Todas las mañanas
me levanto, recorro
el campo santo y hago
mi prolija
nómina de huesos
En el recuento
de los de ayer
y en el descuento
de los de mañana
Me aseguro
de que no estén
los míos
Sólo entonces
vuelvo a mis
tareas cotidianas
y no sé si agradecer
o maldecir
por mi falta
en el inventario
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