jueves, 23 de julio de 2015

Oesterheld y LA RECUPERACIÓN IMAGINARIA DE LA HISTORIA


            La revista El descamisado fue parte del aparato de propaganda elaborado por la facción peronista conocida como Montoneros. Era una publicación semanal con artículos sobre la actividad política del movimiento y su interpretación del accionar del gobierno que habían contribuido a reinstaurar. Entre el material que difundía estaban las historietas escritas por el guionista Héctor Germán Oesterheld.

            La inclusión de historietas se debía a que la dirección editorial de la revista había comprendido que el nuevo lenguaje elaborado en el último siglo era uno de los mejores mecanismos de enunciación para llegar con una versión revisada de la historia a un público lector que esperaba un cambio en el presente, cambio que sólo se comprendería si provenía del pasado.
            En este trabajo analizaremos la enunciación de las historietas publicadas con temas particulares pero que componen una reescritura de la historia que explica el conflictivo presente de los enunciadores.

            EL MEDIO
            La revista El Descamisado fue una de las publicaciones realizadas por la agrupación Montoneros dentro de su plan general de divulgación, propaganda y adoctrinamiento. Era un semanario político que circuló entre 1972 y 1974, cuando fue clausurado por el Decreto 1100/74 del Ministerio del Interior del gobierno peronista, al que -paradójicamente- había ayudado a retornar del exilio.
            Montoneros fue una facción del peronismo formada fundamentalmente por jóvenes que no vivieron el primer gobierno de Perón pero que recibieron la imagen mítica del "Grande Hombre" en el exilio y alimentaron la versión mesiánica por la que era quien podía rescatar a la Patria de la postración en la que había sido sumido por sucesivos gobiernos "entreguistas" y "apátridas" desde su derrocamiento.
            Tomar el nombre de "montoneros" fue una elección que se enraíza en un interés por reescribir una historia rescatando a aquellos protagonistas populares que fueron condenados por la "historia oficial"[1].
            Esta ala del peronismo siguió una orientación nacionalista y con matices violentos para preparar el retorno del caudillo Perón que debía proclamar la "patria socialista" en abierto desafío al imperialismo anglosajón. Resultado de esta lectura del retorno de Perón fue el violento enfrentamiento de las distintas facciones peronistas en Ezeiza.
            La revista, a partir de su décima entrega, además de las notas de actualidad política y de las noticias de la semana, incluye una sección ilustrada titulada AMÉRICA LATINA, 450 AÑOS DE GUERRA. En su página de presentación se muestra la sección como un modo de contar la historia de Latinoamérica entendida como una larga guerra contra el imperialismo.

            Esa nota de presentación, a modo de prólogo, plantea el programa con el que se va a publicar la sección, formulado como una serie de preguntas a las que se propone dar respuestas. Las respuestas que se presentarían en la sección tendrían por finalidad mostrar el pasado para esclarecer el presente:

Desde las páginas de El descamisado saldrá entonces nuestra verdadera historia.
Cuál fue la realidad de nuestro pasado y cuál es la realidad de nuestro presente. (Oesterheld y  Durañona, 2004: 7)

            La dirección de la revista estuvo a cargo de Mario Hernández y Dardo Cobo, quienes encomendaron la sección al más afamado guionista de historietas de la Argentina, a Héctor Germán Oesterheld, y a un reconocido dibujante, Leopoldo Durañona. Ambos creadores se habían conocido y habían compartido tareas en la editorial Hora Cero, donde se publicaba una de las versiones de El Eternauta, de cuya ilustración participó Durañona ocasionalmente.


