La
revista El descamisado fue parte del
aparato de propaganda elaborado por la facción peronista conocida como Montoneros. Era una publicación semanal
con artículos sobre la actividad política del movimiento y su interpretación
del accionar del gobierno que habían contribuido a reinstaurar. Entre el
material que difundía estaban las historietas escritas por el guionista Héctor
Germán Oesterheld.
La
inclusión de historietas se debía a que la dirección editorial de la revista
había comprendido que el nuevo lenguaje elaborado en el último siglo era uno de
los mejores mecanismos de enunciación para llegar con una versión revisada de
la historia a un público lector que esperaba un cambio en el presente, cambio
que sólo se comprendería si provenía del pasado.
En
este trabajo analizaremos la enunciación de las historietas publicadas con
temas particulares pero que componen una reescritura de la historia que explica
el conflictivo presente de los enunciadores.
EL MEDIO
La revista El Descamisado
fue una de las publicaciones realizadas por la agrupación Montoneros dentro de
su plan general de divulgación, propaganda y adoctrinamiento. Era un semanario
político que circuló entre 1972 y 1974, cuando fue clausurado por el Decreto
1100/74 del Ministerio del Interior del gobierno peronista, al que -paradójicamente-
había ayudado a retornar del exilio.
Montoneros fue una facción del peronismo formada
fundamentalmente por jóvenes que no vivieron el primer gobierno de Perón pero
que recibieron la imagen mítica del "Grande Hombre" en el exilio y
alimentaron la versión mesiánica por la que era quien podía rescatar a la Patria de la postración en
la que había sido sumido por sucesivos gobiernos "entreguistas" y
"apátridas" desde su derrocamiento.
Tomar el nombre de "montoneros" fue una
elección que se enraíza en un interés por reescribir una historia rescatando a
aquellos protagonistas populares que fueron condenados por la "historia
oficial"[1].
Esta ala del peronismo siguió una orientación
nacionalista y con matices violentos para preparar el retorno del caudillo Perón
que debía proclamar la "patria socialista" en abierto desafío al
imperialismo anglosajón. Resultado de esta lectura del retorno de Perón fue el
violento enfrentamiento de las distintas facciones peronistas en Ezeiza.
La revista, a partir de su décima entrega, además de las
notas de actualidad política y de las noticias de la semana, incluye una
sección ilustrada titulada AMÉRICA LATINA, 450 AÑOS DE GUERRA. En su página de
presentación se muestra la sección como un modo de contar la historia de
Latinoamérica entendida como una larga guerra contra el imperialismo.
Esa nota de presentación, a modo de prólogo, plantea el
programa con el que se va a publicar la sección, formulado como una serie de
preguntas a las que se propone dar respuestas. Las respuestas que se
presentarían en la sección tendrían por finalidad mostrar el pasado para
esclarecer el presente:
Desde las páginas de El descamisado saldrá entonces nuestra
verdadera historia.
Cuál fue la realidad de
nuestro pasado y cuál es la realidad de nuestro presente. (Oesterheld y Durañona, 2004: 7)
La dirección de la revista estuvo a cargo de Mario
Hernández y Dardo Cobo, quienes encomendaron la sección al más afamado
guionista de historietas de la
Argentina , a Héctor Germán Oesterheld, y a un reconocido
dibujante, Leopoldo Durañona. Ambos creadores se habían conocido y habían
compartido tareas en la editorial Hora Cero, donde se publicaba una de las
versiones de El Eternauta, de cuya
ilustración participó Durañona ocasionalmente.
LOS PRODUCTORES
Héctor Oesterheld tenía su lugar bien ganado en la
historia del género con la creación de la saga de EL ETERNAUTA a partir de 1957
y, dentro de la agrupación, por las historietas CHE de 1968 y LA GUERRA DE LOS ANTARTES
publicada por primera vez en 1970.
Por lo tanto la intención de la directiva fue producir un
texto que presentara la historia desde un lenguaje cuya popularidad había
crecido junto con la sociedad desde la década del cuarenta.
