Aceptar la propuesta de presentar un
libro es un compromiso y un desafío. Compromiso porque si alguien se dirige
ante uno para encargar la tarea es porque tiene la suficiente confianza en la
persona para tratar el tema seriamente; desafío porque esa confianza puesta no
tiene que defraudar ni al autor ni a los potenciales lectores con lugares
comunes o términos insondables que, en lugar de aclarar, enturbian los canales
de la comprensión.
Cuando era estudiante, Mauricio Ostria
González, un profesor con ideas claras, me hizo entender que si había algo para
decir había que decirlo, de lo contrario, callarse.
Valeria Graboski comprendió las
lecciones del mismo maestro y ha escrito porque tenía algo para decir.
Para todos es fácil repetir que Salta
es una tierra de poetas, que a cada vuelta de esquina uno se encuentra con un
escritor; sin embargo encontrar información sobre ellos es tarea bien difícil y
no me refiero a los sesudos estudios académicos sobre escuelas literarias, movimientos
y generaciones, sino a datos de primera mano como cuántos escritores con
premios internacionales hay en Salta, cuántos tienen publicaciones de alcance
internacional y, mucho menos, un listado bibliográfico completo.
Por ello es encomiable la tarea que ha
emprendido Valeria rastreando papeles para seguir las huellas de aquellos que
han dado a Salta el sobrenombre de Tierra
de Poetas.
Reunir en una plaqueta los trabajos
dispersos es un justo reconocimiento de la Municipalidad de Cerrillos a Valeria
Graboski, porque las publicaciones en revistas y las actas de congreso tienen
un alcance limitado, se pierden en la diversidad de notas, artículos y
ponencias que la componen, por lo que disponer de todos los artículos de la
misma autora en un solo volumen facilita la tarea del lector que busca
información sobre temas específicos.
Habíamos dicho que sobre la literatura
de Salta todavía hay mucho por escribir y, más aún, si en lugar de leer la
historia de la literatura desde la ciudad de Salta, lo hacemos desde cada
localidad que vio nacer y crecer a sus hacedores de palabras.
Valeria es Cerrillana y por ello aporta
su palabra, desde su particular punto de vista, otorgando a los lectores otra
mirada sobre la relación entre escritor y mundo de referencia.
Para muchos esta es el primer libro de
Valeria Graboski pero no deben engañarse, no se trata de su primer encuentro
con la letra de molde, este es un jalón en una producción que ha visto su firma
en artículos, ponencias, presentaciones y en la dirección de una revista,
también del interior, Coronel Moldes.
En confidencias la autora me ha
revelado sus angustias, por un lado ante la difícil tarea de enfrentarse con la
hoja en blanco y llenarla de las letras que han de dar cuenta de las huellas
dejadas en la cultura por aquellos que a través de hechos, libros y papeles
fueron haciendo la cultura de Salta y, por otro, de enfrentarse con aquellos
que ante su incapacidad para hacer algo productivo o conocer sus limitaciones
prefieren denostar los logros ajenos. Ante esas situaciones no son más
oportunas las palabras de aquel caballero díscolo -y por ello creativo-
“ladran, Sancho, señal que cabalgamos”.
Valeria, no deje de cablagar, siempre
habrá ladridos a lo largo del camino.
Lic. Rafael Gutiérrez
Cerrillos, 17 de agosto de 2004.-
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