            LOS PRODUCTORES
            Héctor Oesterheld tenía su lugar bien ganado en la historia del género con la creación de la saga de EL ETERNAUTA a partir de 1957 y, dentro de la agrupación, por las historietas CHE de 1968 y LA GUERRA DE LOS ANTARTES publicada por primera vez en 1970.
            Por lo tanto la intención de la directiva fue producir un texto que presentara la historia desde un lenguaje cuya popularidad había crecido junto con la sociedad desde la década del cuarenta.
            Desde el punto de vista gráfico, la publicación es excelente. El lenguaje icónico desarrollado por la historieta argentina, trabajando solamente con blanco y negro, sin medios tonos, está magníficamente logrado. Es un claro ejemplo del grado de desarrollo alcanzado por la gráfica argentina a esa altura del siglo XX[2], tras la experimentación de Alberto Breccia y Lucho Olivera, en orden de importancia. Sin embargo, el trabajo sobre el código lingüístico parece haber retrocedido medio siglo, no por su nivel gramatical sino por su planteamiento textual.
            A esa altura del siglo XX, la historieta había logrado gran desarrollo como relato, no sólo de aventura, y, justamente con Oesterheld y los Breccia, había mostrado su capacidad para llegar a vuelos líricos, pues la versión que realizan sobre la biografía Ernesto Guevara en CHE es un texto producido con un expreso compromiso político pero, lejos de quedar en el panfleto, se convirtió en uno de los mejores representantes de la historieta como arte, no sólo por su trabajo plástico sino por la interacción de los dos códigos que la componen.
            En las publicaciones del El Descamisado retorna a los antecedentes de la historieta, a las láminas didácticas que representaban -más bien por un procedimiento expositivo que narrativo- las vidas ejemplares de santos o héroes[3].
Las láminas didácticas, aunque puedan estar segmentadas en cuadros e incluir globos, son antecedentes de la historieta porque, desde el punto de vista de la superestructura, responden a modelos expositivos, pueden llegar a constituir el germen de un relato, pero carecen de la peripecia o conflicto fundamental que requiere el prototipo narrativo[4].
            No podemos atribuir el defecto narrativo al guionista, pues su maestría está probada de sobremanera, más bien consideramos que este aparente retroceso genérico se debe a una adecuación del lenguaje al medio.
            El medio no es una revista de historietas exclusivamente, ni mucho menos de entretenimiento; es una publicación de carácter político, explícitamente revolucionario, que proponía dar a difusión las actividades que realizaba en esos momentos la agrupación Montoneros y para justificar sus acciones buscaba legitimarse dentro del panorama político, no como un ala nueva del peronismo sino como el mismo movimiento nacional, que encontraba en Perón su caudillo.

(...) la posición de enunciación de Perón se elabora progresivamente, y (...) su fusión con el pueblo es la culminación, y no el comienzo, del proceso (...) y la transformación de Perón en un enunciador abstracto depositario de la palabra del pueblo es un resultado, que se reitera simbólicamente cada 17 de octubre. Es a partir de un momento dado que la palabra de Perón, expresión de la voluntad del pueblo, se vuelve intransferible. (Verón y Sigal, 2003: 200)

            La operación de justificar una relación particular entre Montoneros, peronismo y Perón requería volver a contar la historia latinoamericana desde un postulado interpretativo que considera una hipótesis de conflicto permanente entre imperialismo y pueblo sometido que en las históricas montoneras se manifestó como fuerza armada.

A través de la recuperación imaginaria de la historia, la juventud peronista busca fundar su propia legitimidad en el hecho de que no llegó nunca, de que estuvo siempre allí: esfuerzo por anular el tiempo histórico, eludiendo así la pregunta por el origen de su legitimidad. (Verón y Sigal, 2003: 200)

De ese modo se comprende que la tarea asumida es totalmente coherente con los postulados de la agrupación Montoneros[5] que, desde la asunción de su nombre, se presentan a sí mismos como la continuación de una historia que nunca pudo ser interrumpida: la de la causa de la liberación nacional del imperialismo internacional y la consiguiente deposición de los aliados y agentes que operan desde los factores de poder en el país.
            En ese contexto es comprensible que Oesterheld, gran creador de peripecias y aventuras, no se haya preocupado tanto por contar historias como por resumir episodios de la historia nacional, agregándoles un cierre interpretativo, una evaluación que unifica el pasado con el presente.