Desde el punto de vista gráfico, la publicación es
excelente. El lenguaje icónico desarrollado por la historieta argentina,
trabajando solamente con blanco y negro, sin medios tonos, está magníficamente
logrado. Es un claro ejemplo del grado de desarrollo alcanzado por la gráfica
argentina a esa altura del siglo XX[2],
tras la experimentación de Alberto Breccia y Lucho Olivera, en orden de
importancia. Sin embargo, el trabajo sobre el código lingüístico parece haber
retrocedido medio siglo, no por su nivel gramatical sino por su planteamiento
textual.
A esa altura del siglo XX, la historieta había logrado
gran desarrollo como relato, no sólo de aventura, y, justamente con Oesterheld
y los Breccia, había mostrado su capacidad para llegar a vuelos líricos, pues
la versión que realizan sobre la biografía Ernesto Guevara en CHE es un texto
producido con un expreso compromiso político pero, lejos de quedar en el
panfleto, se convirtió en uno de los mejores representantes de la historieta
como arte, no sólo por su trabajo plástico sino por la interacción de los dos
códigos que la componen.
En las publicaciones del El Descamisado retorna a los antecedentes de la historieta, a las
láminas didácticas que representaban -más bien por un procedimiento expositivo
que narrativo- las vidas ejemplares de santos o héroes[3].
Las láminas didácticas, aunque
puedan estar segmentadas en cuadros e incluir globos, son antecedentes de la
historieta porque, desde el punto de vista de la superestructura, responden a
modelos expositivos, pueden llegar a constituir el germen de un relato, pero
carecen de la peripecia o conflicto fundamental que requiere el prototipo
narrativo[4].
No podemos atribuir el defecto narrativo al guionista,
pues su maestría está probada de sobremanera, más bien consideramos que este aparente
retroceso genérico se debe a una adecuación del lenguaje al medio.
El medio no es una revista de historietas exclusivamente,
ni mucho menos de entretenimiento; es una publicación de carácter político,
explícitamente revolucionario, que proponía dar a difusión las actividades que
realizaba en esos momentos la agrupación Montoneros y para justificar sus
acciones buscaba legitimarse dentro del panorama político, no como un ala nueva
del peronismo sino como el mismo movimiento nacional, que encontraba en Perón
su caudillo.
(...) la posición de enunciación
de Perón se elabora progresivamente, y (...) su fusión con el pueblo es la
culminación, y no el comienzo, del proceso (...) y la transformación de Perón
en un enunciador abstracto depositario de la palabra del pueblo es un
resultado, que se reitera simbólicamente cada 17 de octubre. Es a partir de un
momento dado que la palabra de Perón, expresión de la voluntad del pueblo, se
vuelve intransferible. (Verón y Sigal, 2003: 200)
La operación de justificar una relación particular entre
Montoneros, peronismo y Perón requería volver a contar la historia
latinoamericana desde un postulado interpretativo que considera una hipótesis
de conflicto permanente entre imperialismo y pueblo sometido que en las
históricas montoneras se manifestó como fuerza armada.
A través de la recuperación
imaginaria de la historia, la juventud peronista busca fundar su propia
legitimidad en el hecho de que no llegó nunca, de que estuvo siempre allí:
esfuerzo por anular el tiempo histórico, eludiendo así la pregunta por el origen
de su legitimidad. (Verón y Sigal, 2003: 200)
De ese modo se comprende
que la tarea asumida es totalmente coherente con los postulados de la
agrupación Montoneros[5]
que, desde la asunción de su nombre, se presentan a sí mismos como la
continuación de una historia que nunca pudo ser interrumpida: la de la causa de
la liberación nacional del imperialismo internacional y la consiguiente
deposición de los aliados y agentes que operan desde los factores de poder en
el país.
En ese contexto es comprensible que Oesterheld, gran
creador de peripecias y aventuras, no se haya preocupado tanto por contar
historias como por resumir episodios de la historia nacional, agregándoles un
cierre interpretativo, una evaluación que unifica el pasado con el presente.
PERIPECIA DE LA PUBLICACIÓN
La revista El
Descamisado desapareció de la
Argentina con un destino similar al de otras publicaciones de
la década del setenta: el aparato represivo del peronismo decadente del
gobierno de Isabel Perón y luego el del gobierno de facto no se conformó con
intervenir las editoriales y prohibir publicaciones, más aún, trató de borrar
todos los rastros de lo que etiquetó como subversivo.
