en Francia y regresó a Italia para asumir por poco tiempo el cargo
de diputado.
En 1882 falleció en la isla de
Caprera dejando contradictorias imágenes a ambos lados del Alántico, para
algunos fue el héroe independentista de dos continentes, para otros un pirata,
esclavista, ladrón de caballos y mercenario. Tanto una como otra versión pueden
encontrar asidero en sus Memorias que
lo suman a los escritores de novelas de aventuras.
Hoy la historia lo recupera en
estatuas de bronce en distintas partes del mundo, pero en esta parte del globo,
algunos recuerdan un fragmento de una canción cantada en rondas infantiles y
que he utilizado como epígrafe.
* Lic
Rafael Gutiérrez
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