            PERIPECIA DE LA PUBLICACIÓN
            La revista El Descamisado desapareció de la Argentina con un destino similar al de otras publicaciones de la década del setenta: el aparato represivo del peronismo decadente del gobierno de Isabel Perón y luego el del gobierno de facto no se conformó con intervenir las editoriales y prohibir publicaciones, más aún, trató de borrar todos los rastros de lo que etiquetó como subversivo.
            Por lo tanto la revista que citamos quedó reducida a algunos ejemplares en archivos personales o en el extranjero[6], dificultando la tarea de los investigadores.
            Sabíamos de la existencia de la historieta porque Verón y Sigal la consideraban dentro de su corpus de análisis, sin embargo no contábamos con el material de primera mano. La versión con la que trabajamos para nuestra investigación es LATINOAMÉRICA Y EL IMPERIALISMO. 450 AÑOS DE GUERRA, compilación publicada en 2004 por Javier Doeyo y Juan Manuel Viniegra. El libro, de un formato grande[7], se abre con una semblanza sobre Oesterheld a cargo del Canciller Rafael Bielsa, continúa con “Palabras del editor” de Juan Manuel Viniegra y luego una serie de treinta y cinco historietas con las referencias correspondientes a los números originales en que fueron publicados. Conforman capítulos de tres a seis carillas que, ordenados de acuerdo con su disposición original de publicación, presentan episodios de la historia argentino; aunque los episodios no siguen un riguroso orden cronológico, pues algunos hacían referencias a situaciones contemporáneas que estaban más explicitadas en otras notas de la revista.
            En la serie de historietas hay comentarios intercalados que interrumpen la lectura continua de la serie. La primera de esas intercalaciones es la referida a las cartas de los lectores y la respuesta publicada por el editor de la revista, sobre el número 16 del 4 de setiembre de 1973, titulado El “17” de los orilleros y otra hacia el final, “A modo de epílogo”, referida a la inclusión de dos capítulos que precedieron la serie original y que fueron publicados en los números 5 y 6 de El descamisado. Esos capítulos incorporados al final muestran, más que un trabajo de ficcionalización de la historia, una producción testimonial que presenta el estado de sociedad y el conflictivo regreso de Perón a la Argentina.
            De acuerdo con Eliseo Verón y Silvia Sigal la operación realizada por la historieta publicada en El descamisado es parte de un aparato enunciativo tendiente a fundar la posición de verdad de los enunciadores:

esta historia es la verdadera historia y aquel que pueda relatarla, que puede encontrar detrás de tantas versiones engañosas y detrás de tantos acontecimientos diversos lo que realmente estaba sucediendo, constituye por lo mismo el lugar desde donde esto puede hacerse. El lugar de la verdad, el lugar que él ocupa. (Verón y Sigal: 2003: 197)

Por ello Oesterheld abandona la orientación inicial, de relatar testimonialmente los acontecimientos inmediatos, y da lugar a la historia, al pasado que ilumina el presente. Lo que se hace evidente por un mecanismo que se vuelve recurrente en todos los capítulos de la historieta: establecer un paralelismo o la continuidad entre los hechos del pasado y la realidad contemporánea.

Ya hace 200 años, cuando todavía éramos colonia declarada (desde 1810 somos colonia disimulada) (E. D. 14)[8]

Un típico arreglo entre piratas repartiéndose de antemano las ganancias. Tal como lo hacen los actuales financistas internacionales: pirata y financista son sinónimos. (E. D. 18)

Historia que se repite todavía hoy, pero ya no por mucho tiempo. Los hijos de aquellos reclutas cuyanos, de tanto paisano, de tanto pobre de aquí y de afuera sacrificados en la tan larga lucha por hacer una patria, ya están dejando de ser carne de cañón. Ya tienen quien los guíe, quien les abra los ojos, y ya cierran el puño para la gran lucha por le bien común. Ya aprendieron que el “¡viva la patria!” de antes, es hoy “¡liberación o muerte!” (E. D. 64)

            De lo que se desprende que la historia, tal como la difundía esta publicación de Montoneros, era una representación de los males del pasado evocado que seguían siendo los mismos del presente desde el que se enunciaba. Esa representación tenía que generar conciencia en el pueblo para que reasumiera su fuerza para el cambio, la que ya se había manifestado poderosamente en el pasado a través de la milicia armada. Su incipiente manifestación en ese momento era la agrupación “Montoneros” que se proponía explícitamente enfrentar y expulsar a la “oligarquía”