Por lo tanto la revista que citamos quedó reducida a
algunos ejemplares en archivos personales o en el extranjero[6],
dificultando la tarea de los investigadores.
Sabíamos de la existencia de la historieta porque Verón y
Sigal la consideraban dentro de su corpus de análisis, sin embargo no
contábamos con el material de primera mano. La versión con la que trabajamos para
nuestra investigación es LATINOAMÉRICA Y EL IMPERIALISMO. 450 AÑOS DE GUERRA,
compilación publicada en 2004 por Javier Doeyo y Juan Manuel Viniegra. El
libro, de un formato grande[7],
se abre con una semblanza sobre Oesterheld a cargo del Canciller Rafael Bielsa,
continúa con “Palabras del editor” de Juan Manuel Viniegra y luego una serie de
treinta y cinco historietas con las referencias correspondientes a los números
originales en que fueron publicados. Conforman capítulos de tres a seis carillas
que, ordenados de acuerdo con su disposición original de publicación, presentan
episodios de la historia argentino; aunque los episodios no siguen un riguroso
orden cronológico, pues algunos hacían referencias a situaciones contemporáneas
que estaban más explicitadas en otras notas de la revista.
En la serie de historietas hay comentarios intercalados
que interrumpen la lectura continua de la serie. La primera de esas
intercalaciones es la referida a las cartas de los lectores y la respuesta
publicada por el editor de la revista, sobre el número 16 del 4 de setiembre de
1973, titulado El “17” de los orilleros y otra
hacia el final, “A modo de epílogo”, referida a la inclusión de dos capítulos
que precedieron la serie original y que fueron publicados en los números 5 y 6
de El descamisado. Esos capítulos
incorporados al final muestran, más que un trabajo de ficcionalización de la
historia, una producción testimonial que presenta el estado de sociedad y el
conflictivo regreso de Perón a la
Argentina.
De acuerdo con Eliseo Verón y Silvia Sigal la operación
realizada por la historieta publicada en El
descamisado es parte de un aparato enunciativo tendiente a fundar la
posición de verdad de los enunciadores:
esta historia es la
verdadera historia y aquel que pueda relatarla, que puede encontrar detrás de
tantas versiones engañosas y detrás de tantos acontecimientos diversos lo que
realmente estaba sucediendo, constituye por lo mismo el lugar desde donde esto
puede hacerse. El lugar de la verdad, el lugar que él ocupa. (Verón y Sigal:
2003: 197)
Por ello Oesterheld
abandona la orientación inicial, de relatar testimonialmente los
acontecimientos inmediatos, y da lugar a la historia, al pasado que ilumina el
presente. Lo que se hace evidente por un mecanismo que se vuelve recurrente en
todos los capítulos de la historieta: establecer un paralelismo o la
continuidad entre los hechos del pasado y la realidad contemporánea.
Ya hace 200 años, cuando
todavía éramos colonia declarada (desde 1810 somos colonia disimulada) (E. D.
14)[8]
Un típico arreglo entre
piratas repartiéndose de antemano las ganancias. Tal como lo hacen los actuales
financistas internacionales: pirata y financista son sinónimos. (E. D. 18)
Historia que se repite
todavía hoy, pero ya no por mucho tiempo. Los hijos de aquellos reclutas
cuyanos, de tanto paisano, de tanto pobre de aquí y de afuera sacrificados en
la tan larga lucha por hacer una patria, ya están dejando de ser carne de
cañón. Ya tienen quien los guíe, quien les abra los ojos, y ya cierran el puño
para la gran lucha por le bien común. Ya aprendieron que el “¡viva la patria!”
de antes, es hoy “¡liberación o muerte!” (E. D. 64)
De lo que se desprende que la historia, tal como la
difundía esta publicación de Montoneros, era una representación de los males
del pasado evocado que seguían siendo los mismos del presente desde el que se
enunciaba. Esa representación tenía que generar conciencia en el pueblo para
que reasumiera su fuerza para el cambio, la que ya se había manifestado
poderosamente en el pasado a través de la milicia armada. Su incipiente
manifestación en ese momento era la agrupación “Montoneros” que se proponía
explícitamente enfrentar y expulsar a la “oligarquía”
CONCLUSIÓN
En otros trabajos de investigación anteriores analizamos
la evolución del género y vinculamos algunos temas a la serie histórica, sin
embargo la incidencia de la serie política es tan importante que nos ha
mostrado que puede interferir en el desarrollo mismo del género, revitalizando
una forma aparentemente superada: la etapa de las láminas didácticas recuperada
por Oesterheld en un momento culminante de su carrera.
