miércoles, 15 de julio de 2015

SAAVEDRA EL OSCURO

Por las historias y los actos escolares relacionamos el nombre de Cornelio Saavedra a la Primera Junta que se formó en Buenos Aires en 1810, como punto de partida para la creación del Estado que hoy llamamos República Argentina. Esa misma historia, enseñada fragmentariamente, retira de la escena a Saavedra después de la formación de la Primera Junta y desaparece de tal modo que no se lo vuelve a nombrar más en el proceso independentista. A lo sumo se recuerda que tuvo terribles enfrentamientos con Moreno que representaba una facción opuesta en el mismo seno de la Junta.
Para los bolivianos, hablar de Saavedra es recordar que el primer Presidente argentino fue boliviano porque había nacido en Potosí.
En honor a la verdad hay que aclarar que por 1810 no existía ni la Argentina ni Bolivia y, si Cornelio Judas Tadeo Saavedra nació en la ciudad de Potosí, su padre era nacido en Buenos Aires, por lo que desde niño creció en la Capital del Virreinato. Cuando joven ya se había integrado a los negocios familiares y, como prominente ciudadano, en 1801 se incorporó al gobierno de la ciudad como alcalde de segundo voto en el Cabildo de Buenos Aires.
Siempre lo vemos en los cuadros de época con uniforme militar, detalle que se explica porque los inglese tuvieron la osadía de invadir el Río de la Plata en 1806 fomentando la creación de cuerpos de ejército en la Capital del Virreinato. La primera división militar de Buenos Aires fue creada por el mismo Cornelio Saavedra que la bautizó con el nombre de Regimiento de Patricios. Desde entonces fue su Comandante en jefe, lo que le dio poder militar, además del político y económico y el respeto de la ciudadanía por su participación en la defensa del Río de la Plata contra los británicos.
Los hechos de Mayo fueron el resultado de un complejo proceso tendiente a liberar a los pueblos americanos del Imperio español, donde participaban distintos sectores de una efervescente sociedad con tendencias variadas. Un factor decisivo en la deposición del Virrey fue el apoyo del Regimiento de Patricios a los cabildantes que propugnaban la necesidad de asumir un gobierno propio ante la caída del Rey de España. Dicho en otros términos, Cornelio Saavedra asumió la presidencia de la Junta porque contaba con el respaldo de un ejército, aunque lo acompañaba cierta mesura para plantear los alcances de las decisiones políticas que había asumido con los otros participantes de la llamada “Revolución de Mayo”. Sin embargo había otra facción liderada por Mariano Moreno que propugnaba la inmediata expansión de la Revolución como un movimiento independentista americano.
Dos hechos de carácter público, aparentemente triviales, evidenciaron el enfrentamiento Saavedra – Moreno. Uno fue el carruaje personal del Jefe de Patricios que, de acuerdo con su nuevo cargo, hizo decorar fastuosamente y otro fue la coronación. Ocurre que en una fiesta el capitán Atanasio Duarte propuso un brindis "por el primer Rey y Emperador de América, Don Cornelio Saavedra" y ofreció a doña Saturnina, esposa de Saavedra, una corona de azúcar que adornaba una torta. El pobre capitán fue desterrado por orden de Moreno bajo la famosa frase "... un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener expresiones contra la libertad de su país".
Una solución coyuntural que encontró Saavedra para desmantelar la oposición fue enviar a Moreno en misión diplomática, lejos de Buenos Aires, aunque los morenistas continuaron complotando contra el jefe de los Patricios.
Después del fracaso de la “Junta Grande”, preconizada por los saavedristas, y el desastre militar en Huaqui, el Jefe de Patricios viajó para tratar de reorganizar el Ejército del Norte, ocasión que aprovecharon sus opositores para destituirlo y someterlo a juicio. El ex presidente de la Junta huyó a Chile y tuvo que esperar a que San Martín fuera gobernador de Cuyo para volver, con su intermediación, a las Provincias Unidas del Río de la Plata y en 1818, el Congreso que declaró la Independencia en 1816 lo restituyó como jefe militar de la Nación.
Sin embargo el viejo soldado revolucionario no encontró la calma porque la anarquía reinante en las Provincias Unidas del Río de la Plata lo llevó nuevamente al exilio en Montevideo hasta 1820. Dos años más tarde el gobierno le dio el retiro absoluto, aunque durante la guerra contra Brasil ofreció nuevamente sus servicios militares, pero no fueron aceptados debido a su avanzada edad.

Murió en 1829 y el entonces gobernador de Buenos Aires, Juan José Viamonte, se encargó de que lo sepultaran con honores en el cementerio de la Recoleta, reconocimiento que recibieron muy pocos de los héroes en su oportunidad.

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