            CONCLUSIÓN
            En otros trabajos de investigación anteriores analizamos la evolución del género y vinculamos algunos temas a la serie histórica, sin embargo la incidencia de la serie política es tan importante que nos ha mostrado que puede interferir en el desarrollo mismo del género, revitalizando una forma aparentemente superada: la etapa de las láminas didácticas recuperada por Oesterheld en un momento culminante de su carrera.
            Además habíamos notado que una tendencia de mercado internacional había dado una nueva orientación a la historieta que pasaba del ámbito de los quioscos al de las librerías. Movimiento que en nuestro país se reforzó con un proceso de rescate de textos dispersos o desaparecidos y de publicaciones que por avatares, ajenos al género o al mercado, no estaban en circulación. Hubo colecciones dirigidas por investigadores de la talla de Piglia y Sasturain y, cuando el movimiento parecía detenerse, vuelve a cobrar vigor con grandes tiradas, por ejemplo la que dirigió Clarín los año 2004 y 2005 y ahora nos encontramos con esta rara avis de la producción nacional.
            De allí surge las preguntas ¿Cómo es que un importante componente del gobierno nacional se toma una parte valiosa de su tiempo para escribir sobre un historietista? y ¿Por qué en este momento?
            Creo que las respuestas no nos la dará simplemente el mercado o la evolución del género sino el momento político. No es desconocida la militancia del  Presidente Néstor Kirchner en Montoneros y la presencia en su entorno de compañeros de aquellos años. Por lo tanto el rescate de publicaciones que circularon en su momento de militancia activa son modos de reforzar su imagen y su identidad en un país de conflictiva memoria y en un partido con distintas facciones, cada una heredera de las disputas surgidas en el seno del partido a partir del exilio de Perón.




BIBLIOGRAFÍA

Albertoni, Carlos, SANTAS HISTORIETAS. ENCICLOPEDIA DE LOS COMICS, Buenos Aires, Catálogos, 2004

Caro Figueroa, Gregorio, “Las derivas del revisionismo histórico”, Salta (mimeo), 2005

Sigal y Verón, PERÓN O MUERTE. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, EUDEBA, 2003

Gené, Marcela, UN MUNDO FELIZ. Imágenes de los trabajadores en el primer peronismo, 1946 – 1955, Buenos Aires, F.C.E., 2005

Gutiérrez, Rafael, “El rosismo y el peronismo en la historieta” en ABORDAJES Y PERSPECTIVAS, Salta, Secretaría de Cultura, 2003




[1] El revisionismo histórico no es una corriente histórica sino muchos movimientos orientados por distintas tendencias ideológicas, según el análisis crítico que realiza Gregorio Caro Figueroa (2005)
[2] En 1968 el trabajo gráfico realizado por Alberto Breccia para Mort Cinder había llevado el dibujo de historieta en blanco y negro a una nueva dimensión de gran expresividad.
[3] Uno de los antecedentes de la historieta como género son las láminas y estampas sobre santos que emplea la Iglesia como uno de los medios de evangelización. de modo similar la escuela también utiliza el mismo recurso para mostrar la imagen ejemplarizadora de los héroes y los hechos históricos.
[4] Es necesaria la presencia de un estado inicial, un proceso de transformación y un estado final.
[5] Montoneros es la despectiva designación que tanto realistas como gobiernos dieron en el siglo XIX a las fuerzas irregulares guiadas por caudillos y que participaron de las guerras por la independencia y de los conflictos internos del país.
[6] Eso explica cómo Verón y Sigal pueden citar la publicación en su estudio, pues lo realizan en Europa, mientras que para investigadores locales los mismos documentos eran inaccesibles.
[7] Dimensiones: 19,5 cm por 27,5 cm.
[8] De aquí en más indicamos las iniciales E. D. para referirnos a la edición que estamos utilizando para esta ponencia.

Nota: La versión original de este artículo fue elaborado en el marco del Proy. C.I.U.N.Sa. Nº 1497, bajo la dirección de la Mag. Amelia Royo, y presentado como ponencia en las IX JORNADAS INTERNAS DE INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA DE LA ESCUELA DE HISTORIA, realizadas en Salta durante el año 2008, organizadas por la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa

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