Además habíamos notado que una tendencia de mercado
internacional había dado una nueva orientación a la historieta que pasaba del
ámbito de los quioscos al de las librerías. Movimiento que en nuestro país se
reforzó con un proceso de rescate de textos dispersos o desaparecidos y de
publicaciones que por avatares, ajenos al género o al mercado, no estaban en
circulación. Hubo colecciones dirigidas por investigadores de la talla de
Piglia y Sasturain y, cuando el movimiento parecía detenerse, vuelve a cobrar
vigor con grandes tiradas, por ejemplo la que dirigió Clarín los año 2004 y
2005 y ahora nos encontramos con esta rara
avis de la producción nacional.
De allí surge las preguntas ¿Cómo es que un importante
componente del gobierno nacional se toma una parte valiosa de su tiempo para
escribir sobre un historietista? y ¿Por qué en este momento?
Creo que las respuestas no nos la dará simplemente el
mercado o la evolución del género sino el momento político. No es desconocida
la militancia del Presidente Néstor
Kirchner en Montoneros y la presencia en su entorno de compañeros de aquellos
años. Por lo tanto el rescate de publicaciones que circularon en su momento de
militancia activa son modos de reforzar su imagen y su identidad en un país de
conflictiva memoria y en un partido con distintas facciones, cada una heredera
de las disputas surgidas en el seno del partido a partir del exilio de Perón.
BIBLIOGRAFÍA
Albertoni, Carlos, SANTAS HISTORIETAS.
ENCICLOPEDIA DE LOS COMICS, Buenos Aires, Catálogos, 2004
Caro Figueroa, Gregorio, “Las derivas
del revisionismo histórico”, Salta (mimeo), 2005
Sigal y Verón, PERÓN O MUERTE. Los
fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Buenos Aires, EUDEBA, 2003
Gené, Marcela, UN MUNDO FELIZ. Imágenes
de los trabajadores en el primer peronismo, 1946 – 1955, Buenos Aires, F.C.E.,
2005
Gutiérrez,
Rafael, “El rosismo y el peronismo en la historieta” en ABORDAJES Y
PERSPECTIVAS, Salta, Secretaría de Cultura, 2003
[1] El revisionismo histórico no es una corriente histórica sino
muchos movimientos orientados por distintas tendencias ideológicas, según el
análisis crítico que realiza Gregorio Caro Figueroa (2005)
[2] En 1968
el trabajo gráfico realizado por Alberto Breccia para Mort Cinder había llevado el dibujo de historieta en blanco y negro
a una nueva dimensión de gran expresividad.
[3] Uno de
los antecedentes de la historieta como género son las láminas y estampas sobre
santos que emplea la Iglesia
como uno de los medios de evangelización. de modo similar la escuela también
utiliza el mismo recurso para mostrar la imagen ejemplarizadora de los héroes y
los hechos históricos.
[5] Montoneros
es la despectiva designación que tanto realistas como gobiernos dieron en el
siglo XIX a las fuerzas irregulares guiadas por caudillos y que participaron de
las guerras por la independencia y de los conflictos internos del país.
[6] Eso
explica cómo Verón y Sigal pueden citar la publicación en su estudio, pues lo
realizan en Europa, mientras que para investigadores locales los mismos
documentos eran inaccesibles.
[8] De aquí
en más indicamos las iniciales E. D. para referirnos a la edición que estamos
utilizando para esta ponencia.
Nota: La versión original de este artículo fue elaborado en el marco del Proy. C.I.U.N.Sa. Nº 1497, bajo la dirección de la Mag. Amelia Royo, y presentado como ponencia en las IX
JORNADAS INTERNAS DE INVESTIGACIÓN Y DOCENCIA DE LA ESCUELA DE HISTORIA, realizadas en Salta durante el año 2008, organizadas por la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa
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